martes, 28 de junio de 2016

26-J: PAISAJE DESPUÉS DE LA BATALLA: NO VA MÁS



Termino con esta las entradas dedicadas a las Elecciones Generales. Han sido tres, si no cuento mal, y tres "26-J:" ya me parecen bastantes para cualquiera; o sea que para mí que no soy excesivamente politiquero y sí excesivamente mal pensado, ni os cuento. Me sobra con las tres.

Además las tres entradas, tal cual se quedan, conformarán así una especie de Trilogía Electoral, y esto de las Trilogías siempre está bien. Tienen un prestigio que no sé muy de dónde les viene. Quizás de la Santísima Trinidad, quién sabe. Luego basta de circunloquios sobre elecciones. Se acabaron. Cerramos el chiringuito hasta un nuevo aviso que esperamos tarde mucho, mucho en regresar. Porque si continúo hablando o escribiendo, como es el caso, sobre elecciones y políticos creo que, incluso, los sordos y los muertos pudieran alzarse en justísima rebelión.

Han sido seis meses, seis, seguidos, sin parar de darle a la sin-hueso, de teclear casi lo mismo en las mismas teclas, de monopolizar los telediarios, las tertulias, programas de radio y redes sociales con las mismas monsergas: promesas y promesas, declaraciones y declaraciones de todos los candidatos fueran del signo que fueran, que si yo sí pero que el resto para nada, encuestas y previsiones, porcentajes, leyes dom, repartos de territorios, miedos a lo que nos podría caer encima si…, que yo, por lo menos, me he hartado, y cuando estoy harto como cuando estoy sudando prefiero retirarme del sol y tumbarme a la sombra con un cuba-libre fresquito. Así que con las elecciones y los políticos haré lo mismo: apartarme a un lugar donde las palabras “urna” y “mitin” produzcan el más doloroso y antipático sarpullido.

Porque, incluso, el panorama que nos habría quedado después de semejante batalla dialéctica no sería precisamente un panorama para tirar y que brillen los cohetes recortados contra el cielo. Vamos, que para este viaje no habrían hecho falta tales alforjas y sí, en su lugar, unas cuantas tabletas de aquellas viejas pero efectivas biodraminas; por aquello de los mareos, más que nada.

Lo diré como lo siento. Creo de verdad que esto del mes de junio, y de los nos vendrán a continuación, es bastante peor y más desmoralizador que aquello que teníamos en el mes de diciembre del pasado año. Para ello sólo habría que reparar en un detalle. De los cuatro partidos que enarbolaban, allá con las nieves del invierno, su euforia y su alegría triunfalista, hemos pasado, con las bermudas y los potingues veraniegos, a unos resultados donde de esos cuatro partidos, tres han resultado claramente derrotados, se empeñen en contradecirnos, y en contradecir con ello a los sabios números, cuanto les dé la gana; y el cuarto, el único partido que podría presumir de haber ganado, tampoco debería sacar demasiado la cabeza ni hinchar demasiado el pecho. Su victoria no recoge, ni de lejos, la debacle que los otros tres contendientes han sufrido, aunque se empeñen estos en continuar sonriendo y exhibiendo unas chulescas maneras que resultan, hoy más que nunca, ridículas y con un empecinamiento difícil de entender en seres que presumen de ser racionales.

Por todo esto el panorama después de la batalla del 26J me resulta, cuanto menos, preocupante. El PSOE habría pasado de sus raquíticos 90 escaños a los aún más raquíticos 85; UNIDOS PODEMOS se habría tomado al pie de la letra eso de la unión y a los 69 escaños que obtuvo en diciembre un solitario PODEMOS le habría añadido los 2 pelados que sacó en aquellas elecciones IU, y ahora UNIDOS, PUEDEN sumar precisamente 71. Nunca hubo suma más exacta y deprimente, y a nada que se coja al toro por los cuernos, sus responsables deberían agachar la cabeza y reconocer el fracaso más absoluto.

Me quedaría CIUDADANOS, pero no me quedaría mucho más que añadir. ¿Cómo calificar el hecho de haber obtenido 40 escaños en diciembre, y seis meses después 32? Como el 26J me abstuve de votar, y ya que la abstención se ha disparado hasta cotas nunca antes alcanzadas (que todos se pregunten el por qué), me abstengo ahora de responder. Que lo hagan los CIUDADANOS, y se dejen también de esas bravuconadas que sólo asustan por su patetismo.

Y me falta el ganador, por llamarle algo. El PP, sí, el ganador ma non troppo que me corregiría un italiano. Sumar apenas 14 escaños sobre los resultados de diciembre, después de haberse rodeado de tanto fiasco entre sus rivales tampoco me parece como para presumir de guapo por mucho beso y abrazo que se dediquen sus líderes.

Por eso apuntaba que el panorama después de la batalla me resulta preocupante. Porque, siendo serios y dejando esos falsos poses de alto standing y dignidad para otro momento, ¿quién, o qué partido o partidos, se pueden arrogar con la moral suficiente y necesaria, con la energía del vencedor el derecho a gobernar, y sacar, y más con las peliagudas circunstancias internacionales que estamos atravesando, el país adelante? Todos jugaron con fuego y todos han terminado chamuscados, y de los quemados no me fío ni un pelo.

Les tenemos ahí delante. A todos. Disimulando las quemaduras y presumiendo de que no duelen. ¡Bah!Son incansables. Incansablemente tercos. Siguen copando las portadas y las entradillas de los telediarios. Achulados y ensoberbecidos. Para pelmazos nunca habrá nadie como ellos. Pero a modo de último consejo, y si les quedara un poco de vergüenza torera en los cuerpos, les aconsejaría que metieran las manos en los bolsillos y agacharan a continuación los pescuezos para recibir, sobre las quemaduras, las merecidas y sonoras toñejas por parte de todos y cada uno de los ciudadanos por habernos aburrido tanto, y sobre todo aburrirnos para qué, durante estos seis meses.

Entonces tal vez pudiéramos mirarles con otros ojos y ser más comprensibles con ellos. Nadie está libre de meter la pata. Cualquiera tiene derecho a equivocarse. Yo el primero. Pero por eso mismo, nada de persistir en vocingleras posiciones, en un orgullo fuera de sitio, en los puños cerrados, furiosos y en alto, en los aplausos por doquier y sí, a cambio, un poco más de humildad, de reconocerse perdedores y preguntar qué se puede hacer, de arrimar el hombro y empujar de este carro donde, nos guste o no, todos vamos montados.

Quizás entonces este  gris y desolador panorama después de la batalla, aunque haya que colegir que incluso esta, la batalla, ha sido más bien una batallita de críos malencarados durante un recreo y que huele a derrota allá por donde coloques la nariz, varíe su colorido y sin llegar a lucir como el arco iris, ¡no nos vamos a pasar, qué más quisiéramos!, sí que presente una tonalidad más acorde con el sentido común que nos impone la tarea de afrontar estos complicados tiempos en los que andamos metidos y que en mi caso, por lo menos, me haga recapacitar mi próxima decisión electoral y me acerque hasta el colegio que me corresponda para introducir en la urna una papeleta, cualquiera, lo mismo da. Ese sí que sería un buen indicativo de que el panorama, después de la batalla que haya tocado, ha cambiado; y huele mejor.
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viernes, 17 de junio de 2016

26-J: ¡CUÍDATE, ESPAÑA, DE TU PROPIA ESPAÑA!


Haciéndonos eco del significativo verso de César Vallejo. Estamos en capilla. Apenas faltan unos días. Dicen que nos la jugamos. Aunque tampoco creo que sea para tanto. Yo, por menos, sigo en mis “trece”. No es que sea un cabezón pero estos políticos hace tiempo que han dejado de convencerme. El próximo domingo no seré como uno de los corderitos del dibujo que he insertado entre estas líneas. Me abstengo Y por encima de otras consideraciones se me impone la idea de que estos políticos al no tener nada mejor que hacer se aferran a la barca. Con uñas, dientes, y lo que haga falta. No quieren, ni por lo más remoto, dejarla navegar sin su presencia. Se empeñan en continuar subidos a su cubierta... Claro, con la “barcaza” y la “cubierta” estoy refiriéndome al gobierno de este país. Sí, serían estos políticos como los invitados a una fiesta. Una vez que llegan ya no hay dios que pueda desembarazarse de ellos, que sepa echarles de casa. Claro, con la “fiesta” y la “casa” estoy refiriéndome al gobierno otra vez.


Pero menos mal que la poesía ha vuelto a acordarse de mí y a echarme una mano para aclarar un poco el panorama. Y titular este artículo. En este caso César Vallejo y el segundo verso de su poema XIV contenido en el libro “España, aparta de mí este cáliz” (paradigmático título, ¿verdad?). En él, y en el poema XIV, el poeta habla de España. Y me enseña, y esto me tranquiliza un poco, que las cosas, desde la década de los 30´ del siglo pasado, cuando Vallejo escribió esos versos, tampoco han cambiado demasiado. Por desgracia si no seguimos igual, seguimos parecidos. Por eso el poema XIV nos enseña a conocernos mejor ahora. Y eso no tiene precio. Ése es el milagro de las cosas imperecederas.

PS,- Y un detalle nada más: cuando Vallejo termina el poema con ¡Cuídate de la República!/¡Cuídate del futuro!...  no nos equivoquemos ni nos echemos las manos a la cabeza, y menos aún en estos tiempos que corren, República no es sino otra de las formas que tiene el poeta de referirse al “pasado” contraponiéndolo a futuro, como antes ha hecho, entre otros, con héroes y muertos. Que vosotros lo disfrutéis.

XIV
¡Cuídate, España...!
¡Cuídate, España, de tu propia España!
¡Cuídate de la hoz sin el martillo,
cuídate del martillo sin la hoz!
¡Cuídate de la víctima a pesar suyo,
del verdugo a pesar suyo
y del indiferente a pesar suyo!
¡Cuídate del que, antes de que cante el gallo,
negárate tres veces,
y del que te negó, después, tres veces!
¡Cuídate de las calaveras sin las tibias,
y de las tibias sin las calaveras!
¡Cuídate de los nuevos poderosos!
¡Cuídate del que come tus cadáveres,
del que devora muertos a tus vivos!
¡Cuídate del leal ciento por ciento!
¡Cuídate del cielo más acá del aire
y cuídate del aire más allá del cielo!
¡Cuídate de los que te aman!
¡Cuídate de tus héroes!
¡Cuídate de tus muertos!
¡Cuídate de la República!
¡Cuídate del futuro!…


 
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domingo, 12 de junio de 2016

LA LIGA BBVA ES UN TURRE. Y LA LIGA ENDESA NO LE VA A LA ZAGA

El deporte no para. Esto es como una partida de mus. Cuando no se está atento todo “pasa” y “se fue”. Y luego ya no vale decir que tenías pares. Ha pasado. Se fue.

Por eso las correcciones que he tenido que hacer estas semanas a un libro que espero se publique en septiembre me han dejado fuera de juego, como a ese sufrido y lento jugador de mus, Pero gracias al increíble invento de la “televisión a la carta” he podido resarcirme y mantenerme en el juego. Aunque sea a deshoras. Y en diferido.

Pero que me sirva para levantar acta de aquello que más me ha llamado la atención y/o de aquello que más me ha hecho disfrutar:

Las grandes ligas del fútbol europeo, a la espera de la Eurocopa y de la Copa América donde el balón ya rodará esta semana, han concluido. ¿Resultados? Los mismos de siempre. Los mismos coñazos de siempre. Salvo una honrosísima excepción que a todos nos ha mantenido en vilo y nos ha dibujado, al final, una sonrisa en el ánimo: el Leicester City en la Premier League.

Aunque Ranieri ya se lo habría advertido a su modesta plantilla antes de comenzar la competición. Atentos muchachos, venía a decir para armarles de moral, ésta es una Liga muy rarita. Lo que no era sino otra manera de de decir que la Premier es una Liga muy competitiva; la más competitiva de toda Europa, por lo menos; donde los ganadores y perdedores no siempre son los que los oráculos del balompié y aficionados se esperan; donde los marcadores son más inciertos. Y las apuestas tienen su razón de ser y hacen el agosto durante todo el año.

Y así de bonito le luce el pelo a la Premier. La incertidumbre genera diversión y competitividad y la diversión y la competitividad, interés y estadios llenos.

No en vano la Premier es, y seguirá siéndolo, la Liga más atractiva del mundo. Un somero repaso a la clasificación final de esta Temporada 2015/16 nos ayuda a entenderlo. Leicester City 81 puntos, 23 partidos ganados, 12 empatados y 3 perdidos; 68 goles a favor y 36 en contra.

Lo que ha sido posible, y esto parece que a mucha gente se le olvida, gracias a que, entre otros, el United, el Manchester City, el Arsenal, el Liverpool, el Chelsea; vaya los gallitos ingleses, se han pegado de morros contra los adoquines de la derrota. Arsenal, 20 partidos ganados, 11 empatados y 7 derrotas; Manchester United, 19, 9 empatados y 10 derrotas; Manchester City, el mismo y pedregoso sendero: 19, 9 y 10 derrotas; Liverpool, 16, 12, 10 derrotas; Chelsea, idem de idem: 16, 12, 10 derrotas y, por no agotar al personal, el moribundo Newcastle, 9, 10 y ¡19 derrotas!

¡Sí, cuánta razón tenía el bueno de Claudio: sí, una Liga bastante rarita y… apasionante! Justo lo contrario, para entendernos, que la nuestra, donde los ronquidos resuenan en las butacas de casa y en las de los estadios ni tan siquiera eso, ya que cada vez se escuchan menos ronquidos pero porque cada mañana o tarde hay menos aficionados que deciden comprar una entrada para sestear a la intemperie.

Echemos un pequeño vistazo a la clasificación final porque hasta sus números aburren y anestesian: Barcelona, 29 partidos ganados, 4 empatados y 5 perdidos; ¡112 goles a favor! y 29 en contra; Real Madrid, 28, 6 y 4 derrotas; 110 goles a favor y 34 en contra. El Leicester City mismo apenas hubiera sido 4º, a ¡10 puntos del Barcelona!

Y algún despistado podría preguntarnos, ¿es que en esta Liga los demás equipos, que no son ni el Barcelona ni el Real Madrid (que este año nos perdone el muy meritorio Atlético), juegan con 10 o con los pies atados? Y nosotros le responderíamos que no, que lo que pasa es justo lo contrario a aquello que Ranieri decía de la Premier, esto es, que la nuestra es una Liga normal, esto es, predecible, por usar un adjetivo en las antípodas de “competitiva”; vaya, un auténtico ladrillo.
Claro que luego el Real Madrid gana la Champions y todos tan contentos. Pero como diría Lobo, el personaje que Harvey Keitel interpretaba en el Pulp Fiction, de Tarantino, vamos a dejar de hacernos pajas. Que nuestro fútbol y Liga de las Estrellas (sic) aburre a las moscas. Que los chavales tienen que hacerse del Madrid o del BarÇa o claudicar y aficionarse al fútbol que se practica en otros países. Porque a veces tengo la sensación de que el resto de nuestros 18 equipos funcionan como las verdaderas canteras de los otros dos. Jugador que destaca, jugador que los dos grandes tragones se llevan a la boca. Por lo que a esos 18 que juegan, nadie sabe muy bien para qué, quizás deberíamos empezar a llamarles y conocerles por las letras del abecedario, como a los animosos equipos filiales, Real Madrid B, Real Madrid C, Real Madrid D, … Real Madrid J. O Barcelona M, Barcelona N,… Barcelona R.

Pero que, este año, todo sea por el Real Madrid y por su.. ¿11ª? Champions. Pero a mí me da igual la cifra si la “orejona” se levanta al precio de tener una competición nacional en la que se respira el “ambientazo” de aquellos fumaderos de opio que vimos en Érase una vez en América, otra película, la última de Sergio Leone.

Y sí, iba a hablar de más cosas, pero se me acaba el espacio. Se fue. Pero aunque sea de pasada, hablar de Iker Irribarría, el fenómeno guipuzcoano de 19 años, flamante y alucinante vencedor del reciente Manomanista y que, como el Tiger Woods de sus mejores años, nos va a obligar a alargar los campos o los frontones, en nuestro caso. Pero este chaval de Arama parece que va en serio con su golpe bestial, su sangre fría, su cara de “yo-no-he-sido”, de no haber roto un plato en su vida. O hablar, y no pararía, de los Warriors, con su histórico 73-9 en Temporada Regular que, después de unos apasionantes playoffs, se enfrentan a los Cleveland de un LeBron James con ganas de revancha, que seguro quiere ajustarle las cuentas a un Curry demasiado unánimemente ensalzado, en unas finales que prometen tanta o más emoción y espectáculo; unos playoffs, y unas finales raritas, como las calificaría Claudio; tan raritas como normalitas están siendo y serán las nuestras, las de la ACB… ACB…¡Schhh…! Llega la hora de echar una buena cabezada. Nuestra final este año es la misma de los últimos cinco años. El Barcelona la ha alcanzado por ¡10º año consecutivo! Sí, los párpados empiezan a pesar y a cerrarse lentamente… Sí, tengamos, por lo menos, felices sueños aunque, entre nosotros, siempre ganen los mismos.

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domingo, 5 de junio de 2016

MUHAMMAD ALI: LA DIGNIDAD ENTRE DOCE CUERDAS: DEP

 
Muhammad Ali ha muerto. Y son ya muchos los grandes que se nos adelantan y se marchan antes de tiempo. Pero, en realidad, Ali nunca será tanto "uno de los muchos grandes" como "uno de los más grandes". Porque en él caben muchas de las cosas que hacen que los hombres, después de todo, merezcan la pena.

Cabrá siempre en él siempre esa juventud osada que deslumbró y se colgó la medalla de oro en unos Juegos Olímpicos con tan sólo 18 años;
 
y la figura del soberbio campeón de los pesos pesados que se ajustó el cinturón dorado en una velada contra el invencible Sonny Liston;

el genial deportista que deslumbró con su juego de pies (a lo Fred Astaire, según la acertada expresión de Garci) y su portentosa y precisa pegada (como una avispa);
 
el rebelde y contestatario que, en la cumbre de su carrera, cuando más tenía que perder, es desposeído del título por dar la espalda a la Guerra de Vietnam, y condenado a no subirse a un ring durante 3 años;
 
cabe también en Ali ese´deportista que no deja de perseverar y consigue regresar y recuperar el cetro de campeón, que nunca le habrían arrebatado, contra Foreman en la inolvidable jungla del Zaire, en un combate que hizo que el mundo entero contuviera el aliento y se detuviera durante 1 hora;
 
caben en él, en fin, los míticos y encarnizados, pero los más nobles también, enfrentamientos contra el infatigable Frazier;
 
y el hombre que nunca dejó pelear contra todo aquello que se le pusiera por delante y que considerara injusto;
 
contra el Parkinson, por ejemplo, que le propinó el golpe más bajo y rastrero y le perseguiría durante los últimos años de vida;
 
pero, sobre todo, en Ali cabe la más hermosa definición que la palabra "Dignidad" pueda tener entre nosotros, la Dignidad con mayúscula, la que hace que su estrella sea la única colocada de pie, en vertical, en el Paseo de la Fama hollywoodense; esa Dignidad (¿o acaso podemos verle- adjunto abajo el enlace- encendiendo, enfermo y tembloroso, el pebetero de Atlanta sin que la emoción nos haga también a nosotros temblar?) que sólo los seres humanos retienen y atesoran, y por la que, en este cuadrilátero que es la vida, nunca habría que dejar de luchar si no quisiéramos con ello dejar de llamarnos "seres humanos".

Por todo esto DEP, Muhammad Ali.


https://www.youtube.com/watch?v=80wMMFAcweQ
 
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jueves, 2 de junio de 2016

SHUTTER ISLAND: SORPRESAS NOS DA EL CINE


A mí Shutter Island me parece una película fallida. En realidad, como todas las que Scorsese ha hecho con Leonardo Di Caprio: la terrorífica Gangs of New York, El aviador, y otras de las que ahora no me apetece acordarme. No sé lo que el bueno de Martin ha visto en Di Caprio. Él dice que es como una joven y fresca réplica del mejor Robert de Niro. Yo tampoco le daría mayor importancia, y sus declaraciones y buenas intenciones las achacaría a los embates típicos de los años que no perdonan.

Sí, quizás Martin ya esté mayor y achacoso. Porque, ¿quién podría comparar al De Niro de Taxi Driver con el Di Caprio de El lobo de Wall Street y quedarse tan ancho? Sólo quien no se ha puesto todavía las gafas después de levantarse de la cama. Así que dejémosles tranquilos. A los dos. A Leonardo y, sobre todo, a Martin que tanto ha hecho por el cine (aunque quisiera no podré olvidarme nunca de la excelente El rey de la comedia,, y del papel que le brindó en bandeja de plata al gran Jerry Lewis) y por la… música (¿¡cómo iba a olvidarme tampoco de El último vals y de The Band, otra de sus mejores películas?!).

Aunque por esto mismo, por todo esto, Shutter Island me da pena y a la vez me pone de mala leche. Sus literales fusiladas a Vértigo, de Hitchcock, lejos de parecerme un entrañable homenaje al maestro de los maestros, se me antojan, por su pesadez y reiteración, el ejemplo más palmario de que Martin chochea, de que más vale de que nos vayamos convenciendo de que los años de Toro Salvaje pertenecen ya al siglo pasado. Qué se le va a hacer. La narración, el punto de vista que Scorsese maneja en Shutter, las trampas que tiende al espectador me parecen, realmente, impropias de un director de su envergadura, uno de los nuestros, citando el título que para su distribución española tuvo otra de sus más aclamadas películas y aunque nos cueste reconocerlo en esta isla, en este pastiche con Vértigo al frente, pero también con Zaroff y otras pajas cinéfilas detrás.

Pero el cine es una gozada. O al menos siempre lo es para mí. Y de lo más imprevisible, de la película que uno ya se no espera nada, de repente salta la más grata sorpresa. Y esto es lo que me pasa a mí siempre que veo esta farragosa e inverosímil Shutter Island. Porque viéndola tengo la oportunidad de escuchar durante los créditos finales (sí, hay que esperar hasta el último fotograma) una delicatessen u On the Nature of Daylight, de Max Richter, cantada no, acariciada por Dinah Washintong.

Sólo por esto Shutter Island no merece ser arrojada al cubo de la basura. Claro, quizás Martin haya perdido con el paso del tiempo el pulso cinematográfico, pero sigue teniendo un oído sabio y muy fino, como el de esos viejos a los que todavía no se les escapa ni una. Y si por si acaso se le escapaba ahí tenía (leo su nombre en los créditos) a su colega desde los tiempos del vals, al irrepetible Robbie Robertson, líder y alma mater de The Band, para echarle un capote y recordarle, por ejemplo, que el tema de Max Richter es una de esas joyitas que nunca hay que dejar de escuchar.

Os la adjunto, y a ver qué opináis; sobre todo los que no la conocéis aún.
  

 


 
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