viernes, 11 de enero de 2013

CINE-CLUB FAS: ¡60 AÑOS!


Este artículo fue publicado en el periódico Gara, en la p.45, el 10 de enero de 2013.

BENDITAS MINORÍAS
 

El Cine-Club FAS cumple este año 2013 60 años. Y sacando pecho. Desde 1953, primero en el cine de San Vicente y actualmente en el Salón de Actos de la Iglesia del Carmen, ha permanecido siempre fiel a su cita de los martes por la tarde con proyecciones de singulares películas y posteriores y sabrosos coloquios (incluso se mantuvo una “peligrosa” función aquel infausto 23-F), y que a más de un espectador atento le habrá enseñado algo con lo que poder cargar, desde entonces, en su mochila vivencial, y que a todos sin excepción nos ha enseñado a amar el cine. Incluso algunos, entre los que me cuento (y también cuento a Alex de la Iglesia y a Urbizu y a tantos otros), a atrevernos a realizar una película. Sí, me parece que todo esto no está nada mal para empezar. Y seguir adelante.

Y sin embargo, yo no recuerdo desde cuando formo parte del Cine-Club. Posiblemente desde hace casi, más o menos, 30 años. Ahora somos unos 160 socios. Y claro que nos gustaría que esa cifra fuera en aumento, aunque tan sólo fuera por las puñeteras cuestiones económicas y por esos balances “cuadrados” que tanto preocupan a los contables, pero yo estoy a gusto con ese número. Me gusta formar parte de una minoría. Siempre estaré a favor de una minoría, nos decía Nanni Moretti en Caro diario, aquella bonita película que dirigiera hace ya unos cuantos años. Las minorías siempre tienen algo interesante que decir. Las minorías huyen de los lugares comunes, porque para eso ya están las aburridas mayorías voceando siempre las mismas “verdades”- ¡entrecomillas, por favor! Las minorías, por el contrario, buscan siempre algo más. Algo diferente. Y hoy disfrutar de la proyección de una película en pantalla grande es una “diferencia” que no todo el mundo está en disposición de apreciar pero que yo creo que es uno de esos placeres que no deberíamos permitir que se perdieran nunca. Eso, sin duda, sí sería casi un pecado. Como el matar a un ruiseñor, sobre el que nos alertaba Atticus Finch en otra excelente película. Sí, Atticus Finch: otra minoría. Por eso decía antes que me sentía a gusto formando parte de ese grupo de minoritarios. En la minoría, paradójicamente, todo tiene aún cabida. Me recuerda “el antes de la revolución”, cuyo título usó Bertolucci para su segunda película: ese maravilloso lugar o estado de ánimo donde nada se ha consumado todavía y donde todo es posible.

Y si Elias Canetti se despertó un día y dijo horrorizado aquello que “de repente todo estaba lleno de gente”, yo me siento bien no siendo tanta mayoría, tanta “gente” y siendo más persona, más “minoría”, o socio de un cine-club que no renuncia a incorporar nuevas “minorías” a sus proyecciones del martes. Y que este año cumple 60 años. Sin pensar en la jubilación. Eso, lo juro, ni se le ha pasado por la cabeza.
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