martes, 22 de julio de 2025

Y QUÉ SABRÁS TÚ LO QUE ME GUSTA A MÍ?

Surgió de repente. No vino montada en una escoba sino en una bronca, ni mayor ni menor que otras que he tenido con Paula. Pero esta vez la pregunta con que cerró la discusión me dejó literamente in albis. ¡¿Qué sabrás tú sobre lo que a mí me gusta o me disgusta?! Y sin parecer la clásica pregunta-trampa, después de 25 años de convivencia, sí que me cogió con el pie cambiado, y tuve que cerrar el pico y salir de la habitación pensando, eso sí, en lo que acababa de escuchar.

Porque en este mundo que estamos construyendo todos y todas queremos, sobre todo, ser libres, acaso enigmáticos como condición del empoderamiento que todas y todas deseamos atribuirnos. Así que nadie quiere se un libro abierto para los demás. Demasiado fácilón. Y lo facilón no se lleva. Destila cierto infantilismo que se opone frontalmente a ese empoderamiento del que hablábamos antes y que éste sí constituye una de nuestras principales y actuales señas de identidad- con permiso de Ferlosio.

¿O no supone, mal mrado y leído, este libro abierto un inequívoco síntoma de debilidad social? Eres más claro que el agua limpia, lejos de ser un piropo, más bien parece una directa alusión a la más triste ingenuidad. Así que mejor no dar pistas, disfrazarnos de enigma, vestirnos de intrigas irresolubles, de dificultades para ser interpretados. Eso nos hará, sin duda, más difíciles e... interesantes; o sea, re-queridos y reclamados. Merecemos la pena en nuestra opacidad. ¿Quién quiere buscar donde no hay secretos?

Y de esta manera, evitando ser tan "fáciles", mejor tiramos cada uno para nuestro lado, nos recluimos en el misterio, y vamos a lo nuestro. Y así surge la pregunta de Paula y mi atónita expresión. Cariño, me coges en pelotas. Y no es el momento. Este mundo nos ha jodido biien. ¡Pero si lo hemos hecho nosotros! Sí, aunque qué más da quién lo haya hecho. No buscamos a los culpables, no. Prefiero levantar la mano y presentarme como víctima. Porque yo intento ser un libro abierto o, al menos, intento "desenredar mis hojas". ¿No es, después de todo, este blog una prueba de lo que digo? Claro que la falta de compañía, en estas lides, a veces me deprime. Y la vida se me hace como- ya que estamos con el Tour de Francia- las 21 curvas del Alpe d´ Huez. Todos empoderados, todos sin saber nada de los que tenemos al lado aunque, irónicamente, sabiendo de todo, pero con la boca cerrada. Como el coro de Madame Butterfly.



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