jueves, 24 de octubre de 2019

ATHLETIC: JUGADORES DE PEQUEÑA, SÍ, PERO ¡A POR LA BANDERA!

Hace unos días me publicaron en el periódico digital de El desmarque de Bizkaia el siguiente artículo sobre el Athletic (de Bilbao, claro):

“Incluso los que no hemos jugado demasiado a las cartas pero hemos andado en torno a esas mesas donde se disputaban las copas después de las comidas en reñidas partidas, hemos escuchado y aprendido esa famosa coletilla que todo buen jugador de mus conoce, asume y que dice, jugador de pequeña, perdedor seguro.

Y si se me ha ocurrido durante estos días semejante gracieta no ha sido por otra cosa que por el panorama hacia el que apunta nuestro queridísimo Athletic de Gaizka Garitano. Y así también podríamos añadir aquello de, al César lo que es del César, ya que si por algo se ha caracterizado el bueno de Gaizka y, por ende, las plantillas a las que ha entrenado, han sido por ser venerables ejemplos de equipos que encajan pocos goles sí, pero que también ellos meten muy pocos. Aunque esto que no dejaría de ser una opción, y muy buena, para todos aquellos equipos que no están capacitados para meter cuatro o cinco goles por partido (cierto, pocos hay de éstos), y ya que marco pocos goles que me marquen también pocos a mí: correcto, pero detrás de esta sentencia se esconde una trampa que puede acabar siendo mortífera.

Porque aspirar a ser los campeones del 1-0, del 2-1 o del ¡2-0 a lo sumo! o, cuando se juega como visitante, claro, del 0-1 o del 1-2, amén de ser un auténtico gurú de los empates a 0 o a 1, entraña unos peligros que, desgraciadamente, nuestro Athletic ya está sufriendo durante las últimas jornadas ligueras.

Porque estemos al loro, y reconozcamos que la distancia que separa un 1-0 de un 0-0 es mínima, el capricho o la tontería de un VAR, por ejemplo; la misma que separa, cuando jugamos fuera de la Catedral, un digno 0-0, de un ingrato y puñetero 0-1. Pero son éstas las cosas que tienen el ser jugador de pequeña. Y todos tenemos la obligación de saber, por lo menos, a qué jugamos.

Sólo que el problema no tiene, a bote-pronto, una solución sencilla. Lo escuchamos a menudo por la calle, con esa tosca y simple sabiduría que tan bien nos supo transmitir Boskov, donde no hay, no hay. Así que si el Athletic de Gaizka no puede meter 4 o 5 golitos por partido que no los meta y juegue a pequeña. Vale, sí, de acuerdo. Pero sin olvidar, entonces, de un par de detalles, nada sencillos

1º. Cerrar nuestra portería con candado y con clave desconocida para desmoralizar a los más habilidosos mangantes. Defenderla con uñas y dientes, que aconsejaría un bestia. ¡En fin, dejar la portería a 0! Pero…

2º, y si no se puede lograr lo anterior, cuando el partido se vaya decantando por el rácano (es lo que tiene ser jugador de pequeña) 0-0 (me acuerdo del Mallorca) o 1-1 (me acuerdo del Leganés) entonces sí, ¡ir a por todas!, ¡ir a por la bandera!, que diría el bueno de Jon Rahm (y así habría vuelto a ganar el Open de España), ir a por 0-1 (me acuerdo todavía del Mallorca), o a por el 1-2 (me acuerdo todavía del Leganés) porque, como a todo jugador de pequeña, le llegarán los días de vacas flacas y no podremos permitirnos el lujo de haber dejado pasar ni la más mínima oportunidad de largo (me acuerdo del Mallorca y del Leganés).

Luego juguemos a pequeña si, pero como estrategia para ir a más, con los mil sentidos alerta. Esto es, con un gran sentido. No pasemos ni una y cuando intuyamos, con ese gran sentido que reclamo a los jugadores de pequeña (al Athletic de Gaizka), que, más allá de una pírrica derrota o de un pírrico empate, podemos igualar la contienda o ganar el partido, pues ¡a por él!, ¡hinquémosle el diente!, ¡y no cojamos prisioneros! Que luego no nos acordemos de lo que pudo ser y no fue. Que es éste siempre un irreversible y jodido pensamiento”.

Pues esto es, o esto fue el artículo en cuestión pero, como siempre he defendido las inequívocas similitudes que existen entre el Deporte y la Vida, añadiría ahora que incluso los jugadores de pequeña, o sea, los que no vamos por este mundo sacando pecho a las primeras de cambio, o levantando pendencieros la voz, o dando, en definitiva, el más latoso cante creyéndonos los más guapos y listos de la clase, debemos, en la medida de nuestras posibilidades, ¡ir a por la bandera!; que esto nadie nos lo puede impedir. Pequeños, pero siempre ambiciosos. Porque creo que la auténtica ambición más que con los resultados casa con el intento; sí, con lo único que nadie nos puede sustraer nunca, porque el intento no depende del tamaño o de la fuerza (pequeña o grande) sino, más bien, de una actitud valiente ante la Vida. Y si, por desgracia, no tuviéramos esa actitud, tendríamos que estudiarla, aprenderla y aplicarla. Se me antoja, incluso, que sería ésta nuestra humana obligación. Porque la Vida, esta Vida en la que andamos enzarzados, nos lo exige.
 
Y terminaría y volvería por donde empecé, con el Deporte, con el Athletic, porque todos los partidos de esta Vida nos exigen también, incluso desde la humildad, ser ambiciosos, corajudos como el que más. Y si no, morir en el intento. Figuradamente, claro- no vayamos a pasarnos de la raya. Porque el Deporte es como la Vida, y si no, no es.    

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