martes, 8 de julio de 2014

ANGELO BADALAMENTI & THE CHAMELIONS: PARECIDOS RAZONABLES & P.D.

Escuchad entre dos temas. Uno es el Silence, Sea and Sky de los Chamelions escrito en 1985 y el otro, el tema principal que Angelo Badalamenti compuso en 1990 para los Twin Peaks de David Lynch. Los razonables parecidos que encuentro entre ambos temas, sobre todo en cuanto al "aire" que respiran sus notas y acordes, no hacen sino reafirmarme en la ingente cultura artística que nada deja caer en el olvido, que asume que todo-sirve, y que todos los creadores norteamericanos incorporan inmediatamente a sus ADN.

La cuestión, como yo la veo, es que para ellos no se trata de que todo esté ya inventado sino de que con todo eso que está ya inventado, sean capaces de inventar algo nuevo. Y en eso, los creadores norteamericanos son maestros y espejos donde más de algún indocumentado debería mirarse más a menudo y dejar, de paso, de comerse la polla, como diría el espídico Harvey Keitel de Pulp Fiction.

Y es que a veces creo que para dirigir una película que se desarrolla en un ambiente carcelario, por ejemplo, el director norteamericano de turno no pasa (incluso con gastos pagados) una temporada en San Quintín o en algún otro penal. Le basta (y le sobra) con encerrarse, sí, pero en una confortable sala de cine y visionarse, eso también: una y mil veces, todas aquellas películas (norteamericanas y extranjeras) en las que sus protagonistas han ido a parar, por las circunstancias que fueran, con sus huesos en alguna cárcel. Y esto mismo lo aplico a tantos pintores, escultores,... o músicos, como es el caso que nos ocupa.

¡Y que cunda el ejemplo de una p...vez!
Silence, Sea & Sky


 
Twin Peaks


P.D.
Y hablando, o escribiendo, de lo que estamos escribiendo, una recomendación: la última película de James Gray, El sueño de Ellis que podría ser una versión muy sui generis de ¡La strada felliniana! ¿O no encontramos parecidos razonables, salvando las distancias que fueran, entre Bruno-Ewa y Orlando/Emil y Zampanó-Gelsolmina y El Loco? ¿No podríamos ver al mismo Emil/Orlando como un trasunto de El Loco? ¿Y no cumplen funciones similares en el desarrollo de la trama el número de equilibrismo a no sé cuántos metros del suelo bajo los mágicos acordes de Nino Rota y la levitación que realiza Orlando ante los ojos asombrados de Gelsolmina/Ewa bajo los no menos mágicos acordes del Coro con la boca cerrada de la Butterfly de Giacomo Puccini? ? Y así podríamos continuar un rato. Pero termino. Aunque no me resisto a hacerlo sin mencionar el último plano de Ellis porque él me ha dado una de las más felices sorpresas que últimamente he vivido en una sala de cine. ¿O no se incluye en él un hermoso homenaje al también plano final de la mítica, y nunca suficientemente re-visionada, Moonfleet de Fritz Lang?

Que en el año 14 de este, de momento, deprimente siglo XXI alguien se acuerde de las magníficas películas de Fellini y Lang para realizar su trabajo es algo que pienso puede codearse con el milagro más absoluto; además de ser, o así me gustaría creerlo a mí, una especie de íntima confesión, hecha al oído y en voz muy baja, casi con la boca cerrada y con todo lo que esas insignes películas atesoran y representan para toda una generación de cinéfilos, que James Gray nos cuenta a algunos (cada vez menos) afortunados espectadores. Y que este excelente director naciera en 1969 quizás pueda representar un dato sin mayor trascendencia, pero que lo hiciera en Nueva York, seguramente, no tanto, ¿verdad?

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