miércoles, 16 de julio de 2025

TURANDOT O EL MIEDO DE HACERSE MAYOR

Voy a darle otra vuelta de tuerquilla a la última, inconclusa pero inolvidable ópera de Puccini, Turandot, y que el otro día vi (y escuché) en el incomparable portal de medicitv con Jonas Kauffmann como Calaf y Asmik Grigorian como Turandot.

Y cuando hablo de "tuerquilla" me refiero a que esta representación- nueva para mí- me ha servido para desgranar nuevas lecturas de tan fascinante como inagotable libreto. ¿O no os parece que Turandot sea una mujer que, a cuenta de una experiencia traumática que le ocurrió a una antepasada suya, se niega a crecer y desprecia por ello a todos los hombres que quieren acercarse a ella? Turandot no quiere hacerse mayor y por ello a todos los hombres que osan pedir su mano les propone- como en un juego de niños- tres acertijos. Quien los adivine podrá casarse con ella. Quien yerre las respuestas, morirá decapitado. ¿Y no es éste sino el más avieso plan que una mente rencorosa y retorcida puede llegar a urdir, la estrategia de una niña malcriada que no atiende a más razones que a las que le dicta su atribulado y extraviado corazón?

Así Turandot vive sometiendo a los hombres a una eterna infancia. ¿O qué representan sino Ping, Pang, Pong a los que se les niega, incluso, a tener un nombre propio y en su lugar se les conoce a partir de esas tres onomatopeyas propias de los niños de pecho? ¿O no es casual también que la pregunta que le plantea Calaf a Turandot, para romper el compromiso a la que ésta se ve obligada a cumplir después de que Calaf haya desentrañado los tres acertijos sea, precisamente, que Turandot adivine y pronuncie su nombre- de ahí que Turandot amenace a su pueblo con no dormir- Nessum dorma- hasta que el nombre del desconocido salga a la luz? Esto sería, que Turandot se olvide de las muñecas- Ping, Pang, Pong- y de los acertijos y que se haga, por fin, una mujer. Y que aprenda a querer.

De esta forma, y no pretendo con ello descubrir América, el nombre de Calaf se trasmutará en el final de la ópera en Amor, sí, aquello que nos hace querer pero también olvidar que una vez, hace años o muchos años, todos fuimos y dejamos de ser niños.



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