lunes, 25 de agosto de 2025

ALIVE & KICKING


Sobre el mítico tema de los Simple Minds se me ocurrió el otro día un pequeño poema que decidí que compartiera título con la canción; o sea,

Alive & Kicking,-

vivito

y coleando sí

me planto frente al espejo

pinturas de guerra

dibujan mi rostro decidido

ya no hay vuelta atrás.

soportamos lo indecible

y no hemos llegado hasta aquí

para vernos rodeados de inmundicia

el banquete y los vasos

rebosan veneno y todos

quieren empinar el codo

beberse hasta los restos

incluso el más cobarde

se aplasta el cristal contra los labios

¡qué ansias por tragarse

la última gota!

¡qué miradas más extraviadas y atrevidas!

ha llegado la hora

no coger prisioneros,

podría ser la consigna

Lou Reed nos lo dijo

en otro disco memorable

no pienso llevarle la contraria

no es tiempo para devaneos,

para girar el rostro hacia arriba

y ponerse a silbar yo me salgo de esa fila

estoy preparado pulso firme

munición de sobra abro la puerta


y a ver qué tal se nos da el día.

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martes, 12 de agosto de 2025

LO TXUNGO SIEMPRE ES MAYOR QUE LO GUAY

Todavía ando enredado en la apasionante lectura de El mundo como voluntad y representación, la obra cumbre de Arthur Schopenhauer, posiblemente el filósofo más pesimista de la Historia del Pensamiento Occidental. Pero, de momento, yo le he hincado el diente y no lo suelto. Además, si apenas me falta la cuarta parte. Así que en ello seguiremos, y que no cundan las prisas porque todo lo que Arthur afirma en su libro es fruto de la más atenta observación, de mil vueltas de tuerca- ¡aquí estoy yo!- y del ¿ingenuo? placer de enredarse en cientos de nudos filosóficos.

Y nota que la lectura de Schopenhauer va plantando sus semillas, dejando sus huellas sobre este cuerpo abonado y abierto a todas las circunstancias posibles e imposibles. Que Arthur es un pesimista reclcitrante lo sabemos y lo sé. Lo habría escrito al principio de esta entrada. pero él lo asume e intenta no hacer de ello una tragedia. Eso me gusta de Arthur: no dejar que el mal rollo nos tuerza el gesto, vivir con él y seguir adelante, ¡valiente!

Y ya la semana pasada cayó entre mis manos aquel pasaje en el Arthur ya afirma, sin cortarse un pelo y como prueba irrefutable de que este mundo es muy jodido, que las contrareidades, la congoja, la tristeza superan en intensidad pero, sobre todo, en tiempo y duración a los instantes felices, a esos momentos que nos gustaría meter en una botella y echar un traguito de ella cada que el yu-yu amenace con acorralarnos

Porque habría que consentir que uno de los caracteres que dibuja la alegría es, precisamente, que el cachondeo, más pronto que tarde, se va a terminar. Ese brecve espacio de felicidad es, paradójicamente y aunque nos cueste reconocerlo, uno de los rasgos que más nos hacen disfrutar con ella.

Pero, ¡ay!, amigos y amigas, la tristeza no la vivimos de igual manera.  La tristeza, desgraciadamente, suele ser mucho más larga, nos ocupa un mayor espacio de tiempo. De tal forma que si nadie se pregunta, cuándo voy a dejar de reírme, en cambio muchos nos hemos preguntado y, ¡ay!, muchas veces cuando voy a dejar de sentir este mal rollo que me oprime el corazón.

Sí, en este sentido y en muchos otros, Arthur se lleva la razón a su casa y nos deja con un palmo de narices... para sonar. El mundo como representación es más patético que glorioso- sólo hace falta echar un vistazo o escuhar, los avatares que vienen sucediendo estos días en Gaza, ¡con los bombardeos a los centros de distribución de comida! Si había algo que no acababa de entrarme en la cabeza es cómo un pueblo instruido como el alemán pudo permitir las escabechinas de los campos de concentración. Ahora, sin embargo, ya me entra. Y Arthur, si viviera, me echaría una mano al hombro y me consolaría recurriendo a Vonnegut, tranki, Toni, es lo que hay. Y yo le daría las gracias.

Aunque lo peor de todo aún estaría por venir porque el mundo como voluntad, el mundo en-sí, como aquel mundo que en su objetivización se viste con los ropajes de la representación, no estaría obedeciendo a otra consigna que a ésta que surge del mal rollo. Porque la voluntad manda y la representación obedece. La voluntad es amarga y la representación si es muy, muy, muy dulce, exagera. Y pronto un ceño fruncido y desorientado se dibujará en su rostro.

Pero mientras tanto, y esto lo digo yo, aquí seguimos y ni siquiera Arthur Schopenhauer va a hacer que deje de comerme el tarro y aspirar a esa Felicidad mayúscula que, unos más y otros menos, todos nos merecemos.
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viernes, 8 de agosto de 2025

CUANDO ÉRAMOS UNOS NIÑOS

Para escribir algo sobre Scarface, el terror del hampa, la obra maestra que Howard Hawks relizó en 1932, en los trepidantes albores del cine conoro, habrá que empezar diciendo que, después de una decena de visionados, continúa siendo una de mis películas fetiches. Recuerdo que cuando la vi por primera vez, me la vi 3 vces seguidas, de un tirón, en sesión de 4, de 6 y de 8.. Claro que eran otros tiempos y tenía yo  otros años, pero ya desde su primera secuencia la película me atrapaba y no me soltaba hasta 90 minutos después. Incluso había leído en alguna parte que numerosos criticos conssideraban la muerte en la bolera de Boris Karloff como la Mejor Secuencia de la Historia del Cine. Yo no diría que "sí" pero jamás se me ocurriría decir que "no".

Luego, ya más de 50 años después, el muy desigual Brian DePalma dirigió un remake de la película de Hawks con Al Pacino, pero sobre este engendro permitidme corrrer un tupido velo. Por fortuna la obra maestra de Howard Hawks navega por otras aguas, y sobre éstas voy a tratar de nadar un rato mientras el sol calienta. Y hablaría entonces que detrás de las imágenes de Scarface, el terror del hampa se recoge una idea muy apetitosa, al menos para mí, como es ésa que alude al rito de paso en el que dejamos de ser niños para pasar a convertirmnos en adultos.

O fijaos sino en cómo los personajes principales de la película de Hawks son, en realidad, unos niños que no acaban de terminar de crecer. En realidad "juegan" a ser malos, a realizar travesuras aunque éstas al final deriven en sngrientas muertes. Pero para ellos la muerte es otro juego: el juego supremo. ¿O no se inicia la película con un precioso plano-secuencia en el que el lugarteniente de Osgood Perkins, Paul Muni, asesina a su jefe durante una fiesta de cumpleaños, con confetis y guirnaldas colgando de las paredes?¿O no juega continuamente George Raft con una moneda a la que lanza al aire y recoge en su mano?, ¿o no le deslumbra a Paul Muni el luminoso letrero que anuncia THE WORLD IS YOURS como a un niño le deslumbran los regalos el día de Reyes o no silba, haciéndose el despistado, cada vez que va a asesinar a un rival?,  ¿o no se monta un tremendo lío el ingenuo Vince Barnett cada vez que tiene que atender un teléfono, sin dejar de repetir que él "no sabe escribir"? Y con todo esto no puedo dejar de abrir un paréntesis y situar en él los espléncidos recuerdos que Patti Smith recoge en su bonito Éramos unos niños, donde relata la relación que mantuvo con el fotógrafo Robert Mapplethorpe y que me dio pie y mano para una vieja entrada en este mismo blog (Billie Holiday, Patti Smith, Frank y Lou- 2 de febrero de 2017). Sí, todos ellos niños que no quieren crecer, lo que en el caso que nos ocupa, en Scarface, el terror del hampa vendría a significar algo así como "no dejar nunca de jugar a policías y ladrones".

Y la película seguiría por estos derroteros si no se chocara de frente con una importante y decisiva excepción. La hermana de Paul Muni, Ann Dvoral coquetea con George Raft y éste se deja hacer. Pero para Paul Muni esto es terreno minado. Sin atender a razones su hermana es sagrada; un totem al que nadie puede ponerle las manos encima. y es en estas tribulaciones (¡incestuosas!) donde aflora  ese mundo adulto al que sus actitudes infantiles se niegan a admitir e insisten en dar la espalda.

Pero la tragedia se rige por sus propias normas. Y Scarface, el terror del hampa- repito el título para evitar cualquier equívoco con la cinta de De Palma- lo es. Y como en todas las grandes tragedias- ¿o acaso ese periplo que nos lleva desde la infancia hacia el mundo adulto, siempre que no se sepa afrontarlo, no lo es?, el fatum estalla al final. Y con la muerte nuestros personajes se hacen, por fin, mayores aunque no vivan para contarlo. A George Raft, disparado a  traición por un celoso Paul Muni,  la jueguetona moneda se le queda suspendida en el aire, negándose a continuar con el juego; Vince Barnett por fin atiende correctamente el teléfono y es ¡capaz de anotar un mensaje! Pero también muere en el intento. Y Paul Muni y Ann Dvorak le siguen los pasos después de reconocer su incestuosa relación.

Así, todos los personajes de Scarface, el terror del hampa terminarán haciéndose mayores, pero abonando un precio tremendo. No concibo mayor tragedia. Porque los humanos no tendríamos otra alternativa (genética y social) que tirar para arriba, crecer y hacernos muy mayores y "sensatos".



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miércoles, 6 de agosto de 2025

Y SI KOLDO FUERA UN GUAPERAS...

Pero, ¿quién no conoce a Koldo? El anténtico hombre-para-todo del Partido Socialista. Lo mismo para un roto que para un descosido. El puto amo, que decía Óscar Puente refiriéndose al killer Sánchez. Aunque para mí este Koldo le gana en asucia y mano izquierda. Y es que el hombre está en todo. Los audios que se han filtrado así lo demuestran. Lo mismo le telefonea un concejal con ganas de enchufar en cualquier parte a ese sobrino suyo que sólo sabe sacarse pelotillas de la nariz, como la secretaria que estima que no se valora su trabajo en su justa medida. y que ya va siendo hora de poner un poco de orden.

A mí, que me gusta dormir a pierna suelta, reconozco que la agenda de Koldo me aterra. Si yo con tres cositas que me bullan por la cabeza ya me hago un nudo, ¿qué no se hará Koldo con sus tropecientos requerimientos, favores, devolución de favores y espitas, por favor, para poder respirar? Calculo, por su continuada presencia ante las cámaras de tv, que colapsará una agenda por semana y como parece que ha grabado toda su vida desde la Primera Comunión- supongamos que la hizo-, su despacho y la Biblioteca de Alejandría deben tener un parecido más que razonable... y aterrador: ¿por dónde empezar a pasar el polvo?

Aunque reconozco que Koldo me cautiva. un especimen surgido de los más bajos fondos- puterío, discotecas, etc- y que, sin embargo, se ha encaramado a las más altas cotas del pillaje, del aquí te cojo, aquí te mato, del yo ordeno, organizo y mando, con línea directísima con las más altas autoridades del Estado.

Todo lo cual me alucina y me obliga a revisar algunas de mis teorías. Porque si muchas veces he escrito en este blog que, hoy en día- y de acuerdo con los canones que rigen nuestros negocios- más vale ser guapo que rico, este Koldo me coge con el pie cambiado. Porque habrá hombres feos, pero después está Koldo, con su desgarbada y enorme figura, y su calvicie y barriga en idénticos derroteros, subiendo y bajando de los coches oficiales como un pequeñarra se sube y se baja de un tiovivo- ¿o acaso Koldo no lo es?

Por todo ello no puedo dejar de imaginar que Koldo en lugar de ser Koldo fuese un guaperas, a lo 007 o Remintong Steele por ejemplo. ¡Entonces sí que la habríamos hecho buena! Koldo paseándose por los platós de televisión y "deleitándonoss" con sus peroratas sobre qué hacer y qué no hacer, sobre cómo hacerlo o cómo no hacerlo, etc. Y a la salida de los Estudios una inmensa cola de jovencitas y jovencitos reclamando a gritos el autógrafo de su héroe y, lo peor de todo: soñando con emular sus hazañas.

Claro, parafraseraríamos el refrán, eres guapo, eres rico, ¿qué más quieres Koldovico? Pero de momento respirar trankis. Otro refrán, Dios aprieta pero no ahoga. Y así, el "hombretón" no es feo, sino lo siguiente. Tampoco lo va a tener todo, ¡abusón!

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