martes, 4 de junio de 2024

RICHARD WAGNER & WERNER HERZOG: PARECIDOS RAZONABLES

Hacía tiempo que no me refería a uno de esos parecidos razonables a los que tan aficionado soy, y que tantas sorpresas y enseñanzas me ha deparado, y que espero que a vosotros también lo haya hecho, por supuesto. Y la semana pasada se me presentó, como anillo al dedo -y valga la redundancia, y enseguida leeréis por qué-, la ocasión de prolongar esas citas memorables.

Y es que durante mis visitas anuales al magistral ciclo del Anillo wagneriano, me topé con El oro del Rhin, primera entrega de la tetralogía, y con su magnífico prólogo. La música con él te anuncia ya lo que vendrá a continuación: nada menos que, posiblemente, las 15 horas de música más alucinante que jamás se haya escrito, o que ser humano haya imaginado nunca, y que te transporta, levantado por los hombros, a otros mundos que están pero que no están en éste; que toman su alimento de esta tierra nuestra pero que, después, crecen y se forman en otras ignotas latitudes, con otras materias que ya nos resultan más ajenas, aunque por ello mismo, más tentadoras, más fascinantes; que nos dejan, literalmente, sin aliento.

Claro, la magia del Anillo de Richard Wagner siempre ha estado ahí, su grandeza, su ambición desmesurada, pero mi sorpresa- porque el Anillo es inagotable- fue rastrear en ese prólogo del Oro, ¡las sensaciones, los aromas, la música que Werner Herzog, utilizó para su, igualmente magistral, Aguirre, y en concreto para su hipnótica secuencia inicial, lo que me habría llevado a valorar, aún más si cabe, las excelencias de la película. Porque en sus parecidos razonables, y más allá de las obvias similitudes emtre el Oro wagneriano y Eldorado que busca Aguirre; en la relación que yo, al menos, entablo entre las dos partituras, viaja la propia grandeza de Aguirre, la ambición de Herzog al ponerse detrás de la cámara, la certeza que supone para mí que, tal y como ocurre con el Anillo wagneriano, también Aguirre se viste con esa misma ambición, también Aguirre es algo muy especial, único y diferente de lo que hasta el momento habríamos visto sobre una pantalla de cine.

Claro, pero en estos momentos cinematográficos de "vacas flacas" esto de la ambición nos suena hueco, ¿verdad? Así, que sirva esta entrada para rescatar esa ambición que, una vez, habríamos disfrutado, que habría tenido su asiento entre nosotros, humildes mortales; y que, como premisa, tampoco deberíamos descartar a la hora de enfrentarnos al temible "folio en blanco". Que luego los resultados estén o no a su altura, eso será otra historia, pero que por nuestra falta de ambición no haya quedado.  



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