martes, 23 de diciembre de 2014

FELIZ NAVIDAD, COÑO

 
En esta época de "poco pan para tanto chorizo" adjunto para todos esta pequeña rebanada o villancico del gran Pepe Hierro, a modo de felicitación navideña y con los mejores deseos para el año próximo y para todos aquellos (años, se entiende) que quieran venir detrás de él.

VILLANCICO
(DIÁLOGO DE PASTORES POR INTERNET)
“¡Ha nacido!”
            “¿Quién nació?”
“Quien va a ser: quien era y es”
            “¿Dónde ocurrió?”
            “Naveguemos
por Internet:

            Triple W, Punto. Arroba.
Punto. Com. Portabelén.
Ángeles. Pastores. Magos.
María. Arroba. José
y la tibieza del heno.
La Mula. El Buey.
La estrella errante y su orquesta
de estrellas – sol fa mi re –
y el almendro que no sabe
que es Diciembre...”.

            “Pero, ¿quién
es la luz, la flor desnuda
que ríe en Portabelén?”

            “Es quien es.
¡Quién iba a ser!”
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domingo, 21 de diciembre de 2014

SÁNCHEZ ROSILLO & LOU REED

Lo que me gusta es establecer relaciones entre aquellas cosas en las que paso el tiempo. Esto hace que me crea que en este mundo todos estamos más comunicados de lo que pudiéramos pensar. Me instala en la certeza de que todos viajamos en el mismo barco. Algunos serán grumetes, otros contramaestres, otros capitanes, otros cocineros e, incluso, algunos polizones que se han embarcado sin papeles. Pero de verdad eso no me importa. Porque a lo que voy es que, a pesar de su falta de documentos, ellos también viajan con nosotros. Y si algo le sucediera al barco esos indocumentados sufrirían las mismas consecuencias que los que hemos pagado el billete.

Y todo se me ha venido a la cabeza mientras leía ese bonito poema de Sánchez Rosillo que se llama Las palabras que he escrito y he pensado al momento en Lou Reed (¡siempre él!) y en esa increíble canción que se titula My House, porque en ambos, en el poema y en la canción, se habla de "casa" y encuentro un sosiego, una generosidad, una paz de domingo similares; un encontrarse a gusto consigo mismo y con los demás, con ese instante increíble al que nada pedimos porque nada le falta.

Primero, el poema:
 
Las palabras que he escrito no son mías,

aunque también a mí me pertenezcan.

Yo escuché, y dije luego

con mi voz y a mi modo lo que oí.

Qué raro patrimonio.

Al fin y al cabo, soy

un indigente rico, un rico pobre.

Y esta hacienda pequeña que es tan grande

nadie me la disputa

y hasta se me atribuye con frecuencia

su entera propiedad.

Hace ya muchos años que trabajo

con ilusión en ella,

y desde que la cuido procuré

esparcir a su tiempo la semilla

en surcos bien dispuestos.

Y en medio de los campos, poco a poco,

levanté como supe con mis manos

esta casa que veis.

No es suntuosa, desde luego, pero

podrá encontrarse acaso

alguna estancia en su interior que sea

cálida y habitable.

Intento en lo posible mejorarla

y le voy añadiendo

de tarde en tarde alguna dependencia.

Se halla a disposición de todo el mundo;

en verdad es de todos.

No hay aquí cerraduras; siempre están

las puertas bien abiertas.


Y ahora la canción. Vosotros diréis.
 

 
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sábado, 13 de diciembre de 2014

JOSÉ Mª LATORRE HA MUERTO


Acabo de enterarme hace unos minutos: José Mª Latorre murió el pasado 14 de noviembre, de "una manera rápida e inesperada", según he leído en las páginas de Dirigido por... del mes de diciembre. Sabía que andaba fastidiado. No había escrito las páginas digitales del número anterior de la revista. Y sé también que eso en él no podía ser signo de nada bueno. Pero la muerte siempre nos coge por sorpresa. Y si es de alguien al que se admira la sorpresa se acompaña con el dolor y... un segundo de silencio durante el que uno se pregunta muchas cosas, como si ese segundo fuese, en realidad, mucho más que un segundo o como en mi caso, sin ir más lejos, casi-toda una vida.

Porque José Mª Latorre para mí ha sido como un maestro. No, más exactamente: el maestro. Mi crítico de referencia. No podría asegurar que gracias a él se me metió en el cuerpo el gusanillo del cine, pero sí que gracias a él ese gusanillo fue tomando la forma que hoy tiene. Sus críticas eran mi santo y seña particular. Sus películas, poco a poco, mis películas. Y sus ojos, partes imprescindibles de mi mirada cinematográfica... y vital, ¿por qué no? Hitchcock, Murnau, Fellini, Terence Fisher, Bergman y tantos otros que hicieron y hacen, todavía hoy, que la experiencia de sentarse a ver una película sea una de esas fascinantes y misteriosas (¿o acaso la emoción no es misteriosa?) experiencias que hacen que esta vida merezca la pena.

Luego esa mirada cinematográfica se hizo mayor y fue abarcando otros campos. También José Mª contribuyó a ese "crecimiento", ¿Y cómo se le pueden agradecer a alguien semejantes regalos? En la literatura me abrió las páginas de Kipling, Joseph Conrad, Faulkner, Tolstoi o Kundera. Y con la música me acompañó a los estrenos de Rota, Stravinski, Alban Berg, Mozart o Beethoven.

Y con todo ello fue haciéndose una masa. Y esa masa fue la que, en parte, me hizo. Así que el espíritu de José Mª sigue viviendo, de alguna extraña manera, en mí. Por eso cuando me he enterado de su muerte una esquina de ese espíritu también me ha dicho adiós con la mano. O hasta luego, que es lo que preferiría imaginar que escucho cuando alguien querido me deja. Porque eso sería como pensar que simplemente José Mª no ha querido esperar, que se ha adelantado unos metros  por delante, y que algún día volveremos a vernos en un cine donde se proyecta, por ejemplo, el Moonfleet de Fritz Lang o en una sala de conciertos donde se programa El clave bien temperado del insigne Sebastian Bach.

Pero de momento habrá que esperar. Y hoy acaso me ponga en el DVD I clowns cuyo final tanto le gustaba. ¿Y a quién no? Por lo que añado, debajo de estas apresuradas y dolorosas líneas, esa increíble secuencia a los geniales sones de Nino Rota, a modo de homenaje a una persona que, sin imaginarlo, me hizo un poco como soy y siento. QEPD.


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