Esto que escribo me lo han inspiraron esas trifulcas callejeras y de barras de bar entre lo vasco y lo español en la que, estos días y a cuenta de la victoria de España en el Europeo de fútbol, estamos enfrascados. Y también me lo inspiró Paula, mi sacrificada mujer, cuando el pasado domingo, día 14 de julio, al volver de misa, me comentó que en el final de la homilia el cura, ni corto ni perezoso, había deseado que esa tarde ganara el Athletic. Pero esa tarde no jugaba el Athletic, sino España. Y yo mismo corroboré la supuesta petedura de pata añadiendo de cachondeo, Paulita, quizás a ese cura le estén empezando a fallar las conexiones con la Tierra.
Pero después lo pensé mejor. Y el próximo domingo intentaré acercarme a San Fernando- ésa es la iglesia- para hablar con el mencionado párroco y aclarar si su lapsus linguae fue tal o si, por el contrario, sabía muy bien lo que estaba diciendo y sólo intentaba que los feligreses le dieran una vueltilla a sus palabras para terminar descubriendo que, efectivamente, el domingo 14 el Athletic ganó 2-1 la Final de la Eurocopa a una triste y raquítica selección inglesa.
Como a mí me ha ocurrido, después de pegarle a la cabeza esa vueltilla y, convencido como ahora lo estoy, voy a tratar- aunque no sea nada amigo de sermones, ya que estamos- de convenceros a todos vosotros, a todos los athletitzales, a todos los que me estéis leyendo aquí-y-ahora de que el cura de San Fernando está perfectamente cuerdo. Pero vayamos por partes, como sabemos que diría Jack "El destripador":
1º. No creemos albergar duda alguna de que el Athletic, más allá que un equipo de fútbol, es un sentimiento.
2º Y un sentimiento no conoce fronteras como tampoco sabe la tabla de multiplicar. Un sentimiento se lleva muy dentro, muy cerca del corazón, donde los números no tienen acceso.
3º Por eso en las vísperas de la Final de la Copa del Rey de este año, en la que nos proclamamos campeones después de cuatro décadas, las páginas de los principales periódicos de Bizkaia se llenaron de fotografías en las que eufóricos aficionados, ataviados con nuestros colores rojiblancos, ¡y desde los cinco continentes! deseaban al equipo la mejor de las suertes con iindependencia del color de su piel o del idioma en el que pudieran expresarse. Porque los sentimientos no sólo no entienden de números sino tampoco de lenguas: los sentimientos se comprenden sin decir ni "mú".
4º Por eso, cuando la Selección Española saltó al terreno de juego del bellísimo Estadio Olímpico de Berlín (la Eurocopa se disputaba en Alemania, claro) con Unai Simón, uno de nuestros porteros, con Vivian, uno de nuestros defensas y con Nico Williams, uno de nuestros extremos, el Athletic o, hilando más fino, el Sentimiento-Athletic saltaba con ellos al campo, con cada una de sus paradas, con cada una de sus salidas al cruce, con cada uno de sus regates porque Unai, Vivian y Nico llevan muy dentro ese sentimiento.
5º Y porque a un sentimiento no podemos sacarle de dentro y dejarlo colgado en el armario mientras uno se va a dar una vuelta, por Alemania,ya que estamos. Porque el sentimiento siempre se viene con nosotros, vayamos por donde vayamos, como la mismísima respiración, y nunca como un vulgar traje.
6º Por eso cuando España levantó el trofeo de campeones a los cielos alemanes, el Athletic también lo levantaba. No en vano, por ahí seguían Vivian, Nico y Unai.
7º Y por eso, ahora creo- y si puedo se lo diré el domingo que viene- que al cura de San Fernando no le falló ninguna clavija cuando deseó que el Athletic ganara la Final de Berlín. Él sabía muy bien lo que decía. Y los intangibles le escucharon: el Athletic ganó 2-1, con goles de Nico Williams y Mikel Oyarzábal. Y espero que, aunque con los sentimientos nunca deba jugarse, se nos disculpe en estos felices momentos, hacer una excepción.
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