lunes, 10 de junio de 2024

SOBRE EL VOLQUETE DE BORJA VILLACIS

El otro día, ya lo habréis oído por activa y por pasiva, el hermano de la política Begoña Villacís, Borja Villacís, fue asesinado por tres energúmenos, como parece que él mismo lo era, a cuenta de un clásico ajuste de cuentas relacionado con el tráfico de drogas, tal y como las primeras investigaciones policiales apuntan.

Por lo visto y oído se trataba de hacerle pagar al bueno de Borja, es un decir, lo que en los términos de los cárteles se denomina "volquete"; esto es, apropiarte de un alijo que no está precisamente destinado ni a tu nariz ni a tu persona. Y eso, o sea, el mencionado "volquete" se paga sí o sí, a toca-teja, y sin que debas esperar a que nadie te dé el cambio; un "dep", como mucho.

Pero a mí, ciertamente, las andanzas de Borja Villacís me traen sin demasiado cuidado, y no hubiera escrito ni esta entrada ni nada por el estilo, sino hubiera sido porque a cuenta del aparatoso suceso ha surgido en los medios, limpia y diáfana, la palabra "volquete". Vol-que-te. Y como si del aroma de aquella magdalena que a Marcel Proust le inspirara el grandioso En busca del tiempo perdido, a mí el "volquete" me ha llevado también hacia atrás, muchos, muchos años atrás, casi 40, joer, a los años en los que iniciaba mis estudios universitarios, y en los que empecé a formar piña con los Gonzalo, Sebas, Gorka, Santi y Cía.; años inolvidables, años cachondos, años de risas, años de qué-nos-importa-realmente-el-futuro, verdaderos años de Carpe diem.

Y si "volquete" ha sido capaz de obrar este milagro de verme, de repente, otra vez con 20 años, con el pelo más largo y sin la scooter que ahora debo utilizar para moverme a cuenta de una puñetera esclerosis múltiple que me salió de repente y a la que no vi venir ni en mis peores sueños, ha sido porque entonces la palabra la utilizábamos la piña, a la que antes aludía, y con cierta asiduidad y gamberreo, cuando el portador de la bolsita de cocaína se disponía a esparcir las consiguientes rayas sobre una carpeta, por ejemplo ya que, lo habría escrito también, eran aún mis tiempos de estudiante, y levantando un poco la voz y seriamente avisaba, ¡volquete!, que no era sino la triste forma de anunciar que con esas se daba cuenta de las últimas rayas de la remesa, que la coca se había terminado, que a la "papela" se le había dado volquete, o sea, la vuelta y que lo que aparecía sobre la carpeta era todo por hoy, muchachos. No va más...

Y de esta forma, mientras el artista, a quien esa tarde le hubiera tocado "cargar" con la bolsita, trazaba con los restos del volquete las últimas rayas, y las extendía con una navajita, por ejemplo, intentando estirar las líneas blancas hasta el esguince la piña, tristemente, las veíamos alinearse en perfecta formación sobre la carpeta sabiendo por el volquete que eran las últimas que íbamos a oler ese día, concienzados al punto de que al día siguiente habría que volver a pillar para que las próximas 24 horas no fueran horas de ayuno y tente tieso, porque, en aquella época, la vida, nuestra vida de 20 años también era así: se acababa pero al momento se recargaba, sí, como si de una de esas bolsitas de coca se tratara, y la voz de volquete era, entonces, el santo-y-seña, el anuncio de la primavera, el aviso de que había que renovar la tierra para que el jardín volviera a florecer y lucir en aquel máximo esplendor que sólo se tiene a los 20 benditos e irrepetibles años.

Por todo esto, por este recuerdo, por si ahora me oyes o me lees, gracias, Borja, y estés donde estés deja de meterte en líos; sobre todo, de los que no sepas salir. Esos son los peores.

    

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viernes, 7 de junio de 2024

CARTA DE VINCENT A THEO


El compositor francés Henri Dutilleux por encargo de Simon Rattle, director titular, en ese momento, de la Orquesta Sinfónica de Berlín, compuso música sobre 5 cartas escritas por diferentes pero sabias manos.

Dutilleux tardó casi 20 años en terminar la obra. Y en este enlace, que aquí os dejo ya que no he encontrado, podréis escuchar la 5ª y última canción del ciclo sobre un extracto de una carta que Vincent van Gohn escribiera a su querido hermano pequeño Théo ¡en la incomparable voz de Barbara Hannigan!- a la que, por cierto, propuse para el premio Princesa de Asturias de este año y a lo que, por supuesto, el Jurado no hizo ni puto caso. 

Y además del extracto original, os he añadido una traducción del mismo realizada, ni más ni meos que por mí, ¡ahí queda eso! Así que aquí os dejo Vincent à Théo, de Henri Dutilleux. Para morritos finos y estómagos insaciables... ¡¡¡A disfrutar, y todo para adentro!!!

En français

...Tant que durera l'automne, je n'aurai pas assez de mains, de toile et de couleurs pour peindre ce que je vois de beau

...J'ai un besoin terrible de religion. Alors, je vais la nuit, dehors, pour peindre les étoiles. Sentir les étoiles et l'infini, en faut, clairement, alors, la vie est tout de même presque enchantée

...Tout et partout, la coupole du ciel est d'un bleu admirable, le soleil a un rayonnement de soufre pâle et c'est doux et charmant comme la combinaison des bleus célestes et des jaunes dans les Vermeer de Delft. Malheureusement, à côté du soleil du Bon Dieu il y a, trois quarts du temps, le Diable Mistral

...Dans mon tableau « café de nuit », j'ai cherché à exprimer que le café est un endroit où l'on peut se ruiner, devenir fou, commettre des crimes. Enfin, j'ai cherché par des contrastes de rose tendre et de rouge sang et lie de vin, avec les verts-jaunes et les vertsbleus durs

Tout cela dans une atmosphère de fournaise infernale, de soufre pâle, à exprimer comme la puissance des ténèbres d'un assommoir.

En castellano..

... Mientras dure el otoño, no tendré suficientes manos, lienzos y colores para pintar las cosas bellas que veo.

... Tengo una terrible necesidad de religión. Entonces salgo por la noche a pintar las estrellas. Sintiendo las estrellas y el infinito, claramente, la vida está casi encantada.

...Todo y en todas partes, la cúpula del cielo es de un azul admirable, el sol tiene un pálido resplandor de azufre y es suave y encantador como la combinación de azules y amarillos celestiales en los Vermeers de Delft. Desgraciadamente, junto al sol del Buen Dios se encuentra, las tres cuartas partes del tiempo, el Diablo Mistral.

En mi cuadro “café nocturno”, traté de expresar que el café es un lugar donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes. Finalmente, busqué contrastes de rosa suave y rojo sangre y vino, con verdes amarillos y verdes azules intensos.

Todo esto en una atmósfera de horno infernal, de pálido azufre, que se expresa como el poder de la oscuridad de una maravilla.










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martes, 4 de junio de 2024

RICHARD WAGNER & WERNER HERZOG: PARECIDOS RAZONABLES

Hacía tiempo que no me refería a uno de esos parecidos razonables a los que tan aficionado soy, y que tantas sorpresas y enseñanzas me ha deparado, y que espero que a vosotros también lo haya hecho, por supuesto. Y la semana pasada se me presentó, como anillo al dedo -y valga la redundancia, y enseguida leeréis por qué-, la ocasión de prolongar esas citas memorables.

Y es que durante mis visitas anuales al magistral ciclo del Anillo wagneriano, me topé con El oro del Rhin, primera entrega de la tetralogía, y con su magnífico prólogo. La música con él te anuncia ya lo que vendrá a continuación: nada menos que, posiblemente, las 15 horas de música más alucinante que jamás se haya escrito, o que ser humano haya imaginado nunca, y que te transporta, levantado por los hombros, a otros mundos que están pero que no están en éste; que toman su alimento de esta tierra nuestra pero que, después, crecen y se forman en otras ignotas latitudes, con otras materias que ya nos resultan más ajenas, aunque por ello mismo, más tentadoras, más fascinantes; que nos dejan, literalmente, sin aliento.

Claro, la magia del Anillo de Richard Wagner siempre ha estado ahí, su grandeza, su ambición desmesurada, pero mi sorpresa- porque el Anillo es inagotable- fue rastrear en ese prólogo del Oro, ¡las sensaciones, los aromas, la música que Werner Herzog, utilizó para su, igualmente magistral, Aguirre, y en concreto para su hipnótica secuencia inicial, lo que me habría llevado a valorar, aún más si cabe, las excelencias de la película. Porque en sus parecidos razonables, y más allá de las obvias similitudes emtre el Oro wagneriano y Eldorado que busca Aguirre; en la relación que yo, al menos, entablo entre las dos partituras, viaja la propia grandeza de Aguirre, la ambición de Herzog al ponerse detrás de la cámara, la certeza que supone para mí que, tal y como ocurre con el Anillo wagneriano, también Aguirre se viste con esa misma ambición, también Aguirre es algo muy especial, único y diferente de lo que hasta el momento habríamos visto sobre una pantalla de cine.

Claro, pero en estos momentos cinematográficos de "vacas flacas" esto de la ambición nos suena hueco, ¿verdad? Así, que sirva esta entrada para rescatar esa ambición que, una vez, habríamos disfrutado, que habría tenido su asiento entre nosotros, humildes mortales; y que, como premisa, tampoco deberíamos descartar a la hora de enfrentarnos al temible "folio en blanco". Que luego los resultados estén o no a su altura, eso será otra historia, pero que por nuestra falta de ambición no haya quedado.  



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