martes, 13 de septiembre de 2022

LOS NEGOCIOS Y EL REGAAETON


Tengo un móvil que es una chapucilla. Apenas si cuesta 20€. Apenas si vale para llamar y recibir llamadas,… y enviar SMS, que no
Whatsapp. Pero a mí me vale. Bastantes líos tengo con otras cosas como para liarme aún más con un Smartphone que pienso que acabaría, definitivamente, por volverme loco.

Pero el caso es que una de las formas que sí tengo para conseguir que mis SMS resulten más cálidos y acogedores es insertar en ellos como coletilla final un pequeño emoticono. Aunque como mi móvil tampoco dispone de un gran surtido de ellos, he terminado por utilizar el “rostro que sonríe y guiña un ojo” que es, asimismo, una manera que tengo yo para saludar o despedirme de los amigos y conocidos;  una inocente inserción con la que espero (sé que es mucho esperar) alegrar el día a quien lo reciba.

Bueno, pues esto es y es a lo que voy, que desde hace algunos días estoy recibiendo los numerosísimos y  clásicos SMS de Movistar anunciándome sus distintos estrenos, promociones y ofertas pero…  ¡que finalizan con el mismo emoticono que me “guiña un ojo”!

Desconozco el motivo de esta nueva y burda “estrategia” de Movistar. Puede que se trate de hacerme la pelotilla. Puede que la súper multinacional de la comunicación trate de hacerse mi colega utilizando este recurso del "guiño". La verdad no tengo ni la más remota idea. Pero utilizar un detalle que metí sólo para despertar una sonrisa, como anzuelo para captar más clientes (en este caso, yo mismo) y, así, engordar sus ya abultadas cuentas de resultados, me resulta patético por su cándida grosería; propio de un equipo de comerciales que se afeitan y se arreglan con mucho cuidado, que tienen pelo para dar-y-regalarr y que, por las noches, aún se apuntan al botellón más potente y que más cerca les pille de casa. Sí,  los más "sesudos" brokers y la chavalería se dan la mano. Las finanzas y los juguetitos campan a sus anchas. Los negocios se perpetran al son del más marchoso regaaeton. Pero con unas consecuencias nada juveniles.


Así me parece que Movistar debería tener presente que yo tengo ya 57 tacos y que estas burdas añagazas me resbalan y me hacen pensar antes en manos de quién estamos o en manos de quién está este mundo cogido, antes que en apuntarme a la oferta. Creo que los amigos, o los clientes de verdad, deben hacerse de otra forma.

Pero yo no puedo evitarlo y me echo a temblar. Sin duda, mejor me vendría un abriguete con borreguito o, mejor todavía, una suculenta reducción en la disparatada cuota mensual que, religiosamente, abono a la susodicha compañía. Entonces seguramente el emoticono con “el rostro guiñando un ojo” sí que tendría algún sentido y me animaría a pensar que, de repente, vivimos en un mundo más adulto y razonable.  

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