sábado, 15 de febrero de 2025

CINE LIBRE

Cuando en mi querido cineclub FAS vi hace un par de días Música, la película que en 2023 dirigió la realizadora alemana Angela Schanelec, se me vino a la cabeza la expresión “cine suelto”, porque a “suelto” nos referimos cuando hablamos, por ejemplo, de esa poesía que no está sujeta a una rima concreta; vaya que los versos no riman con las letras, sino más bien con la musicalidad que surge desde ellos mismos y que se acierta a concretar en algo etéreo y a lo que, difícilmente, podemos encerrar con unas letras. Y así, por ejemplo, y continuando escribiendo sobre poesía, nos podemos encontrar con los versos que Jorge Tellier escribe en El día del fin del mundo, esos que terminan diciendo, “La anciana loca paseará con quitasol. / Y yo diré “El mundo no puede terminar/ porque las palomas y gorriones / siguen peleando por la avena en el patio.”, y que no riman ni con cola pero, sin embargo, ¡qué bonitos son, ¿verdad?!

Y como esta poesía suelta a la que nos habríamos acostumbrado hasta el extremo de considerar a la otra, a la “atada”, a la que cultiva- y otro ejemplo- Quevedo en “¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde? / ¡Aquí de los antaños que he vivido! / La Fortuna mis tiempos ha mordido; / las Horas mi locura las esconde." como injustamente viejuna y/o apolillada, tendríamos también a la pintura donde más de un@ disfruta con los cuadros negros de Malévich o a la propia escultura donde también más de un@ y de dos siente estar literalmente volando con el majestuoso- otro ejemplo- Pájaro en el espacio de Brancusi. Sí, "sentir" más que que "ver".

Pero sin embargo, con el cine ¿qué nos pasa? Con el cine el axioma que he descrito en los párrafos anteriores no funciona. En cuanto su gramática, o sea sé, sus planos se despegan de la prístina dialéctica de la causa y del efecto; esto es, en cuanto la película se desentiende del cine narrativo y trata de buscarse la vida más allá, en otras esferas no-narrativas, nos ponemos nerviosos, la picha se nos hace un lío y ya sólo tenemos ojos para buscar ese cartelito salvador (sic) que nos indica “Salida”.

Aunque a a este paso, ¿adónde vamos a llegar, cinematográficamente hablando? No nos gustan las amplias casas con jardín y piscina. Vaya. Preferimos una escueta habitación. Vaya. Y sin ventanas, a ser posible. ¡Vaya por Dios! Pero yo me niego a estar encerrado. Quiero vivir a lo grande; esto es, con el cine narrativo y ese otro cine no-narrativo. ¡Sí, lo quiero todo, los quiero a los dos! Porque en las dos categorías encontrar propuestas que me enriquecen, que me hagan exclamar, ¡coño, esto no me lo esperaba, esto me interesa!

Y por eso Música me gustó, aunque sus imágenes no se desgajaran de la clásica narratividad y, en su lugar, viera aire, arrojo, ganas de nadar a contracorriente, de bucear, si es preciso, a pelo; sin sujeciones; sí, cine no-narrativo, cine suelto, cine libre del que estoy seguro que habría hecho esbozar una amplia sonrisa de complicidad  a David Lynch- sí, apuesto doble contra sencillo a que Música no le habría disgustado- y a Tarkovski, y a Bresson, y a tantos otros brechtianos imprescindibles

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