martes, 30 de julio de 2024

41 COSAS PARA HACER EN BILBAO CUANDO ESTÁS COÑADO


(41) También se me ha pasado colgarlo antes pero que al menos que esta entrada sirva para el año que viene. Me refiero al BILBAO BLUES FESTIVAL que se celebra desde hace 3 años, últimos de julio, en las riberas del Arenal. Ha empezado desde pequeñito pero va alcanzando unos niveles más que respetables. Hace apenas un par de días disfruté como un bellaco del concierto de La perra blanco. Pura energía, puras ganas de incordiar, desenfado, calidad para dar y regalar, de lo que merece la pena de verdad, de lo que tiene, según mis criterios, serio peligro. Yo aquí os dejo una muestrita y mis
disculpas por no haber avisado antes. Pero ¡el año que viene nos vemos sin falta!



(40) Se me pasó colgarlo antes pero, y sin que sirva de precedente para esta página, no por ello voy a dejar de hacerlo, porque son de esas cosas que no ocurren todos los días por estos lares y, sobre todo, porque me congratula y me hace sentir eso que suele sentarme tan bien como un buen té negro y que, no es otra cosa, que creerme parte del mundo, de una gran comunidad que me sobrepasa y en la que me siento incluído y, muy a menudo, además protegido.

Por eso la llegada a Getxo del impresionante portaviones JC I me ha dejado obnubilado. El "angelito", ¡sí, sólo le faltaría volar!, por tener tiene hasta 2 cabinas donde pueden llevarse a cabo resonancias magnéticas, quirófano con todas las de la ley, además de poder dar de comer a más de 1500 personas y permitir, entre otros y es lo suyo, que aterricen y despeguen en su cubierta hasta 4 aviones, uno detrás de otro.

Pero esta mañana temprano zarpó hacia Dios sabrá dónde. Yo no lo vi ni llegar ni marcharse. Andaba entretenido con la Eurocopa. Por eso os dejo aquí este vídeo que espero que también me sirva a mí como excusa por actitud tan patxorrota. Todo aquel que se juega el pescuezo por los demás sin que nadie se lo haya pedido y permite que podamos, entre otras cosas "trascendentes", disfrutar con total tranquilidad de un partido de fútbol, se merece, sin dudarlo un segundo, mis más sincero agradecimiento. Que sirva, así, este vídeo como la prueba más irrefutable:





(39)
Ya lo habría escrito antes, en este mismo blog, pero hoy me reafirmo, hoy cuando el paseo por la Ría que el Athletic realizó, después de más de 40 años (en el dique seco), a bordo de la mítica Gabarra puso y pone la rúbrica perfecta a uno de los mayores atractivos con lo que cuenta Bilbao, y que ningún visitante, incluso ningún bilbaino que precie de serlo, puede dejar de hacer a su paso por la ciudad.

Y así debe ser: como el Athletic, pero sin que nos haga falta ganar un título o una Copa, deberemos montar en el Txinbito o en cualquier otra embarcación, bien pertrechada eso sí- no queremos disgustos-, y surcar la Ría, como reyes o almirantes, soñando que somos un integrante más de un equipo ganador, y que bajo nuestros pies no suena sino el armazón de la Gabarra.



(38)
Hacía meses que no enredaba en esta entrada, y hoy me ha dado cuenta que me había olvidado, y bajo ningún concepto se puede dejar pasar, y menos aún si "estás coñado", una visita a Al dente, un establecimiento especializado en riquísima comida italiana situado en la céntrica calle de Alameda de Urkijo; en concreto, en el número 62. Y si me hacéis caso y os acercáis es de todo punto imprescindible que disfrutéis de los míticos cannolis sicilianos que tanta fama tienen desde que Coppola y Cía. los han ido incluyendo, por uno u otro motivo, en sus célebres padrinos, y de los que el forense de la televisiva y entrañable comisaria del inspector Montalbano ha continuado haciendo acopio.

Y a mí, mientras esto escribo, ya me ha entrado un hambre de lobo. Y aún no son la una, pero estoy convencido que los fabulosos cannolis están mucho más allá de una pueril hora de comer. ¡Que os aproveche el banquete!
 


(37)
¡Y todavía Bilbao me sorprende! Ya le vale, pero ayer asistí a un concierto folk (aunque esto es lo de menos), ¡en la parte de atrás del Palacio de Euskalduna!, en el estanque, bajo la atenta mirada de Terpsicore, la Musa de la Danza de Dalí, donde se había dispuesto un escenario sobre las aguas desde el que unos músicos, más que apañados, nos deleitaron con aromas celtas e irlandeses. El lugar esa espléndido, el tiempo, no lo fue tanto: pegaba una chicharra de las que se recuerdan pero, como siempre, me quedo con la botella medio llena y auguro, con vuestra ayuda, un magnífico futuro a este nuevo escenario sobre la plácida corriente de unas aguas tranquilas, junto al acogedor Parque de Doña Casilda y las, acaso más turbulentas, corrientes de la Ría. 


(36) Me olvidaba, y no debo hacerlo. La Orquesta Sinfónica de Bilbao ofrece, además de sus conciertos de los jueves y viernes en el Palacio Euskalduna, los llamados Conciertos de Cámara, normalmente los lunes, a las 7 y media de la tarde en la Sala que, a tal efecto, se ubica en la planta "Cero" del mismo Palacio. Aunque nada habría más lejos de este deprimente número que los diferentes tríos, cuartetos, quintetos, etc., formados por miembros de la misma Orquesta, o renombrados solistas que habrían participado la semana anterior con la Orquesta en los mencionados conciertos de los jueves/viernes, interpretando diferentes piezas de cámara al módico precio de 10€.

Se trata, sin duda, de una magnífica oportunidad de escuchar a autores no habituales en los programas "oficiales", pero que no desmerecen un ápice de aquéllos. Y, a bote pronto, citaría los nombres de Rota, Ives, Körngold, o por ejemplo, el mismísimo Bach del que ayer, sin ir más lejos, escuchamos su portentoso El arte de la fuga en las manos, ni más ni menos, que del admirable Cuarteto Casals.

Sí Bilbao, aparte de los pintxos y del Guggenheim, también tiene estas cosas: El arte de la fuga + Cuarteto Casals por 10 euritos de nada. Y os dejo con la primera y novena fuga, y que los dientes se os pongan bien largos:


 



(35)
Claro que otra de las cosas que se puede hacer en Bilbao cuando estás coñado es no-hacer-nada. Bilbao vale hasta para eso. Y pongo un ejemplo, y ya que saco a menudo al Guggenheim en esta sección. Y a la súper exitosa exposisión MOTION AUTOS ART ARQUITECTURE me refiero. Conozco gente que no ha pisado un museo ni para esconderse y, sin embargo, se ha tragado la exposición de coches y ha alucinado. No ha sido, en esta ocasión, mi caso porque yo ni he ido verla.

Porque a mí, básicamente, los coches me aburren. De hecho a mis años, que ya son unos cuantos, ni tan siquiera tengo carnet de conducir. La velocidad mecánica no me apasiona y en cuanto a los diferentes modelos de coches, casi me da igual uno que otro con tal de que me lleve del lugar donde estoy al lugar donde voy. Siempre, eso sí, con un mínimo de comodidad. 

Así que podría decir que para mí esto de los coches son casi-casi como los calcetines. Lo mismo me da uno que otro con tal de que me quiten de encima la desagradable sensación del roce de la piel con el cuero del zapato. Con el resto ya nos arreglaremos.

Además no olvido que gracias a Henry Ford la fabricación de automóviles fue una de las prácticas pioneras de la fabricación en serie. O sea hacer y hacer siempre lo mismo hasta que las agujetas nos impidan mover los ojos. Y sobre lo que al principio, posiblemente, ni nos diéramos cuenta pero que, al tiempo que Charlot nos lo enseñara en sus Tiempos modernos, hemos llegado a la conclusión que esta fabricación en serie seguramente resulte con los robots pero que para los seres humanos, a los que les late el coracón, se asemeja a aquellos potros de tortura que aplicaba la Inquisición a los "revoltosos", y que, poco a poco pero sin interrupción, nos van dejando la cabeza más vacía que un pozo sin fondo. Así que BOIKOTA.


Aunque si insistimos en hablar de coches yo me quedaría con The Cars y, en esta ocasión, me sumaría a no hacer nada aquí en Bilbo, donde habría tantísimas cosas que hacer. Me apalancaría, que también es un gusto, y escucho  a los coches, pero cantando aquello de Since You´re Gone como homenaje y/o pulla a algo que, por una vez, y muy a conciencia no hice.

 

(34) Y más Guggenheim, por favor. Creo que hasta febrero 2022 o por ahí, se puede ver la exposición que el museo dedica a la pintora estadounidense Alice Neel. Muy bien estructurada y fascinante. Nadie se sentirá decepcionado. Retratista de aquellas personas más necesitadas y menos prometedoras, Neel pinta y con sus gruesas pinceladas es capaz de inmortalizar lo más mortal y frágil de esta vida, sin duda, demasiado moderna.
Y si para muestra vale un botón, arriba os he dejado con su retrato de Jackie Curtis, uno de los transexuales a los que Lou Reed cantó (... Jackie iba colgado de anfetas/Pensaba que por un día podría ser como James Dean/etc.) en su inolvidable Walk on the Wild Side.


 
(33) Bilbao es un pozo, no mejor, un botxo de sorpresas. El otro día fui hasta las Torres de Isozaki y decidí meterme en el interior de su patio, porque nunca había estado allí antes y porque supongo que no tenía otra cosa mejor que hacer.

El caso es que no encontré a nadie. O mejor dicho, miento, porque un indigente dormía la siesta acurrucado en forma de “4” en un lujoso soportal. Por lo demás, ni un alma. Y me di un par de vueltillas por la zona. Por hacer tiempo y porque sin saber por qué estaba a gusto. Admiré una austera y pequeña pirámide construida con ladrillos y cubierta con una malla, que se erigía en el centro. Y poco más. Quizás un lugar demasiado silencioso para vivir, pensé, sin darme cuenta de que era eso lo que, precisamente, daba su valor y singularidad al lugar, porque una vez salí del patio llegaron hasta mis oídos, como un murmullo repentino e increíble, los sonidos de la ciudad; los sonidos de Bilbao durante un mediodía cualquiera de verano.

Y así descubrí que esta ciudad también tiene su sonido: claro, diáfano, brumoso, la suave respiración de un gigante, un run-run que si no hubiera salido de aquel imponente silencio que me impusieron las Torres de Isozaki con su altura y su hormigón, jamás lo hubiera imaginado. Pero un sonido que suena como el silencio que no suena. Y los dos apenas separados por una decena de metros.

Esto es lo más alucinante de Bilbao. Que todo está a mano; o sea, “todo” y “a mano”. Y en este todo bilbaíno caben, incluso, el silencio y el sonido, o el mismo murmullo de la ciudad que de repente cosquilleaba mis oídos y los sacaba de la hermética campana de piedra que Isozaki ha levantado con su majestuoso hormigón a unos pocos metros de distancia.


(32) Pues lo digo y lo repito, como el ajo, pero en plan bien: el Guggenheim nunca falla. Durante este verano su exposición estrella posiblemente sea la de Los locos años 20. Yo la vi ayer, y lo dicho: nunca me arrepiento. Y si además me encuentro en ella con alguna fantástica sorpresa como el majestuoso Pájaro en el espacio, de Costantin Brancusi para qué añadir nada. Podría pasarme horas contemplando el "pájaro" del escultor rumano y no tener la sensación de haber perdido ni un segundo de mi tiempo; este tiempo siempre demasiado breve, ¡ay!

Pero es que Brancusi en esta obra da forma, tal vez, por primera vez en la Historia del Arte a una idea. Porque viendo Pájaro en el espacio no vemos, paradójicamente, ningún pájaro ni nada que se le asemeje sino, más bien, una idea, la idea del vuelo.

Y esto que hoy se entiende, más o menos, gracias al arte eidético o al arte abstracto, en aquellos momentos (los locos 20) no resultaba tan fácil de asimilar. De hecho cuando Brancusi cruzaba la aduana norteamericana para exponer su obra se le obligó a abonar la cantidad que las mercancías no artísticas debían pagar por pisar el suelo de las Barras & Estrellas. Pero Brancusi se negó a pagar. Insistía en que su Pájaro en el espacio era una escultura, una obra de arte. A lo que los aduaneros replicaban, pero ¿de que escultura está hablando?, ¿dónde coño está el pájaro? Y el escultor rumano terciaba, es una escultura donde se traza el vuelo de un pájaro, donde se trasmite la sensación que pudiera experimentar un pájaro surcando el aire.

Y la cosa tuvo su aquello. Brancusi defendía, contra viento y marea, su postura. Las partes terminaron en los tribunales. Y al cabo de unos meses de duros tiras y aflojas, el Supremo falló a favor de Brancusi reconociendo en su sentencia que Pájaro en el espacio era una escultura y que, por lo tanto, no debía abonar ningún impuesto aduanero.

Y con ello, pienso, que todos hemos salido ganando. Porque, una vez más, los seres más humanos supieron luchar y no darse por vencidos con el primer "no". Y, de esta manera, hoy podemos darnos una vuelta por Bilbao y, si estamos coñados, entrar en el Guggenheim a disfrutar con la escultura de Brancusi, y pararnos a pensar que casi nada de lo que hoy tenemos y merece la pena, nos ha salido gratis. Luego valoremos a todos aquellos y aquellas que nos han abierto la mente y nos han hecho ver el vuelo de un pájaro allí donde los ojos, antes, sólo acertaban a ver un trozo de cobre pulido. Muy bonito, eso sí, pero cono pisapapeles.



(31) El Guggenheim nunca falla. Incluso durante estos días en los que el Botxo parece moribundo entre tantas mascarillas, y bares y restaurantes cerrados a cal y canto. Creo que se podría afirmar que al Botxo le chapas la hostelería y es como si a Messi le quitas el balón y se lo escondes. Que sí, que sigue ahí; en mitad del campo o a 120 kms. de Donosti pero, en realidad, es como si no estuviera. 
Triste y descangayao, que diría Cambalache, el tango tantas veces tarareado.

Pero aunque quizás Messi pudiera darse por vencido, ¡el Botxo nunca! Que para eso tenemos el Guggenheim con la bonita exposición En la vida real (hoy paradigmático título) del danés-islandés Olafur Eliasson, por ejemplo. Yo la vi el otro día. Y el espectacular museo para mí solito. Las salas en cuarentena. Y el silencio atronando entre las paredes, sólo interrumpido por el ruido de unas pisadas que parecieran que hasta tienen miedo de pisar.

Son las ventajas que tiene esta j. pandemia y el estar en Bilbao, aun en estas circunstancias tan desfavorables. Porque hasta la obra de Eliasson sale "bendecida" por el COVID, o por el silencio, porque pienso que esta ausencia de ruido rinde un merecido e inesperado homenaje a las estructuras de Olafur. Si su obra tiende un espléndido puente entre el espectador y los paisajes y sensaciones que desprenden las grutas heladas y los campos desérticos de Islandia, ¿qué mejor "compañía" para disfrutarla que este silencio que parece que nos ha trasladado de planeta, que nos ha confinado en la mismísima Islandia, pero sin haber salido del Museo, y sin haber traspasado las fronteras de Bilbao por aquello del... cómo se dice... del confinamiento perimetral?

 
(30) El miércoles pasado, sin estar coñados, pero sin que sirva de referente, cuatro amiguetes fuimos al Txakolí Simón situado en Artxanda, uno de esos montecillos que rodean Bilbao y le dan el sobrenombre del "Botxo". Yo hacía tiempo que no iba, pero el Txakolí Simón, con o sin mascarilla, a nadie deja indiferente: exquisita chuleta troceada en un plato y, sobre la mesa, una parrillita de carbones donde cada comensal asa a su gusto el trozo de chuleta que más le apetezca comer, regada (en nuestro caso) con sidra y rematada con unas patatas fritas y unos increíbles pimientos del país. Y además, la encantadora brisa que allí siempre sopla fresca, los pajarillos que te amenizan la comida con sus trinos y el murmullo de las copas de los árboles que te envuelven, en estos tiempos de pandemia, con el más cálido y etéreo de los abrazos.

                                   
Pero aparte de todo esto, que ya de por sí no es moco de pavo, lo que más me sorprendió, y me sorprendió gratamente, fue comprobar cómo, a pesar de estos duros tiempos de pandemia y de dolorosas restricciones de aforo, y de no ser el día más que un miércoles pelado, el Txakolí Simón presentaba una más que notable entrada. Quizás 50-60 comensales, tirando por lo bajinis y a pesar de lo dicho: de la pandemia y del miércoles, y de unos precios que no son precisamente económicos (tampoco caros, pero económicos, tampoco) y de no quedar el restaurante precisamente a mano (tampoco en el 5º pino, pero a mano, tampoco).
                           
Lo cual me llevó a una gratificante reflexión porque, en medio de las dificultades que andamos atravesando, tuve entonces la certeza, viendo a aquellos 50-60 parroquianos comiendo, bebiendo, riendo, hablando, discutiendo, cantando a veces, que el homo sapiens por mucho que, a veces, no parezca, excesivamente sapiens, nunca podrá dejar de ser homo, y con esto se basta para salir airoso de cuántas situaciones adversas vaya a toparse en su camino.
Y ni una duda. Porque superaremos la pandemia, y que nadie me pregunte cómo. pero el miércoles, comiendo en el Txakolí Simón mientras me metía entre pecho y espalda el último trago de sidra, supe que no sólo somos muy tercos sino también indestructibles. ¡Ah, eso sí!: indestructibles para bien... y para mal.


NB,- Algún día explicaré porqué estos cuatro colegas nos juntamos todos los años para comer y conmemorar el 11S. Pero como se puede ver en la foto ya llevamos haciéndolo 20 años seguidos, que se dice pronto. Y no es porque estemos coñados, repito, aunque el título de esta entrada parezca inducirnos a pensar los contrario.  


(29) La "29", y hoy 29 de agosto (¡cuánto tiempo!) y estemos en Bilbao o en cualquier otra parte de este mundo con el freno de mano echado, también conocido como mundo COVID (y que siempre estará cerca, ¡cómo no!, del Botxo), acordémonos del gran Charlie Parker, porque justo hoy se cumple 1 siglo del nacimiento del Pájaro o Bird, como le apodaban sus amigos, y como Clint Eastwood tituló su excelente película sobre Charlie, sobre su increíble fraseo y sonido y sobre su desafortunada vida personal; y recomendada desde este blog a tope-tope para estos últimos días de este verano tan marciano. "Vuela, vuela, vuela...", que susurraría también el bueno de Hannibal Lecter refiriéndose tal vez a Bird, quién sabe.


                            

(28) Y hoy, 27 de octubre, estemos en Bilbao o en cualquier otra parte del mundo (que siempre estará cerca de Bilbao), acordémonos del gran Lou Reed que hace ya seis años que dejó de enviarnos sus increíbles cartas en forma de discos. Aunque yo siempre guardaré y tendré a mano alguna de ellas. Y en días como éste las releo y las escucho, y me imagino, oyendo por ejemplo Heavenly Arms, que Lou aún está entre nosotros, y que esos "brazos celestiales" (con letras incluidas) le van a retener a nuestro lado sine die. ¿Qué pasa? Soñar nunca ha costado un euro.


                               
Heavenly arms reach out to hold me/ Heavenly arms entice you to dance/In a world of ill will, the dancers are still/Heavenly arms reach out to me/Heavenly arms soft as a love song/Heavenly arms bring a kiss to your ear/In a world that seems mad, all the dancers seem sad/Heavenly arms reach out to me/Sylvia/(...)/Heavenly arms come to my rescue/Only a woman can love a man/In a world full of hate, love should never wait/Heavenly arms reach out to me/Heavenly arms strong as a sunset/Heavenly arms pure as the rain/Lovers stand warned of the world's impending storm/Heavenly arms reach out to me/Sylvia/Etc./Ohhh-wohhh, oh-oh-oh-oh-oh/Etc./(Heavenly arms reach out to hold me)/(Sylvia, you mean so much to me)/(...)

Incluso hoy yo, todo chuleta, me animo a  traducir (se admiten discrepancias, faltaría más): Brazos celestiales me alcanzan para abrazarme/Brazos celestiales te incitan a bailar/En un mundo de enfermos deseos, los bailarines todavía están sanos/Brazos celestiales me alcanzan/Brazos celestiales suaves como una canción de amor/Brazos celestiales traen un beso a tu oído/En un mundo enloquecido, todos los bailarines parecen tristes/Brazos celestiales me alcanzan/Sylvia/(...)/Brazos celestiales vienen a rescatarme/Solo una mujer puede amar a un hombre/En un mundo lleno de odio, el amor nunca puede esperar/Brazos celestiales me alcanzan/Brazos celestiales fuertes como una puesta de sol/Brazos celestiales puros como la lluvia/Los amantes ya están advertidos de la tormenta que caerá sobre el mundo/Brazos celestiales me alcanzan/Sylvia.../Ohhh-wohhh, oh-oh-oh-oh-oh.../(Brazos celestiales me alcanzan para abrazarme)/(Sylvia, significas tanto para mí.)/(...)
 
 
(26) + (27) Y tampoco nos olvidamos de las competiciones de clavados (masculinos y, por 1ª vez este año, femeninos) que se realizan desde el Puente de La Salve, con el incomparable Guggenheim como privilegiado invitado en primera fila. El espectáculo es increíble, y para los que somos de Bilbao de toda-la-vida algo que nos deja sin habla. Así que ¡schh!...

... aunque si se me dejara añadir todavía con la boca pequeña una cosa, volvería a reincidir y a VALORAR (ahora que miro la foto de cabecera que he insertado en esta entrada) sobre la súper particularidad que tiene Bilbao de estar rodeada de verdes montañas por todos sus costados (como un Brigadoon pero que estuviera permanentemente a nuestro alcance, y no cada 7 años como sucede en la película de Vicente Minelli con Gene Kelly); algo de lo que también presume Salzsburgo en sus guías turísticas, solo que Bilbao, y sin desmerecer a la cuna de Mozart (¡faltaría más!), sería una ciudad menos pueblito encantador, menos ficticia, menos Brigadoon por supuesto y más grande; con más mérito, al fin y al cabo.


(25) (Y más músika). Cuando estemos bien coñados y no veamos ninguna salida al turre soberano, propongo que nos dediquemos a PENSAR. Y ya que estamos en Bilbao, PENSAR EN BILBAO. Se me ocurrió el otro día viendo por streaming el concierto que la Filarmónica de Berlín, bajo la batuta de su nuevo director, el eléctrico Kirill Petrenko, ofreció en la majestuosa Puerta de Brandenburgo, a todo aquel que quiso acercarse. La 9ª sinfonía de Beethoven (con su Himno a la alegría) era la única, y más que suficiente, pieza del programa. Pero lo importante para mí fue que me pareció una excelente manera de bajar a la propia Filarmónica y a la música clásica, que siempre desprende cierto tufillo elitista, a los pies de la calle.


Siempre he creído que la Orquesta titular de una ciudad debería ser como el equipo de fútbol de esa misma ciudad: reconocida y admirada por todos los ciudadanos y "sentida" como algo que forma parte de todos ellos. La Filarmónica de Berlín lo ha conseguido. También es cierto de que goza de la ventaja de sus largos años de tradición, pero aquí, en Bilbao, con nuestra cada vez más competente Orquesta Sinfónica (la BOS) no deberíamos irle a la zaga. O por lo menos echar a correr e intentarlo.

Así que el otro día cuando leí en la prensa iniciativas como que la BOS ofrecerá en la remodelada y coqueta Sala BBK en la céntrica calle Gran Vía dos conciertos, al módico precio de 5€, con obras de fácil escucha de Bach, Elgar y Tchaikovski ¡al tiempo que se puede degustar una cerveza o un vermú! siguiendo exitosos modelos extraídos de la Sinfónica londinense (LSO), o que, junto a la Coral bilbaína, interpretarán, precisamente, la 9ª de Beethoven, en una velada a beneficio de la ONG Alboan, en el Palacio de Euskalduna, no pude sino congratularme. E Ibon Aranbarri, director general de la Orquesta, lo confirmaba al declarar que "es fundamental para una institución de carácter público como la Sinfónica de Bilbao colaborar con este tipo de acciones" que, añado yo y no lo dudemos, es el camino para poder terminar algún día igualando a la BOS con el... Athletic, ya que este sería el mejor ejemplo, y lo tenemos aquí cerca: nuestro querido equipo de fútbol. Sí, este sí que sería un objetivo fundamental. BOS = Athletic, y que sus integrantes fueran tan conocidos, aclamados y reclamados como los mismos jugadores rojiblancos.

Claro, como estaba coñao en Bilbao me puse a pensar que si la LSO o la Filarmónica de Berlín lo han logrado, ¿por qué la BOS iba a ser menos? Que además para eso es de Bilbao. Y pensaría, aparte de todas estas iniciativas populares que ya se están llevando a cabo, en inaugurar o finalizar la Temporada, a bombo y platillo (que no falte la tele), con un gran concierto al aire libre (¿en la Plaza del Arriaga?), gratuito, y para todos los bilbaínos de pro o para todos aquellos (turistas, sobre todo) que, por unas horas, quieran sentirse bilbaínos de toda-la-vida. 

  
(24) Y antes de que se me pase el arroz o de que me olvide recordároslo, como todos los años, desde hace unos cuantos, se ha celebrado, unas semanitas antes de la Semana Santa, en el Palacio de Euskalduna el festival de Musika-Musika. Cuatro días de música clásica a tope, 4 salas, 70 conciertos y con precios de regaliz (el más caro 12€) y que este año han estado, dedicados sobre todo a la música anglosajona y norteamericana contemporánea. El título no engañaba: LONDON: NEW YORK. Y que como todas las ediciones anteriores ha resultado un espectáculo sin desperdicio: Gershwin, Glass, Ellintong (el Duke), (el grandísimo) Britten, Ives, Elgar, Körngold, etc. y etc.. Luego si os habéis dado una vuelta por el Palacio, ¡enhorabuena, ya sabéis de lo que hablo! Y si no, estaros al lorito para el año que viene, y no perderos lo que parece que va a ser una edición en la que se va a homenajear a la música francesa.

Así que ahora os dejo con el Nimrod, de las Variaciones Enigma de Elgar, como ejemplo de lo que pudisteis escuchar o de lo que, ¡oh por dios!, dejasteis pasar de largo.



(23) Esto de la gastronomía no va demasiado conmigo, y la verdad es que las Estrellas Michelín y todo lo que rodea el mundo de los fogones, me la traen bastante floja. Porque todo esto de hacer de los cocinitas auténticos baluartes de la Cultura, con mayúscula, y con menos modestia (aunque siempre tendremos con nosotros a Arzak) que un arquitecto, o que una oficina de creativos de publicidad, tampoco va demasiado conmigo.

Aunque a pesar de todo, deberemos reconocer antropológica y posiblemente que el nacimiento de la sociedad humana nacería en torno a un fuego donde se agruparían hambrientos los miembros de la tribu mientras se asarían las últimas piezas cobradas por sus más intrépidos cazadores. Y como a pesar de todo, yo también tengo hambre de vez en cuando, aquí os voy a dejar una muy particular Ruta Gastronómica Bilbaína, para darse una suculenta vuelta por el Botxo, y llenarse los estómagos con algunas de las delicias más imprescindibles que nos ofrece, o que me ofrece a mí por lo menos, nuestra queridísima ciudad.

Y empezaría por lo tipicazo, por unos buenos pintxos, ¡cómo no! Pero pintxos con su punto, como el mítico pintxo (porque es mítico: nunca tan poco dio para tanto) de salmón ahumado con guindilla que nos ofrece el Gaztandegi, en la calle García Ribero, al que seguiría, dando apenas la vuelta a la esquina, con Licenciado Poza, con El pintxito, donde me zamparía el que es, tal vez, el mejor pintxo moruno de la city y, tal vez abusando del body, con un segundo pintxo, éste de setas, por no quedarme con las ganas.

Y luego me alejaría un pelín, hasta la Plaza de Euskadi donde entraría en el moderno Cooper Dely para degustar un Fundido Vegetal que no deja de ser un espectacular bokata para el que no se necesitan ni tan siquiera servilletas porque, entre mordisco y mordisco, no se desperdicia ni una miga. (Y esto es mi debilidad, lo reconozco: no ensuciarme las manos ni para comer cigalas, ni quemarme los labios degustando cualquier plato- como apuesto que le sucedieron a Mick Jagger y a sus morritos).

And the last but not the least, y ya más o menos cebadito (yo sí), pasaría a los postres con un chocolate en cualquiera de los establecimientos que Bertiz tiene desparramados por la Villa, o con el mejor té que he probado en mi vida, el grandioso Black Tea Earl Grey Cream que puede adquirirse en el coqueto e imprescindible Coffee & Tea de Rodríguez Arias, y a los  que acompañaría con el mejor bollazo, el Bollo de Nuez de Don Manuel en Alameda Urkijo o con uno de los Pasteles de Belem (sí, los mismos  que se inventaron en el Belem de Portugal) que pueden comprarse aquí, en Bilbao, en cualquiera de las pastelerías Arrese o en el pequeña degustación que unos simpáticos portugueses tienen abierta frente a la Iglesia de San Nicolás. Aunque tampoco habría que hacerle ascos a la Torrija Caramelizada de Martín Berasategi en la versión que te sirven en el Indusi, de vuelta a García Ribero. ¡Para chuparse los dedos hasta la uñas!

Y para terminar, como Dios manda, 3 o 4 euritos de gominolas. Que no falten. Pero no cualquier gominola sino las fantásticas Strawberries que puedes adquirir a peso en el Bob bon Shop Mar, en Gregorio de la Revilla.
Y después, ya bien surtidos (¡buen provecho!), a continuar pateando la ciudad. Y que nadie se me enfade si no lo he citado, pero ya avisé que ésta era mi ruta particular, y tan particular que, en cualquier momento, puede alterar su itinerario o los comercios seleccionados. Ya se sabe que la comida que más nos gusta y mejor nos sienta, con el cuerpo y los años se altera.


(22) Estar en Bilbao coñado o no y no darse una vuelta por el Palacio de Euskalduna para asistir a uno de los conciertos que la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la BOS, suele ofrecer por partida doble los jueves y viernes, es un pecado que ni al más coñado de los coñados se le podría perdonar.

Y es que, desde mi modesto punto de vista, la Orquesta ha alcanzado un nivel muchísimo más que aceptable y escucharla, además, en un repertorio moderno que pudiera incluir a Mahler, Bruckner, Richard Strauss, etc. es una experiencia que nadie debería dejar de sentir.

Por eso os paso información, a modo orientativo, sobre los dos programas con los que la BOS termina este 2018 (luego habrá más, por supuesto). Y me atrevo a asegurar que el Concierto para violín de Britten o la de Mahler serán dos acontecimientos con los que habría que estar impresentablemente apalancados u ocupados para dejarlos pasar de largo. Si alguien queda defraudado, daré la cara sin problemas. Lo juro. 

El 13/14 de diciembre:

E. Lalo: Le roi d’Ys, obertura

B. Britten: Concierto para violín y orquesta, op. 15

R. Schumann: Sinfonía nº 3 en Mi bemol mayor, op. 97

Y el 20/21 de diciembre:

G. Mahler: Sinfonía nº 3 en Re menor

Janina Baechle, contralto

Coro de niños de la Coral de Bilbao

 (J.L. Ormazabal, director)


(20) + (21) En estos ya otoñales días (mi tío Juanantonio ha muerto esta noche...), si estás en Bilbao, o más o menos cerca o lejos, un recuerdo para Lou (Reed), que el 27 de octubre hará 5 años que ya tampoco está entre nosotros, y cuyas cartas o discos yo, por lo menos, continúo devorando: leyendo o escuchando…

Así que el 27 de octubre lo tengo marcado con una “X” en el calendario, y me pondré en el reproductor de CDs su increíble New Sensations, igual que haré el 14 de noviembre con el DVD, durante el 4º aniversario del fallecimiento de Jose Mª Latorre, volviendo a ver, se me ocurre, El Casanova de Federico Fellini, una joyita, y una de las películas por las que el mejor crítico de cine que ha habido en este país, y en muchos otros y, como casi siempre, nunca suficientemente valorado, sentía mayor admiración.

Luego, el 27 y el 14, hay dos cosas para hacer en Bilbao (o más o menos cerca o lejos) si estás coñado: un receso y un pensamiento para Lou y José Mª (y con un disco suyo y una de sus películas favoritas, por ejemplo) ¡Cuánto mejor nos irían las cosas si ellos aún estuvieran por aquí! Y por ello para muestra, estos botones abrochados:

New Sensations




Trailer El Casanova de Federico Fellini 


(19) Este año, como los últimos años, el Guggenheim, y sigo con él, ha organizado desde el 21 al 24 de agosto, y con motivo de las fiestas de Bilbao, 4 conciertos de jazz (Javier Colina 4tet, Uffe Markussen 4et, el laud y la voz de Mouhannad Nasser & Albert Sanz “Mediterraníes” y el trío de Marco Mezquida)  que se celebrarán en el espectacular atrio del Guggenheim, donde en estos momentos cuelga la colorista Egeria de Joana Vasconcelos,  y por los que se podrá escuchar buena música, tomarse una copa tranquilo y visitar, mientras se escucha el concierto, las exposiciones, desde las 11 de la noche a las 2 de la mañana.
Aunque yo, entre todo ello, me apunto en la agenda con bolí rojo, el concierto que ofrecerá el viernes 24 el excelente pianista Marco Mezquida, acompañado al cello por Martín Meléndez y a la batería por David Xirgu y que, con el sugerente título de Los Sueños de Ravel, nos llevará sin salir de Bilbao a un viaje en modo jazz por la obra del compositor vascofrancés, que tiene una pinta de esas no perderse por nada del mundo.

Así que ustedes lo disfruten, y si hubiera alguna queja, ya sabéis dónde encontrarme.

Por si acaso, se hace saber al personal que las puertas del museo se abren a las 11 de la noche, y que los conciertos empiezan a las 11 y cuarto. Entradas: 8,5 € Amigos del Museo, 16 € público en general (incluyendo entrada al Guggenheim y la actuación).
Y ahora os dejo con el Bolero “raveliano”, que Marco interpretó el año pasado en el Auditori de Barcelona, para que, mientras esperamos el día 24, la boca se nos vaya haciendo agua o kalimotxo, ya que estaremos en pleno jolgorio de la Aste Nagusia.



(18) A decir verdad, y después de llevar algún tiempo con esto de "estar coñado en Bilbao", la cruda realidad es que no es fácil encontrar motivos para echarse una siestecilla en el Botxo. Si no hay una cosa, hay la otra. Se enreda y siempre se saca algo en claro para hacer.

El próximo fin de semana, el del 12 de mayo, por ejemplo, las finales europeas de rugby; o sea, la Europa League y la Champions de fútbol pero en versión rugby, y una detrás de otra: el viernes la final de la Challenge Cup, la Europa League, entre los ingleses de Gloucester y los galeses del Cardiff Blues (aún quedan entradas, no os demoréis mucho, no tendrá desperdicio), y el sábado, el plato fuerte, la final de la Champions Cup, la competición rugbística de clubes más importante a este lado del Misisipi,, entre los irlandeses de Leinster y los franceses de Racing 92. Y yo ya, con esto, estaría bastante a gusto. Se esperan 100.000 visitantes, que con sus coloridos, cánticos y ganas de juerga sana darán una buena algarada a nuestras calles.


Pero, por si aún no tuviéramos lo suficiente, el domingo por la tarde, en el Frontón Miribilla, se podrá disfrutar de otro partidazo 5 estrellas; éste, en la modalidad del Manomanista, la competición reina de la Pelota a mano. Será una de las semifinales. sin desperdicio también. ¿Qué os voy a contar? La "joven joya de la corona", Altuna III, se batirá el cobre, y nunca mejor expresado, con esa fuerza de la naturaleza que es Ezkurdia y que parece que, por fin, una vez que se ha quitado las telarañas y los malos rollos de su cabeza, es capaz de darnos aquello que todos esperábamos que algún día pudiera regalarnos.

¿Y alguien pide más? Yo, por lo menos, no, no sabría por dónde empezar. Bilbao, además de lluvia a mares, tiene estas cosas que lo hacen, sin duda, muy especial y, fuera bromas, nada coñazo.

(17) Darse una vuelta por el Parque de Doña Casilda y meterse y conocer o volver a ver el Museo de Bellas Artes, el Museo del Parque, como muchos lo conocemos, es una paseo obligado. Y más para todos aquellos que estamos tocados por el espíritu de la contradicción y que el Guggenheim bien, pase, pero que no abuse tanto, porque este otro Museo, más pequeñito y entrañable, al que ha vuelto, después de su periplo por el Prado madrileño, nuestro Miguel Zugaza con todo el bagaje de conocimientos que esa experiencia le ha dado, no merece la pena sino lo siguiente. Su imprescindible exposición permanente es inagotable y una de las más bellas y sensatas que se tienen ocasión de ver en cualquier museo del mundo; y si a esto le añadimos, además, que por estas fechas de Semana Santa, contamos con la prodigiosa Muchacha en la ventana, de Rembrandt como obra invitada, para qué seguir.

(16) Como diría el bueno de Gila a quienes no les gustan las bromas de sus parroquianos, si durante el próximo Aste Nagusia estás coñado en Bilbao, lo único y mejor que puedes hacer es "marcharte de este pueblo".


(15) Quizás me hayan tomado el pelo, no lo sé, y ni me importa, porque hay cosas que me las quiero creer.

Además esta Ría nuestra, o sea, la Ría de Bilbao cada día me coge más desprevenido. Ya nos hemos acostumbrado a oír y a ver con nuestros propios ojos, después de habérnoslo frotados incrédulos durante un rato, que sus aguas, otrora infectas (reconozcámoslo, y de ahí que el hecho que os voy a contar casi se pueda estrechar la mano con lo milagroso), presentan, sobre todo, en algunas orillas, un aspecto tan azulado como la mejor mañana del verano. (En esta misma página he mostrado algunos ejemplos de la verosimilitud de esa afirmación). Pero el tema, por lo que me dijeron ayer, no acaba ahí.

Y me lo creo porque quiero, porque no estamos hablando de Madrid (como Sabina) sino de Bilbao (como el Athletic) y, querámoslo o no, reconozcamos esa es una palabra mayor. Y es que me han dicho que, bajo la superficie de las aguas de la Ría se han avistado ¡¡¡caballitos de mar!!!, posiblemente la especie animal más alucinante de la Tierra.

Por lo que la propuesta, para esta 15ª cosa para hacer en Bilbao cuando estás coñado, me la han servido a huevo: salir de casa o del hotel, con un buen equipo de buceo, tirarse a la Ría y nadar en busca de ese increíble ejemplar marítimo. La felicidad no tengo ni p. idea de lo que es, pero presenciar bajo el agua a un caballito de mar no debe quedarle nada, nada lejos.


 (14) Sea o no Semana Santa, dejad que el Guggenheim nos eche de menos y, en su lugar, nos damos una vuelta por el Museo de los Pasos (Iturribide, 3) para disfrutar, entre otros, de esta maravilla de Piedad, de Juan Pascual de Mena (1756). Creo que el cuerpo exánime de Jesús, entre los brazos de María, es una de las representaciones de la muerte más emocionantes que he tenido ocasión de ver.

Añadirle con el pensamiento (aquí os ayudo yo) el Pie, Jesu, de Fauré. Y en cuanto termine, esperad dos segundos para respirar.


 (13) No propongo nada; por si acaso.

(12) Yo que ando por Bilbao desde tiempos inmemoriales, que, incluso, suelo comentar en plan gracieta que en las próximas bakatas me subiré a Artxanda para ver cómo se ve Bilbao sin mí, no dejo de sorprenderme con los cambios, bonitos cambios, que están lavando la cara, lavándola para bien, de nuestro querido Botxo.

Lo último, algunos me diréis que estoy bloqueado y que he sido el último en enterarme, son las aventuras que nos propone www.bilbobentura.com y que uno puede correrse por la Ría alquilando una canoa o una piragua, y surcar con ella sus ¡limpias aguas! como un audaz y cachondo piel roja, al tiempo que echamos un vistazo a la ciudad desde un punto de vista realmente novedoso y... acuático.

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¿Quién me lo hubiera dicho a mí, cuando pateaba sus grises y tristes calles hace tan solo unos años, y si caías a las aguas de su Ría ya podías ir encargando la Misa de salida del día del txapuzón en ocho?

(11) Al estar muy cerca de Bilbao, casi en sus afueras, a unos 150 kms de distancia, una hora y tres cuartos de viaje en coche, alguna vez si estamos coñados en el Botxo podemos salir y darnos una vuelta por Pamplona.

Pamplona no tiene desperdicio para el visitante. Es muy difícil aburrirse por ahí, con la cantidad de vida que se respira en sus calles; una vida muy a tener en cuenta para tratar de copiar sus modales en otras ciudades no tan afortunadas en este sentido, o más insulsas. Aunque sé, y de entrada, lo aviso, que éste propósito nunca es fácil de conseguir.

En Pamplona se reúnen EN INCREÍBLE Y, CON SUS TIRAS Y AFLOJAS, ARMONÍA, los más serios ciudadanos, con indisimuladas afinidades con el Opus (Pamplona no deja, de momento, de ser su centro neurálgico), y con una Iglesia muy tradicional que hunde hondas raíces en su subsuelo, con otros ciudadanos más gamberros, menos compuestos, situados en las antípodas de aquellos primeros, y que se alinean con el pensamiento más liberal y líquido (recuerdos para Bauman, qed), con los amantes al rock más radical y heavy; descendientes de los inolvidables Barricada y/o Marea (aunque estos, en realidad, se crearan, en Berriozar, están casi al lado).

La convivencia en una ciudad de apenas 200.000 habitantes de estos dos extremos de la esfera social, dentro de esa confortable armonía, es algo digno de ver, admirar e imitar (si se puede, lo decía). Elegantes y guapas mujeres vestidas a la última conviven con jóvenes más demodé, desenfadados, y siempre a guasto. Porque aquí, en Pamplona, no pasa nada. O pasa de todo: eso que no pasa en ningún otro sitio que yo conozca.
Y si para muestran valieran dos botones, cito primero, a los benditos SANFERMINES que, como casi todo el mundo sabe, se celebran a golpe de platillo y pura hermandad, durante las primeras semanas del mes de Julio.

Y en segundo lugar su precioso y mítico frontón, el LABRIT, donde cada sábado se realiza un festival de pelota a mano. Asistir en la Bombonera, así se le llama popularmente al recinto al tener sus 1000 localidades casi volcadas sobre la cancha, me parece un espectáculo irrepetible. Las txarangas, cuando tocan, los cánticos, gritos y silbidos, los aplausos a rabiar, los ánimos y apoyos a los pelotaris que se contagian de la tremenda algarada y brindan al respetable excelentes partidos, crean un ambiente mágico donde se mezclan, se citan, conviven, se divierten y aplauden al unísono, la chavala más atractiva, la señora glamurosa, el caballero tocado por un sombrero de fieltro con la cuadrilla más bulliciosa y cantarina, la de la juventud divino-tesoro, llena de calle, y katxis de cerveza.

Y con esto os dejo. Con los dos botones. Con el emotivo homenaje que durante unos pasados SANFERMINES le tributaron al también mítico Titín III (un riojano de pro, pero ¡qué más da!) con el graderío del LABRIT abarrotado (como siempre), de fiestón y puesto en pie entonando la mexicanada Sigo siendo el rey ¡con un improvisado mariachi a pie de kantxa! rodeando al pelotari.

Claro, que todo este “buen rollo” queda muy cerca de Bilbao. En las afueras del Botxo. Y que nadie se moleste, por favor. Exactamente, y si la wikipedia no nos engaña, a 154,9 kms.

(10) Como suele decirse que el que ha nacido en Bilbao puede haber nacido donde le dé la gana, también esta 10ª propuesta puede hacerse en Bilbao o donde a uno le dé la gana. Simplemente clicad en el enlace de abajo y fliparéis con uno de los momentos televisivos más alucinantes, subversivos y originales de los últimos años.
Ocurrió el 13 de diciembre de 2016, martes para ser más exactos, pero no imaginad ningún mal fario, ninguna cenizada, sino justo los contrario: los Primitals Bros, canallada o grupo musical a capela ideado por el increíble y multifacético Santi Ibarretxe, funcionando a pleno rendimiento en el plató de La hora cultural de 24hs, ante el asombro y estupefacción de su presentador, el bueno de Antonio Gárate, que suda literalmente tinta china viendo al grupo actuar y sin tener la menor idea de por dónde va a salir él o por dónde van a salir ellos. A eso se le llama talento. Y talento en estado puro. A capela. A raudales. Para dar y tomar. ¿O acaso la versión de la Bohemian Rhapsody, que interpretaron para terminar su actuación, podría merecer otro calificativo?

¡¡Así que disfrutadlo a tope, tanto si estáis en Bilbao como si estáis en cualquier otra parte del mundo que también será Bilbao, no lo dudéis!!


NOTA,- Prometo que haré lo que esté en mi mano para que todos podamos disfrutar del espectáculo (nunca mejor dicho) durante la próximas Fiestas de Bilbao, en la Aste Nagusia 2017.

(9) Darse una vuelta por el Frontón de Miribilla y ver algún partido de pelota es siempre una gozada pero durante el Torneo Aste Nagusia, durante las fiestas, la gozada se multiplica x2 o másLes guste o no a los descosidos de siempre, la pelota es el único deporte originario de esta tierra de la “piel de toro”. Sólo por esto se merecería la pelota que le diéramos un empujoncito con nuestra asistencia al frontón.

Pero es que además el Frontón de Miribilla es una construcción espectacular con 3000 localidades (lo que le convierte como quien no quiere la cosa en uno de los recintos deportivos para la práctica de la Pelota a Mano más grande del mundo) y con una perfecta visibilidad desde todas ellas.

Para la edición de este año las empresas organizadoras no han escatimado esfuerzos, y en Bilbao tendremos a los mejores pelotaris de la actualidad, Urribarría, Altuna, el big boy (ver la entrada en este blog del 17 de octubre de 2015), Urrutikoetxea, Olaizola, ese gigante que se niega a caer (ver la entrada en este blog del 8 de mayo), etc. Si falta alguno es simplemente porque se encuentra lesionado. ¡Un recuerdo y muchos ánimos para Irujo! Así que de momento en Bilbao estarán todos los que son y estos son todos los que están. Que nadie se queje. Yo, de momento, me apunto al programa del día 23: Irribarría vs Altuna y ¡que salten las chispas de la genialidad!

Así que desde esta 9ª propuesta propondría al personal que suba durante este Aste Nagusia 2016 al Frontón. Que antes se meta entre pecho y espalda una comida como Dios manda. Restaurantes donde elegir no faltan en la Villa. Regar los platos con un buen vino. Después las copas y derechos al frontón. Y si la tela nos sobra un poco, jugarnos unos euritos con una apuesta. Si no ganamos que no se arme un alboroto: los corredores, en estos tiempos de crisis, nos lo agradecerán de todas maneras. Y si ganamos, la cena la tendremos pagada.

Os puedo asegurar que, posiblemente, seguirán habiendo muchas otras tardes en nuestras vidas pero esta que pasaremos en el Frontón Miribilla será una de las más memorables. Y el que avisa no es traidor. Ahí os va el programa de 2016 y GORA ASTE NAGUSIA!!

CUARTOS DE FINAL TORNEO

Bilbao, 22/08/2016

BENGOETXEA VI –BEROIZ
URRUTIKOETXEA-LARUNBE

Bilbao, 23/08/2016
IRRIBARRIA-MERINO II
ALTUNA III-REZUSTA

SEMIFINAL TORNEO

Bilbao, 24/08/2016

ELEZKANO II –ZABALETA
GANADORES DíA 22


Bilbao, 25/08/2016

OLAIZOLA II-UNTORIA
GANADORES DíA 23


FINAL TORNEO

Bilbao, 27/08/2016

GANADORES DÍA 24-GANADORES DÍA 25


(8) Para Gorka y Tato, que lo hacen posible
En los periodos de vacaciones siempre se me ocurre la misma boutade, y cada vez que la pongo en práctica no me arrepiento. Se trata de escapar, durante unos minutos o unas horas, a algunos de los montes que rodean Bilbao. En su día me contaron que Salzburgo presumía de ser la única ciudad europea en estar rodeada por sus cuatro esquinas con montañas. Debo decir que esta afirmación es inexacta y que Bilbao también lo está, y con mayor mérito aún ya que es una ciudad más grande y populosa que la austriaca. Por aquí podríamos colar algunas pistas para promocionar Bilbao sobre un aspecto en el que no siempre se repara con la debida atención.

Bueno el caso es que esta Semana Santa opté por estas vacaciones "sin salir de casa". Mi bolsillo me lo agradeció y subí hasta uno de esos montes que rodean Bilbao; en concreto hasta Archanda y desde allí, a 700 metros de altura, volví la mirada hacia abajo, hacia el valle, para ver cómo se veía Bilbao sin mí.

El ejercicio no tiene desperdicio. Lo recordaba de otras ocasiones. Porque si las vistas son espectaculares, el panorama tiene, además, otras gratificantes consecuencias. Por ejemplo, atempera los "egos" demasiado subidos. Porque la ciudad sin nosotros continúa bullendo, continúa produciendo sus sonidos particulares, continúa respirando, continúa viviendo. Y haríamos bien, entonces, en no creernos tan imprescindibles ni centros de ningún mundo. Es, así, esta visión desde Artxanda, y más aún si lo hacemos solos, empapándonos del silencio de los árboles, de la hierba y de la vigilante montaña, una impagable cura de humildad, un poner las cosas y nuestros huesos en su justo lugar. Ni más ni menos. Ahí es nada. Para resultar tan económico y costar tan poco no habrá muchos destinos y vacaciones que den para tanto.

Y eso sí, al de un rato, cuando empieza a refrescar, empiezo a regresar a la ciudad. Casualmente es jueves y miro la hora en el móvil. Las 20,15. Y me acuerdo que la Bilbaína Jazz Club (BJC) ha adelantado los horarios de sus conciertos a las 20,30. Y ya no lo dudo y hacia allí que voy.

El jazz me flipaba con 16 años. Ahora me gusta. Y le reconozco unos méritos que con 16 años se me escapaban y de los que ahora pienso que muy pocas manifestaciones culturales pueden presumir.

El jazz ha conseguido que lo que fue en sus orígenes una música popular haya derivado y se haya convertido en auténtico crisol, en una música que tiende y abraza influencias de las músicas más vanguardistas del siglo XX, de Debussy a Stravinski, pasando por Nino Rota o Shostakovich, y sin perder con ello, y ¡he aquí el milagro!, un ápice de aquellas melodías que le hicieron nacer a ras de tierra y de algodón, los espirituales, el blues, etc.

Sólo por eso el jazz merecerá siempre mi respecto y admiración. Y ante apuestas como la de la BJC me quito el sombrero y saludo al respetable; sobre todo a Gorka y a Tato, almae maters de todo este tinglado que cada jueves a las 20,30h. se monta en los bajos del Club bilbaíno.

Y este último jueves no fue una excepción. Disfruté con el cuarteto de Rob García, un baterista neoyorkino de muchos kilates, y con el increíble saxo Noah Preminger, también venido desde la Gran Manzana, y el fino contrabajista japonés, afincado en Barcelona, Masa Kamaguchi, y con Marco Mezquida, el pianista menorquín que a sus 29 años ha sido elegido tantas veces Melor Músico de Jazz del Año que se está sopesando seriamente cambiar el nombre del Premio y llamarlo directamente Premio para Marco Mezquida.

Y, como se preveía, el concierto no tuvo desperdicio. Pero es que además, viendo sobre el escenario, a apenas unos centímetros de distancia, a este magnífico cuarteto yo me preguntaba porqué nos cuesta ponernos tantas veces de acuerdo, y sobre las cuestiones más nimias, y estamos siempre a la gresca, al yo más y tú menos, al yo más listo y tú más zoquete. Y no miro a nadie pero miro a todos. Porque allí, sobre el escenario de la bodega de la BJC, había cuatro personas, cada una de su madre y de su padre, cada una desde su propio país de origen, cada una con sus propios rasgos y color de piel, cada una con su instrumento y sus creencias religiosas y ninguna montó el potxo ni se partió la cara por las diferencias. Eso sí, todos "discutieron" pero lo hicieron con música. Y ningún kalafnikov interrumpió las melodías e improvisaciones. La sesión discurrió como la seda. Y terminó con la más sincera y estruendosa salva de aplausos. Y yo pensé que sí, que todo es aún posible. Quizás la cuestión radicara en convertir a este pequeño rincón del mundo, a la pequeña bodega de la BJC en el mundo entero, aunque solo fuera por el tiempo que dura un bolo. Porque por algo hay que empezar, digo yo. Y luego ya intentaremos alargar los tiempos. Pero poco a poco. De momento guardemos lo que tenemos, este tesoro de los jueves a las 20,30h. y no lo dejemos escapar. Tampoco hay tantas BJC como para desperdiciar lo que ésta nos ofrece desde hace ya 25 años. Un cuarto de siglo, que se dice pronto...

(7) Para Gustavo, que me dio la idea
Llueve. En Bilbao, por lo menos, llueve a cántaros. De los 29 días de este febrero bisiesto las crónicas cuentan que llovieron 20. Y de los 9 que llevamos de marzo han llovido, de momento, los 9. Y hoy además llueve torrencialmente. ¿Qué se le va a hacer? Es lo que toca, dicen los amigos del refranero. Yo no lo soy. Ni por el forro. Y me pensando que la lluvia tiene su punto. En ocasiones incluso es imprescindible. Como para regar los campos o refrescar la hierba o para crear, con su constante, monótono y, ¿porqué,, no?, triste goteo, el clima más apropiado para escuchar la colección de lieders que se agrupan en el Viaje de invierno, de Frank Schubert. Escuchar el Viaje durante el verano, bajo una chicharra de 40 grados, no está mal. Nunca está de sobras escuchar el Viaje. Pero hacerlo mientras en la calle caen chuzos de punta y el termómetro marca no más de 10 graditos es realmente una experiencia mágica. Única.

El pasado día 6, con uno de esos días, en el Palacio de Euskalduna, aquí en Bilbao, se pudo asistir a un Viaje interpretado por el excelente barítono José Antonio López acompañado al piano por el joven maestro Rubén Fernández, dentro de los conciertos programados en el Festival Musika Musika de este año. Cuentan las crónicas que no tuvo desperdicio. Y me lo creo. Y aquí, para muestra un botón, os dejo El organillero, uno de los lieders que componen ese Viaje que Frank Schubert realizó a unas tierras que nadie podrá encontrar ni pisar nunca dentro de los lindes de este mundo. Son, sin duda ésas, tierras que sólo se escuchan con el oído y se sienten en el corazón.


 (6) Y para empezar un año cualquiera o este año, por ejemplo, nada mejor que ir al Cineclub FAS, en la Plaza de Indautxu, en los bajos de la Iglesia de El Carmen a ver Ocho y medio del gran Federico Fellini, y flipar con la copia en 35mm que se proyectó, y con una forma magistral e irrepetible de hacer y de entender el cine, que me temo que ya no volverá. Pero ¡qué importa! El FAS hace que esa melindrosa y lloriqueante nostalgia no tenga razón de ser. Es el milagro-FAS como yo suelo llamarle. Y éste un excelente tráiler de la película para lo que pudieron y no pudieron, por lo que fuera, disfrutarla. Así que pasen y vean:


(5) Y para terminar el año, más musicón y más Neil Young, y realizar un concurso: ¿cuál de los tres s punteos de guitarra es mejor, el de Neil en Like a Hurricane o el de Frank Zappa en Watermelon in Easter Hay? Y si después de una atenta escucha se produce un empate entre los dos que nadie se alarme ni se eche las manos a la cabeza, que para eso los viejos y sabios romanos inventaron aquello del ex -.aequo.
¡¡¡FELIZ AÑO!!!



 
 



(4) Y para no quedarnos musicalmente con mal sabor de boca recordar que hoy 12 de noviembre de 2015 cumple 70 tacos Neil Young, que si de algo puede presumir es de se la antítesis del altanero y presuntuoso Van Morrison. Modesto, genial, honrado, incansable, discreto pero atronador es, sin duda, uno de los grandes, uno de esos hombres (ya no cantantes ni artistas) que hacen que este mundo haya merecido y siga mereciendo la pena. Si escuchas su Helpless con The Band y con los estremecedores coros de Emmilou Harris y los pelos no se ponen de punta es que aún no te has levantado de la cama.
Por eso una de las cosas para hacer hoy (y siempre) en Bilbao cuando estés coñado será felicitar a Neil Young oyendo uno (por ejemplo, Helpless) o varios de sus temazos y discos,
Semper fidelis.

(3) Darle por el culo al León de Belfast que es Van Morrison y que ayer tocó en el Palacio Euskalduna de Bilbao, con las entradas desde ¡200€ la más cara, hasta 75€ la más barata!, y que si alguien ha asistido a algún espectáculo en el Euskalduna bilbaíno, se percatará de que no sólo son las más baratas sino que además son tuertas o casi ciegas Vaya, un robo con alevosía y a mano armada. Porque el León andará ya por los 70. Y además de no haber sido nunca muy simpático (aunque a un artista nadie puede obligarle a serlo) ya se ha dado varias vueltas por Bilbao. O sea que la primicia, de cachondeo. Al León ya le hemos visto la melena por aquí, más poblada y por muchísima menos tela. Y hemos asistido a sus desplantes, aguantado su mal humor y aplaudido y coreado el otro lado de su carretera.

Pero el tiempo no debe pasar en balde. Y si el León todavía ruge, pero menos y da menos miedo, en obvia relación con sus años, a nosotros en los bolsillos se nos han formado últimamente como cuevas de tela donde el eco resuena, demasiado a menudo, a sus anchas. Y no querer darse cuenta de esto, de la jodida crisis, y más aún volando desde Irlanda donde, por cierto, también se las están pasando canutas, y querernos sacar 200€ por hora y media de concierto molesta y decepciona.

Así que para mí, desde hoy, el León es historia. Sus discos, directos al aparador ese donde reposan olvidados, entre otros, el Grease de John Travolta, el Breakfast in America, de Supertramp y otras reliquias del pasado. Y me quedo tan ancho. Si el estúpido insiste en su estupidez, se hace viejo y persiste en su estupidez, qué le vamos a hacer: darnos la vuelta en cuanto le veamos asomar detrás de la esquina.

Y por supuesto, en esta entrada, ni una puta foto ni un puto vídeo suyo. Y lo siento. porque Astral Weeks me flipaba. Que lo sepas, León.

(2) Jo-Wilfred Tsonga es uno de los mejores tenistas franceses de los últimos años. Su saque es temible y su derecha, cuando suelta el látigo, demoledora. Y sin embargo creo que su mejor golpe es uno que suele acabar fuera de la pista, más allá de las líneas de fondo que delimitan el rectángulo de las pistas de tenis pero que ningún juez de silla se atreve a cantar out!!. En realidad es un golpe de extremada suerte que se estrella entre las localidades VIPS de los recintos deportivos. Y ahí se queda sentado. Y vendría lo de la suerte a cuenta de que ese golpe tan especial ni siquiera sale directamente de la raqueta del tenista francés. Aunque sea su raqueta quien la lleva consigo a través de los innumerables torneos ATP que se celebran durante el año. Y ella, paciente, espera. Y cuando Jo-Wilfred atiza uno de sus raquetazos ganadores o devuelve in extremis un smash pegando uno de sus impresionantes saltos marca de la casa, ella, o la suerte de Jo-Wilfred Tsonga, se incorpora en su palco VIP y aplaude. Y yo, por lo menos, no tengo dudas. Y lo disfruto. Noura es el mejor y más afortunado golpe del tenista francés de Le Mans.






(1) Sólo decir que si un vecino te despierta con esto, a todo volumen, a las tres de la madrugada, un martes cualquiera entre semana, no molesta. Me siento en la cama y escucho. Y cuando termina, espero que lo vuelva a poner...














1 comentario:

  1. Gracias a ti, Nuno. Me alegra que Bilbao te haya gustado... ¡y sin contar con el Guggenheim! (jeje).

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