Todos nos quejamos. A tope. Sí, todos nos quejamos de todo, todo el rato. Parece el deporte nacional. Curiosamente con el que menos se suda, por el que nunca hay que pasar previamente por el vestuario para practicarlo. Cierto que la queja parece que nos calaloga, desde el momento que la pronunciamos, como un tipo listo, valiente, sin pelos en la lengua.
Pero habría llegado ya la hora de poner pie en pared, y a separar la queja-como-Dios-manda y con merecidas cualidades para ser pronunciada, de aquella otra que no va a ninguna parte y que sólo sirve para demostrar lo sabios y "puestos" que estamos sobre cualquier materia en la que quisieran ponernos en un aprieto.
Pero es que además se me ocurre, ¿con que derecho se nos puede ocurrir levantar la voz? , ¿acaso hemos pensado por un segundo en la cara que se le pondría a Orson Welles cuando la Universal Pictures decidió a la brava, por su cuenta y riesgo y porque no había que desaprochar ni un segundito, insertar los créditos iniciales de Sed de mal (1958) sobre el maravilloso plano secuencia que abre mejestuoso la película? Joderlo, es quedarse corto. Pero el viejo Orson ahí siguió (El proceso, Campanadas a medianoche...), chitón pero dando la cara. ¡Bueno era él!
O cambiando de tercio, la reiterada negativa- ¿habría alguien más torpe que aquél que se empeña en andar a la pata coja?- de la Academia Sueca a conceder el Premio Nobel de Literatura a Jorge Luís Borges y otórgarselo en su lugar a mediadías, I´m sorry, que no tendrían un pase como fue el caso de nuestro querido Don Camilo (José Cela). Sí, pienso que después del desagravio sufrido por Borges, ningún escritor en lengua castellana debería de poner ningún grito en el cielo porque la Academia Sueca no se acuerde de él. Yo por eso estoy tranquilo-jeje. Y os dejo no con el esperado pataleo del escrtior argentino, sino con aquello que mejor sabía hacer: con uno de sus impagables poemas, para que comprobéis que el genio siempre es algo que le toca a uno y al otro que está justo al lado, no. Así que menos "¡manos arriba!" y más "¡manos a la obra!"
El suicida,-
No quedará en la noche una estrella.
No quedará la noche.
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