viernes, 13 de marzo de 2015

ELMER BERNSTEIN & RAVEL, PARECIDOS RAZONABLES

 
En la entrada fechada el pasado 8 de julio de 2014 inauguré (¡que pretencioso me suena ahora que lo  escribo!) una sección que llame de forma, no muy original que digamos, parecidos razonables, y en cuya 1ª edición citaba una canción Silence, Sea & Sky de The Chameleons y el tema principal de Twin Peaks escrito por Angelo Badalamenti, como curiosos "parecidos", dadas las diferencias geográficas, temporales y musicales que existen (espero que esto nadie lo ponga en duda) existentes entre el grupo inglés y el compositor de Brooklyn.
 
Pero pienso que esto de los "parecidos razonables" es uno de los ejercicios más saludables que podemos realizar metidos en estas "huestes artísticas" ya que se trata del mejor que demuestra, o por lo menos me lo demuestra a mí, que las líneas que configuran a los distintos artistas lejos de ser líneas paralelas, sin contacto alguno entre ellas, son justo lo contrario: líneas transversales, líneas de fuga (que diría el imprescindible filósofo francés Gilles Deleuze) que se cruzan continuamente y de cuyos encuentros surgen nuevos temas, nuevas melodías, nuevos actos de creación.
 
Por esto siempre he insistido, en mis clases, en tomar por bandera un aprendizaje continuo, que nunca se termine y que nos permita descubrir tantos parecidos razonables como nos sea posible. Porque este rastreo de similitudes de fondo y/o forma, lejos de darnos la pueril excusa de ir corriendo a cualquier oficina de Derechos de Autor a denunciar un miserable plagio, nos debe servir como impagable ejemplo de que el Arte, en mayúsculas, no es sino Uno, también con mayúsculas: aquella expresión al alcance sólo de los seres humanos, la que hace que podamos ser, al mismo tiempo, humanos o, como diría Nietzsche, demasiado humanos.
 
Y me animo, y confío en seguir con la sana costumbre (indicio de que aún no me he convertido en piedra o pedrusco), y traigo a colación una 2ª entrega de estos "parecidos razonables" que no harían referencia sino al Tema Principal de la película Matar a un ruiseñor (To Kill A Mockingbird), de Elmer Bernstein, que de vez en cuando pienso que es el mejor Main Theme, que dirían en Hollywood, escrito para cine y el Menuet o 3º movimiento de la suite para orquesta Le Tombeau de Couperin, una delicatesen de Maurice Ravel (para quien no tenga paciencia, cosa que lamentaría, de escucharla entero, el Menuet empieza en el minuto 9 y 43 segundos). Y sugerir, apenas, antes de dejaros disfrutar con ellas que los "parecidos" entre ambas, más que en sus notas y acordes, yo los derivaría del aire que "sopla" sobre las dos piezas y que vuelven a congraciarme, ¡una vez más!, con este género humano al que pertenezco, me guste o no, y que no puedo negar que en muchas ocasiones, en muchas más de las que debería, me saca, y me temo que continuará sacándome, de quicio.
 
     MATAR A UN RUISEÑOR, BERNSTEIN               
 



  LE TOMBEAU DE COUPERIN, RAVEL  

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