sábado, 17 de octubre de 2015

JOKIN ALTUNA: YOU´RE A BIG BOY NOW

Escribí esta carta a los amigos/as de Aspe, la empresa de pelota. Siempre me han contestado. Siempre una palmadita en el hombro. Siempre, unas pocas palabras. Pero esta vez, ni “mu”. Y de momento no tengo ni la menor idea de a qué obedece ese silencio. Tampoco es que moleste mucho. Sería como pretender que todas mis ocurrencias encontraran respuesta. Y no es eso. Tampoco voy de tan “servido” por la vida. Simplemente si me acuerdo, y veo a alguno de sus directivos por cualquier frontón, se lo preguntaré. Y a ver lo que dice.

Pero si en la carta (que incluyo abajo) me refería a Jokin Altuna exclamando eufórico “¡ha nacido una estrella!", lo que aconteció ayer en Donosti no hace sino reafirmarme en lo escrito. Jokin es ya una de las estrellas de los programas de pelota. Ganó 22-14 en la liguilla de Cuartos de Final del 4 ½ al otro gallito de las jóvenes camadas pelotatzales, al mismo Iñaki Artola que le había derrotado en la Final de Promoción el año pasado. Así que el enfrentamiento olía a deliciosa revancha.

Y Jokin empezó muy bien: 10-3. Pero Artola se recompuso y puso brillantemente en el marcador los cartones en 13-14. Y además parecía que las cosas en su sitio. Y sin embargo, cuando peor pintaban las cartas, cuando hacía tiempo que no tocaba un comodín, Jokin sacó fuerzas de flaqueza, dicen, y visto y no visto: 22-14. Si eso no es una estrella que baje Dios y nos enseñe lo que es sacando alguna que lleve por los bolsillos.

Y con lo que empezaba sigo. Ahí os va la carta, aunque antes el temazo original (nada de covers) de Bob Dylan, y que recomiendo escuchar como banda sonora del presente artículo, You´re a Big Girl Now, cuyo título espero que no necesite traducción, ¡cambiando por supuesto, Girl por Boy! en homenaje a Jokin. Y la carta, después de la paradita dylaniana (al txoko, claro):


“Queridos amigos/as, dos cosas, nada más.
Primera cosa. Quisiera pensar que, a pesar de todas las precauciones a las que su edad, 19 años, nos pudieran llevar a tener en cuenta, ¡ha nacido una estrella! Detalle del que siempre habría que congratularse porque por muchas que veamos brillar en el cielo, durante las noches claras de verano, no hay tantas como parecen, y menos aún que hagan las paraditas tal y como Jokin Altuna se las saca de la manga o… de la mano ya que estaríamos hablando de pelota.

Porque Jokin ha ganado su primer torneo importante, la Feria de San Mateo 2015, después de derrotar a la pareja formada por Irujo y Merino 21-22, y de hacer después lo mismo en la Final contra Urruti, que probó y muy bien como ¡zaguero!, y al que una vez llamé Campeón con asterisco; en lo que, desgraciadamente, la temporada estival me ha dado la razón o ¿ha habido en los últimos años un Campeón del Manomanista que no se haya subido a lo más alto del podium en alguna de las Ferias de Verano? Eso: un Campeón* que jugó en San Mateo con Olaizola y a los que Jokin junto con David Merino venció por idéntico y mínimo margen: 21-22.

Fueron dos partidos tremendos y memorables. Con un chaval que lo da todo. Con unas ganas de triunfar y de entusiasmar a la afición que se le escapan por ese cuerpo aún casi adolescente pero que atesora más malicia en sus golpes que el más curtido villano del Far West, que el Jack Palance de Raíces profundas, por ejemplo.

Aunque el punto sobre el que quisiera hacer especial hincapié es que el tanto definitivo de la Final, con el marcador 21-21, se jugó con el material, la pelota que escogió Aimar ya que él efectuaba el saque y que, a pesar de ello, Jokin ejecutó la Final con un magistral golpe, una volea desde el 3 ½ a la que apenas si le faltaron dos pelos para hacer sonar la txapa. Y eso creo que es de un mérito tremendo porque si nos fijamos bien cuando Jokin juega con su material, y eso hace que los tantos sean rápidos, eléctricos y se resuelvan en un plis-plas, su estrella luce en todo su esplendor y el respetable se cansa de aplaudir puesto en pie; pero, sin embargo, cuando es el contrario el que pone sus pelotas en juego consigue que Jokin se sienta más desplazado en el juego. Esas pelotas no corren tanto y ¡cómo cuesta moverlas! Y es entonces cuando los 19 años de Jokin y sus músculos y fibras aún de niño, livianos se quejan. Y se queda viendo cómo el mazacote en cuestión le pasa por encima, y si lo golpea siente que el mazacote apenas se mueve como si sus manos en lugar de imprimir más velocidad amortiguaran la carrera y la velocidad del cuero. Y entonces los tantos se ralentizan y la chispa y los 19 años se quedan como el pez sobre la piedra del estanque, añorando el momento de volver al agua o de volverse al cestaño y sacar de él su pelota. Por eso decía que hacer subir a su marcador el cartón 22 , y hacerlo como lo hizo, fue para enmarcar.

Con la pelota de Aimar. Porque además el fabuloso delantero de Goizueta se le resistía. A Irujo, el otro genio en esto del “frontón a mano”, le va más el cuerpo a cuerpo, es más alocado, entra en la refriega sin importarle el número de heridos que llenen los hospitales de campaña. Pero esto a Jokin le va. Le va la marcha de Juan. ¿Cómo no iba a ser así con 19 años? Por eso ya le ha ganado varias veces.

Pero con Aimar es diferente. Aimar es como un francotirador que espera su momento en lo alto del edificio por donde sabe que, tarde o temprano, pasará su víctima. Y no tiene prisa. Y si cae la noche, se abrocha la cazadora y a esperar más todavía. Con un cafecito bien cargado para combatir el relente de la madrugada. Para no dejar que su alma de killer cicatrice y se enfríe. Y por eso cuando parece que los partidos no le van de cara, que pintan bastos, Aimar no se altera, espera su momento y entonces se gira y lentamente saca y soba como si de una bolita mágica se tratara ese mazacote, ese leño que sólo él y sus facultades prodigiosas saben, ¡y cómo!, mover. El mismo material que Jokin siente que se le incrusta en las tripas. Con el que a Jokin le duele hasta respirar.

Por eso el chaval no había ganado al becadero, al francotirador. El de Goizueta se le resistía. Hasta la final matea. Por eso cuando Jokin enganchó la volea con la pelota pesada de Aimar e hizo el tanto 22 salté de la butaca. Porque la primera vez, el primer gran torneo, siempre tiene un regusto especial. Sabes que has asistido a un instante que tardarás en olvidar porque instantes como esos tardarán en repetirse. Así que, ¡enhorabuena, campeón!

Con lo que voy ya a la segunda y última cosa al hilo de esta memorable final. Al dichoso y eternamente controvertido asunto del material. Y lo he puesto antes o ¿no ganó Jokin el partido jugando con la pelota que Aimar había escogido como la más conveniente para él? ¡Por eso no le demos tantas vueltas al tema de las pelotas! Aunque nos baile el agua y nos sirva para llenar muchas páginas en los periódicos. O reconozcamos que la polémica nos pone.


Y viendo los partidos de Jokin contra Juan y Aimar  se me ha ocurrido preguntarme, ¿no vendría a ser el material en los partidos de pelota, y salvando todas las distancias que se quieran salvar, como las diferentes superficies sobre las que los tenistas disputan sus partidos? El material rocoso, pesado, con poca salida como la tierra batida de Roland Garros, y más rocoso, pesado y con menos salida aún, como la tierra batida de Montecarlo, al nivel del mar, al ladito de la playa y con una humedad que te invitaría a calzarte una gabardina aún en pleno mediodía.

Y por otra parte, el material liviano, rápido y con una salida del frontis como perdigones que disparara una escopeta como la hierba de Wimbledon. Y los tenistas saben lo que hay y nadie se queja. lo que hay en el cesto. Y así también deberán saber si les resultara más o menos fácil ganar el partido. Y no quejarse tanto. ¿O le hemos oído alguna vez a Federer decir que en Montecarlo ¡no se puede jugar al tenis!? Sería ridículo. Simplemente a él, por sus características y las características de la arcilla de Montecarlo, le costará más ganar en la Costa Azul.

Y así debe ser. Y los pelotaris, lo mismo. Después de la elección de los miércoles o jueves también ellos saben, más o menos.

Y pasa lo que ha pasado hasta hoy: que en Montecarlo, o con ese material, el gran Roger nunca ha ganado. Pero nadie se rasga las vestiduras. Un mes más tarde le llega Wimbledon. Y con ese material él ya ha ganado en Londres 7 veces. Más que nadie.

Por eso pienso, y lo propongo también, como anexo a estas (siempre largas: así me salen) líneas, ¿por qué no enseñamos a los aficionados y a los que pretenden serlo las características de cada frontón donde se juegan los partidos, porque éste es un frontón pesado, un Montecarlo para entendernos tenísticamente, un frontón con poca salida, donde la pelota bota poco y con menos rapidez, donde desde los cuadros largos la devolución de la pelota cuesta un mundo…; en definitiva de qué forma va a contribuir ese frontón al partido, beneficiando de esta o de aquella manera a uno u otro pelotari? Y hacer lo mismo con el cestaño y su gramaje. Yo creo que con ello todos saldremos beneficiados y entenderemos un poco mejor los entresijos de este inagotable deporte.”

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