martes, 16 de agosto de 2016

FRANCO CONTINÚA ENTRE NOSOTROS; PRIMO LEVI LO DEJÓ ESCRITO: ¡S.O.S.!


Siempre con un libro bajo el brazo, aunque en estas tórridas tardes del verano, paradójicamente, no tenga casi tiempo de abrir las tapas. Pero hago lo que puedo, y estos días ando con El sistema periódico, de Primo Levi que leí en alguna parte que había sido elegido el mejor libro de ciencia escrito durante el último siglo.
 

Primo Levi era químico pero también un excelente escritor y El sistema periódico es buena prueba de ello. Además no se trata de ningún enrevesado tratado científico sino de una entretenida y fascinante colección de breves relatos (posiblemente fuera esta, la “brevedad”, la que me animó a escoger sus páginas para amenizar estos días tan ajetreados), y que tiene desde sus títulos y tramas una directa relación con diferentes elementos químicos, a los que Levi convierte en metáforas sobre el hombre y las relaciones humanas, tal y como podemos leer en la contraportada del libro editado por Península. Así tenemos Argón, Hidrógeno, Zinc, etc. hasta Carbono, que es el veintiuno y último relato. Todos ellos buenos cuentos y varios, excelentes; sin ir más lejos, Zinc me pareció uno de esos que el gran Borges podría incluir en cualquier antología de las suyas sin ningún desmerecimiento.

Pero para estas líneas me quedaré con Oro, porque en él he encontrado una frase que me ha dado que pensar y que es, directamente, el motivo que me ha impulsado a escribir estas parrafadas, aparte de intentar prestar con ellas algún pequeño servicio a la buena literatura, a Primo Levi, y a avivar en algún interesado lector las ganas por comprar El sistema periódico, que no nunca sobraría en ninguna buena biblioteca, como siempre defenderé cuando algún libro me toca la fibra.

Pero a lo que iría sería a esa frase que dice, (…) el fascismo había hecho efecto sobre nosotros, como sobre casi todos los italianos, alienándonos y volviéndonos triviales, pasivos y cínicos, ya que al momento he pensado en nosotros pero en nosotros, nosotros, en los españolitos de a pie y en los 40 años (que se dicen pronto) en los que también sufrimos como Levi el fascismo puro y duro, bajo las señas de la dictadura de Franco.

Porque pienso que aún, casi medio siglo después de que el funesto dictador muriera y acabara con ello su cruento régimen militar, continuamos, en cierta y desoladora manera, enredados y bebiendo de aquellos mismos líquidos que empaparon y dieron voz a su peripatético pero muy peligroso, ¡Arriba, España!

Y habría sido Primo Levi quien me habría puesto sobre la pista. O más en concreto, su cuento Oro y la frase que repito como un mantra, (…) el fascismo había hecho efecto sobre nosotros, como sobre casi todos los italianos, alienándonos y volviéndonos triviales, pasivos y cínicos. Y pregunto, ¿no seguimos con la inestimable (sic) ayuda del caudillo alienados con nuestra propia historia, con nuestros ancestrales complejos arrastrados desde el… oro, sí pero, en nuestro caso, desde el Siglo de Oro, y no seríamos asimismo triviales (encendamos, por ejemplo, la televisión en cualquier momento del día), pasivos (¿no es la queja nuestro deporte nacional preferido; la queja y a continuación el cruzarse de brazos y dormir la siesta más pesada que podamos imaginar?), y cínicos (¿o no nos creemos más listos, espabilados y pícaros que cualquier otro que no sería sino un pobre diablo que no sabe disfrutar verdaderamente (sic) de la vida y se pierde en sesudos jamacocos que no llevan a ninguna parte y de los que nosotros, afortunadamente (sic) tan listos, nos hemos apartado recurriendo al cachondeo más ruidoso y frívolo, a la noche más larga?

¿O no nos daría en estos días, que quien más o quien menos se pira unos diítas de bakatas, el turismo más europeo, los cabezas cuadradas que bajan de Alemania, los gentlemen trasmutados en hooligans como réplicas del doctor Jeykill o los
finos y educadísimos franceses, la razón más indiscutible a nuestra sin sustancial manera de pasear por este mundo? ¡Si todos ellos quieren lo que tenemos nosotros! ¿Para qué tenemos que preocuparnos entonces?, nos preguntaríamos alienados, triviales, pasivos y cínicamente ignorantes. ¿O no es, en el fondo, esta una de las causas del lamentable espectáculo en el que nuestra clase política anda solazándose, no-hay-prisa-je-je, como quien no se entera de nada, desde hace más de seis meses, en este disparate de dimes y diretes que amenaza, pero a quién le importa si somos tan listos, con tumbarnos de un sopapo, del que quién sabe después lo que nos va a costar despertar y levantarnos?

Claro, Franquito sigue haciendo de las suyas. Ha muerto, sí, hace casi medio siglo, pero sus muy prescindibles “enseñanzas” continúan empozoñándonos la sangre (española, que cantaría el bueno de Manolo Tena). De esto ya no tendría duda alguna. Primo Levi, El sistema periódico y el Oro me la habrían despejado.  
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