jueves, 18 de julio de 2024

¡EL "NIÑO" ME TIENE HASTA LOS COJONES!

Pero, ¿qué nos pasa en este país?, ¿a cuenta de qué esa costumbre de adjudicar a nuestros jóvenes talentos deportivos el sambenito de "niño" o, lo que vendría a ser lo mismo, su propio nombre terminado en "ito"? Fueron el "Niño" Torres (fútbol), el "Niño" Sergio García (golf) y ahora "Carl-itos" Alcáraz, el nuevo capo del panorama tenístico, con su 2º título consecutivo en Wimbledon. Sí, sí, de acuerdo, pero el "Carlitos" no te lo quita ni dios.

Y, ¡¿qué nos pasa entonces?! ¿Nunca dejará de gustarnos la "Nocilla"?, ¿nunca nos pondremos los pantalones largos?, ¿nunca dejaremos- como el título de la película de Pere Portabella- de contar con los dedos?, ¿nunca nos será necesario afeitarnos el bigotillo?, ¿y torceremos el cuelllo para mirar siempre hacia arriba?, ¿y con la baba colgando... hacia abajo?

Claro que si tratamos de responder a la pregunta quizás a esa "costumbre" no haya que seguirle el rastro hasta muy lejos. Témome que la respuesta no está soplando en el viento, como nos aseguró el gran Bob Dylan, sino en nosotros mismos, tan mayores y, sin embargo, tan pequeños también. Metafóricamente escribiendo, se entiende. Bien mayores y poniéndonos, todavía, de "Nocilla" hasta el culo; pelo en pecho, pero con pantalones cortos; afeitándonos a diario, pero sin que el bigotillo de marras desaparezca; cejijuntos y muy serios, pero siempre alzando, embobados, los ojos; sin la baba colgando, pero... con la baba colgando. Mayores, pero siempre "niños"; sí, auténticos "bebés de teta".

Porque parecería que no habría otra foma, se me ocurre pensar, de "sentirnos mayores" que calificar a los que sólo son menores en años, de "niños" por lo que, en consecuencia y por arte del birli-birloque, los demás nos convertiríamos ipso facto en mayores. Pero sin que nadie repare en que esto no es más que un hueco juego de palabras, y de que a pesar de haber cumplido ya los 50 años, por ejemplo, seguimos haciéndonos pis en los pantalones (cortos).

¡Pero este país necesita crecer como agua de mayo! ¡Necesita hacerse mayor de verdad, que ya siendo hora! Y un primer paso, en este sentido, sería seguramente borrar tantos "niños" e "itos" de nuestro vocabulario y de nuestros grandísimos deportistas. Eso, con la tela que ganan, con la responsabilidad que sostienen sus hombros- ¡ahí es nada representar a todo un país que no te quita los ojos de encima!- es, filosóficamente hablando, una reducción al absurdo.

Con ello, o sea, desterrando la maldita costumbre, veremos, además, cómo a nosotros, al no pronunciarla, se nos viene el espíritu para arriba, nos crece el sentido común, se nos agrandan los ánimos y volteamos los balbuceos, a los que tan aficionados parecemos- sólo nos hace falta escuchar a nuestros patéticos políticos- y empezamos a articular frases subordinadas, a arreglarnos con las matrices e integrales.

¡Sí, por fin adultos! Pero sin que tengamos, por ello, que hacer un día de fiesta, porque es lo que nos toca ser, después de tantos siglos y años de Historia, de tantas inquisiones y descubrimientos, de siglos-de-oro y generaciones del 98 y del 27, de tanta sangre derramada a borbotones, de tantas luchas fraticidas, sin excusas ni prisioneros.

Entonces si, con todo ello, la voz nos debería haber cambiado, ¿por qué insistimos en continuar hablando con la "voz-de-pito? Seguramente, Nico y Yamal nos agradecerían el cambio de "tonalidad".   


 

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