martes, 2 de julio de 2024

EL NUEVO SÁLVAME DE LUXE: SIESTA AL CANTO

Escribo esta crónica o entrada u ocurrencia más o menos disparatada a cuenta de que, por lo visto y por muy mal que lo haga y se comporte el Gobierno, o poniendo el dedo en la llaga, Pedro Sánchez y sus coadláteres o ministros y/ allegados de 1º, 2º o enésimo grado, y ante los resultados obtenidos en las últimas o penúltimas elecciones- he perdido la cuenta-, más que correctos- para lo que hay-, el país va bien, y parece no resentirse ante las abrumadoras chapuzas que le salpican un día sí, y otro también.

Y no puedo dejar de interpretar que, con semejante panorama, la desafección que cunde entre la ciudadanía de a pie ante las huestes gubernamentales habría llegado a tal punto que, en realidad, a esos políticos se les ve, se les sufre o se les disfruta como a esos otros personajes que inundan las programas de cotilleo, las almidonadas páginas de las revistas de corazón con sus permanentes idas y venidas, con sus aburridos dimes y diretes, con sus reiterados desacuerdos, con sus donde dije "Diego" ahora se me pone y digo "digo", ¿y qué pasa?, porque ahora digo "dildo" y juego con él con mi novia, ¿y qué pasa?. Sí, esos personajillos, llamémosles por su "nombrecillo", que tan a pecho se toman sus cosas que los demás, en el fondo, sabemos que no son tan serias y nos entretienen sin más porque ninguna de ellas nos van a llevar a ninguna parte. Acaso al recurrente y plomizo "y tú más". Así que, simplemente, después de que la bronca suba los decibelios, nosotros bajaremos el volumen de la tele y, entonces, su suave y monótono ronroneso nos ayudará a echar la siesta. Como las etapas más llanas de la Vuelta.

Claro, me ha llevado mi tiempo darme cuenta, pero ahora lo sé: Pedro Sánchez es Jorge Javier Vázquez, Feijoó, Kiko Hernández, Óscar Puente, Jimmy Jiménez-Arnau, María Jesús Montero, Chelo García-Cortés, Yolanda Díaz, Belén Esteban o Pilar Alegría, María Patiño. Y todos ellos nos siguen ayudando a pasar el rato, con sus exabruptos, crispados desencuentros, sí, pero que, en el fondo, nunca son para tanto. Al de unos días les podremos ver sonriendo sentados ante una lujosa mesa y firmando acuerdos que hace sólo unas horas antes eran verdaderos e irresolubles desacuerdos. Es lo que hay, que escribiría Vonnegut en su excelente Matadero Cinco.

Porque el país, mal que bien, continúa adelante. Porque en este mundo globalizado, en este mundo gigantesco, donde ya somos más que hormigas en un hormiguero africano, las cosas se disponen según unas directivas y estrategias que ya quedan fuera del control de nuestros enfrentados gobernantes. ¿Cómo, si no, iba a funcionar el país con semejantes rectores? Claro, los técnicos saben arreglárselas muy bien por sí solitos. Claro, en este mundo globalizado los tecnócratas campan, por fin, a sus anchas. Mientras sus "jefes" se entretienen y nos entretienen como los personajillos a los que hacíamos alusión un poco más arriba: personajillos de luxe. Se saben estos tecnócratas, a pesar de los desafueros y meteduras de patas en las que a veces incurren- ¡nadie es perfecto!-, imprescindibles para que el circo continúe levantando la lona cada mañana. Son ellos los que, realmente, empuñan el timón. Y aunque vistan trajes de marineritos, los prismáticos cuelgan de sus pescuezos.

Y por todo ello ello he aprendido, o creo haber aprendido, a no llevarme las manos a la cabeza cada vez que Pedro Sánchez o Puigdemont nos sale con alguna de sus ocurrencias..Sé que éstas apenas diferirán de aquellas otras que puede mostrar el incansable Mariñas antes de dar paso a la publicidad. Pataletas de niño mal criado. O posiblemente pataletas provocadas por saberse en el fondo con menos chicha e influencia en el panorama geopolíitico que un espontáneo saltando en pelotas a un campo de fútbol, ya que estamos en plena Eurocopa. Es triste, no, lo siguiente: patético, y haríamos muy bien en considerar que los políticos, en este mundo globalizado y tecnificado. ya no pintan mucho, apenas dan más de sí, o más que para entretenernos o aburrirnos hasta el moño; circunstancia esta que dependerá siempre de cada uno. Como las broncas en las que se enfrascan María Patiño, los Kiko Hernández y toda esa recua. Y por eso yo, cuando les veo y les oigo tan crispados, hago lo mismo que hacía cuando Sálvame se montaba la-de-dios-es-cristo: ladear la cabeza y coger postura. Porque el país va bien. A bronca limpia, pero va. Y hasta que lleguen las etapas más llanas de la Vuelta no creo poder encontrar mejor y más efecrtivo somnífero.

 

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