jueves, 24 de julio de 2025

EL DIRECTOR DE CINE Y LA HUMILDAD

Yo siempre lo he defencido y me he hartado de repetirlo en mis clases y para todo aquél que haya querido escucharme. Y tampoco presumo de ser un lumbreras. La frase está extraída de aquella enseñanza que predicaba David Hume: la modesitia y la humildad siempre deberán guiar nuestros pasos. Y así tendríamos lo que en esta entrada nos ocupa: la humildad que debe atesorar todo aquél que aspire a convertirse en un solvente director de cine.

Y no lo recordaba, pero el otro día volviendo a ver Cautivos del mal. la película que Vincente Minellli rodó en 1952 con Kirk Dougas y Lana Turner, entre otros, y que sitúa la acción en el interior de un gran estudio  en la época del más dorado Hollywood, se puede oír idéntica consigna, la principal característica que debe poseer un director de cine es la humildad; sí, humildad ante la gran tarea que piensa emprender y ante las numerosas dificultades y contratiempos que deberá superar para lograr realizar una buena película. Reconocer nuestra "insignificancia" frente a tales retos es el mejor antídoto contra los normalmente inflados egos- que nunca aciertan con el tamaño de la dificultad y que salpican el Mundo del Arte como champiñones. Sí, es éste, sin duda, el paso más acertado para comienzar a nuestra carrera.

Pero, sin embargo, en estos tiempos que corren (¡siempre son ellos, los tiempos!) la humildad cotiza a la baja. ¿Quién desea ser humilde?, ¿reconcer la pequeñez de nuestros actos frente a la magnitud de nuestro deseo? En el Hollywood clásico en donde, por pleno derecho, se inscribe la película de Minelli, era fácil encontrarse con el brazo torcido, con la cabeza gacha del director frente las exigencias del todopoderoso productor. Pero quizás ahora, cuando estos productores se han volteado y únicamente fijan sus objetivos en su empeño en hacer de la películas el más lucrativo y jugoso de los negocios, al modo de los objetivos que rigen una central bancaria, y dadas las estratosféricas dimensiones que han alcanzado los mass media y el porque-yo-lo-valgo como el más salvaje pero necesario modus operandi en esta jungla de pasta-y-pasta, el director y la humildad no dejan de ser trasuntos del agua y del aceite. Y así mal vamos. Yo sólo os invitaría a acercaros a cualquier sala comercial donde se proyecte el último blockbuster. Y os dejo un kleenex para que empapéis las lágrimas.

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miércoles, 23 de julio de 2025

EL MONT VENTOUX Y MUSSORGSKY

 

Llevo años desconectado del ciclismo. Reconozco que los continuos casos de dobaje me tiraron los ánimos por el suelo. Y por fin la puntilla: el caso Armstrong, del que yo era un ferviente seguidor, por aquello de que había resurgido de sus propias cenizas depués de un inoportuno cáncer- ¿cuál no lo es?- de próstata, terminó con mi vieja afición.

Lo cual no quita para que aún hoy ande echando un ojillo, de vez en cuando, a aquello que se cuece en las Grandes Vueltas o en las Clásicas de un día (Mundial ,incluído). Y ayer, por ejemplo, tocaba Tour. Y la etapa era una de mis favoritas con la ascención final al espectacular Mont Ventoux, el Monte Ventoso o el Monte Pelado, como popularmente se le conoce a cuenta del parecido que muestran su últimos kilómetros con el suelo lunar. Allí falta el aire, ni a la más mísera brizna de hierba se le ocurre asomar el morro, y allí un violento ataque al corazón fulminó al extenuado camppeón Tom Simpson.en 1967.

Pero volviendo la vista 600 años hacia atrás veríamos entonces al insigne Petrarca, que conocía bien la región por haber vivido en Aviñón entre 1333 y 1349, escalando el Mont Ventoux en 1336, cosa que explicaría en una carta a un amigo- carta que es, actualmente, considerada uno de los primeros productos del Renacimiento y del Humanismo ya que Petrarca haría la ascención inspirado en un pasaje de la Historia de Roma, de Tito Livio. Por todo ello suele considerarse a Petrarca como el padre del alpinismo ya que, según afirmaba, él quería escalar el Mont Ventoux sólo para poder disfrutar de las vistas. Petrarca subiría a la cima el 26 de abril en compañía de su hermano y dos personas más.

Pero ayer, viendo el final de la etapa me vino también a esta alborotada cabeza la bonita Noche en el Monte Pelado, del compositor ruso Modest Mussorgsky orquestada brillantemente por Rimski-Kosakov. Y volví a escucharla. Y volví a flipar. Aunque después descucbrí que el Monte Pelado de Mussorgsky no es el Monte Pelado que se atraviesa en el Tour, sino uno que se encuentra cerca de Kiev.

Pero el error lo hizo posible y una cosa me llevó a la otra. O la bonita victoria del joven francés Valentine Pairet Paintre haciendo cumbre en la Luna con una bicileta, al inolvidable trabajo de Mussorsgky. Yo aquí os dejo las dos. Son las cosas que tienen los errores; son las cosas que tiene Internet.




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martes, 22 de julio de 2025

Y QUÉ SABRÁS TÚ LO QUE ME GUSTA A MÍ?

Surgió de repente. No vino montada en una escoba sino en una bronca, ni mayor ni menor que otras que he tenido con Paula. Pero esta vez la pregunta con que cerró la discusión me dejó literamente in albis. ¡¿Qué sabrás tú sobre lo que a mí me gusta o me disgusta?! Y sin parecer la clásica pregunta-trampa, después de 25 años de convivencia, sí que me cogió con el pie cambiado, y tuve que cerrar el pico y salir de la habitación pensando, eso sí, en lo que acababa de escuchar.

Porque en este mundo que estamos construyendo todos y todas queremos, sobre todo, ser libres, acaso enigmáticos como condición del empoderamiento que todas y todas deseamos atribuirnos. Así que nadie quiere se un libro abierto para los demás. Demasiado fácilón. Y lo facilón no se lleva. Destila cierto infantilismo que se opone frontalmente a ese empoderamiento del que hablábamos antes y que éste sí constituye una de nuestras principales y actuales señas de identidad- con permiso de Ferlosio.

¿O no supone, mal mrado y leído, este libro abierto un inequívoco síntoma de debilidad social? Eres más claro que el agua limpia, lejos de ser un piropo, más bien parece una directa alusión a la más triste ingenuidad. Así que mejor no dar pistas, disfrazarnos de enigma, vestirnos de intrigas irresolubles, de dificultades para ser interpretados. Eso nos hará, sin duda, más difíciles e... interesantes; o sea, re-queridos y reclamados. Merecemos la pena en nuestra opacidad. ¿Quién quiere buscar donde no hay secretos?

Y de esta manera, evitando ser tan "fáciles", mejor tiramos cada uno para nuestro lado, nos recluimos en el misterio, y vamos a lo nuestro. Y así surge la pregunta de Paula y mi atónita expresión. Cariño, me coges en pelotas. Y no es el momento. Este mundo nos ha jodido biien. ¡Pero si lo hemos hecho nosotros! Sí, aunque qué más da quién lo haya hecho. No buscamos a los culpables, no. Prefiero levantar la mano y presentarme como víctima. Porque yo intento ser un libro abierto o, al menos, intento "desenredar mis hojas". ¿No es, después de todo, este blog una prueba de lo que digo? Claro que la falta de compañía, en estas lides, a veces me deprime. Y la vida se me hace como- ya que estamos con el Tour de Francia- las 21 curvas del Alpe d´ Huez. Todos empoderados, todos sin saber nada de los que tenemos al lado aunque, irónicamente, sabiendo de todo, pero con la boca cerrada. Como el coro de Madame Butterfly.



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miércoles, 16 de julio de 2025

TURANDOT O EL MIEDO DE HACERSE MAYOR

Voy a darle otra vuelta de tuerquilla a la última, inconclusa pero inolvidable ópera de Puccini, Turandot, y que el otro día vi (y escuché) en el incomparable portal de medicitv con Jonas Kauffmann como Calaf y Asmik Grigorian como Turandot.

Y cuando hablo de "tuerquilla" me refiero a que esta representación- nueva para mí- me ha servido para desgranar nuevas lecturas de tan fascinante como inagotable libreto. ¿O no os parece que Turandot sea una mujer que, a cuenta de una experiencia traumática que le ocurrió a una antepasada suya, se niega a crecer y desprecia por ello a todos los hombres que quieren acercarse a ella? Turandot no quiere hacerse mayor y por ello a todos los hombres que osan pedir su mano les propone- como en un juego de niños- tres acertijos. Quien los adivine podrá casarse con ella. Quien yerre las respuestas, morirá decapitado. ¿Y no es éste sino el más avieso plan que una mente rencorosa y retorcida puede llegar a urdir, la estrategia de una niña malcriada que no atiende a más razones que a las que le dicta su atribulado y extraviado corazón?

Así Turandot vive sometiendo a los hombres a una eterna infancia. ¿O qué representan sino Ping, Pang, Pong a los que se les niega, incluso, a tener un nombre propio y en su lugar se les conoce a partir de esas tres onomatopeyas propias de los niños de pecho? ¿O no es casual también que la pregunta que le plantea Calaf a Turandot, para romper el compromiso a la que ésta se ve obligada a cumplir después de que Calaf haya desentrañado los tres acertijos sea, precisamente, que Turandot adivine y pronuncie su nombre- de ahí que Turandot amenace a su pueblo con no dormir- Nessum dorma- hasta que el nombre del desconocido salga a la luz? Esto sería, que Turandot se olvide de las muñecas- Ping, Pang, Pong- y de los acertijos y que se haga, por fin, una mujer. Y que aprenda a querer.

De esta forma, y no pretendo con ello descubrir América, el nombre de Calaf se trasmutará en el final de la ópera en Amor, sí, aquello que nos hace querer pero también olvidar que una vez, hace años o muchos años, todos fuimos y dejamos de ser niños.



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martes, 15 de julio de 2025

MENOS MANOS ARRIBA, Y MÁS MANOS A LA OBRA

Todos nos quejamos. A tope. Sí, todos nos quejamos de todo, todo el rato. Parece el deporte nacional. Curiosamente con el que menos se suda, por el que nunca hay que pasar previamente por el vestuario para practicarlo. Cierto que la queja parece que nos calaloga, desde el momento que la pronunciamos, como un tipo listo, valiente, sin pelos en la lengua.

Pero habría llegado ya la hora de poner pie en pared, y a separar la queja-como-Dios-manda y con merecidas cualidades para ser pronunciada, de aquella otra que no va a ninguna parte y que sólo sirve para demostrar lo  sabios y "puestos" que estamos sobre cualquier materia en la que quisieran ponernos en un aprieto.

Pero es que además se me ocurre, ¿con que derecho se nos puede ocurrir levantar la voz? , ¿acaso hemos pensado por un segundo en la cara que se le pondría a Orson Welles cuando la Universal Pictures decidió a la brava, por su cuenta y riesgo y porque no había que desaprochar ni un segundito, insertar los créditos iniciales de Sed de mal (1958) sobre el maravilloso plano secuencia que abre mejestuoso la película? Joderlo, es quedarse corto. Pero el viejo Orson ahí siguió (El proceso, Campanadas a medianoche...), chitón pero dando la cara. ¡Bueno era él!


O cambiando de tercio, la reiterada negativa- ¿habría alguien más torpe que aquél que se  empeña en andar a la pata coja?- de la Academia Sueca a conceder el Premio Nobel de Literatura a Jorge Luís Borges y otórgarselo en su lugar a mediadías, I´m sorry, que no tendrían un pase como fue el caso de nuestro querido Don Camilo (José Cela). Sí, pienso que después del desagravio sufrido por Borges, ningún escritor en lengua castellana debería de poner ningún grito en el cielo porque la Academia Sueca no se acuerde de él. Yo por eso estoy tranquilo-jeje. Y os dejo no con el esperado pataleo del escrtior argentino, sino con aquello que mejor sabía hacer: con uno de sus impagables poemas, para que comprobéis que el genio siempre es algo que le toca a uno y al otro que está justo al lado, no. Así que menos "¡manos arriba!" y más "¡manos a la obra!"

El suicida,-

    No quedará en la noche una estrella.

                                        No quedará la noche.

Moriré y conmigo la suma
del intolerable universo.
Borraré las pirámides, las medallas,
los continentes y las caras.
Borraré la acumulación del pasado.
Haré polvo la historia, polvo el polvo.
Estoy mirando el último poniente.
Oigo el último pájaro.
Lego la nada a nadie.


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martes, 8 de julio de 2025

ALTIUS, FORTIUS PERO, SOBRE TODO, CITIUS

Cuando echo la vista atrás, pero bastante atrás, no dejan de sorprenderme cómo ya los Aniguos Griegos, que realmente además de griego sabían latín- jeje- nos mostraban slgunos de los mimbres con los que 3000 años después sería construida esta modernidad en la que desde el siglo XIX, por ejemplo, andamos eneredados.

Para ello sólo invitaría a los interesados por no ponerse únicamente morenos, ya que estaríamos en veranito y que, en su lugar, pusieran su atención- con cuidadito de no caer en un agotador sobreesfuerzo- en el ingente e ¿interminable? desfile de acontecimientos deportivos que nos acorrala, con abrumadoras intenciones, nuestras pobres retinas.

Sí, el Deporte- y permitidme escribirlo con mayúscula- el que no para de crecer y... multiplicarse, está por todas partes, con los chicos y las chicas, Sí, allá por donde nos giremos toparemos con alguien sudando la gota gorda, y en pantalón corto.

Pero, ¿qué tendrán que ver los Antiguos Griegos con nuestros actuales shorts, trajes de baño, con las mangas cortas o con los más cómodos y codiciados zapatos deportivos? Y podríamos pensar a bote pronto que... nada. Pero a bote pronto también aseguro que estaríamos muy equivocados.

Sólo,deberíamos fijarnos en la leyenda con la que aquellos viejos griegos anunciaban a bombo y platillo sus particulares Juegos Olímpicos, Citius, Altius, Fortius; esto sería, más rápido, más alto, más fuierte y dando la prioridad- y reparemos en este detalle nada superfluo- a Citius, es decir, al más rápido (de la clase, por hacer una gracieta)).

Y, ¿en qué consistiría sino nuesta máxima excelencia en estos tiempos?, ¿no estaría, acaso, relacionada con hacer lo mismo que nuestros semejantes, pero hacerlo citius, o sea más rápido? Sí, y de esta manera añoramos ir sobre ruedas, como un cohete- ¿quién diría esto?- y mirando a todo el mundo, no estaría mirando a nadie- jeje.

Sí, pero en el citius reside la clave de nuestro mundo. Lo que diferencia al Real Madrid del Cádiz, o a los recientes campeones de la NBA, los Oklahoma City Thunders de nuestro entrañable y humilde Bilbao Basket. Sí, hacen r lo mismo, pero los unos más rápidos que los otros.

Pero del Deporte podríamos traspasarnos a cualquiera de los ámbitos que conforman nuestra vida. Centrémonos en las labores profesionales. Demostrar la mayor rapidez a la hora de terminar una tarea, ser el primero en descubrir dónde diablos estaba el error, y subsanarlo ipso facto; aprender, en definitiva, a poner la bala en cuanto se haya puesto el ojo. En sus equipos todos quieren a estos muchachos: concentrados, atentos y listos,; sí, muchachos-flechas. ¿Quién le diría que no a uno de estos?, ¿quién no se hubiera inclinado ante el Campeón de la 4ª Olimpiada, otro ejemplo?, ¿ante el hombre aquel que vino desde Esparta, pongamos por caso, y que corría más de lo que nunca se haya visto correr a nadie?; sí, citius, citius... Como nosotros, veintitantos siglos después, con la lengua fuera.  



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