Escuchad estos dos fragmentos musicales. No os llevará mucho
tiempo y creo que merecen la pena.
El primero corresponde al célebre tema principal compuesto
por Bernard Hermann para la no menos célebre Psicosis, de Alfred Hitchcock,
Psicosis se estrenó en los cines de EEUU el 16 de junio de
1960. Las fechas tienen en este caso su importancia, porque la segunda pieza, que
os propongo escuchar, es el magnífico Cuarteto
nº8, de Dimitri Shostakovich, y en concreto, para los objetivos de esta
entrada, su célebre 2º movimiento.
Shostakovich compuso su octavo cuarteto durante los días 12,
13 y 14 de julio de ese mismo año, 1960. Durante ese verano Shostakovich había viajado a
Dresde por motivos laborales, y la visión de la ciudad alemana, ¡15 años
después de los devastadores bombardeos que sufrió por parte de la aviación
aliada!, aún le causaron una imperecedera impresión.
Así el Cuarteto nº8
responde a esos sentimientos. Shostakovich dedica la partitura: a todas las
víctimas de la guerra y del fascismo. Sus acordes y desacordes, por usar ahora
el título de la película de Woody Allen, no dejan lugar a las dudas, y creo que
los parecidos razonables que se pueden establecer entre estas dos excelentes y
casi coetáneas partituras (¿o no nos resulta ahora sorprendente la afinidad de
sus fechas de composición?) no pueden pasarnos desapercibidos.
El horror cinematográfico, el frágil y perturbador Norman
Bates, en el caso de Hermann, y el horror real de Shostakovic entre las ruinas
de Dresde se estrechan temblorosos las manos.
Hermann y Shostakovich me parecen, sin duda, dos artistas de
primer orden. Con sus trabajos para Psicosis
y el Cuarteo nº8 consiguen que la
orquesta, sus cuerdas “chillen” literalmente afiladas, sin consuelo ni final
aparente. Los pensamientos desquiciados de Norman Bates, sus víctimas brutalmente
acuchilladas y hundidas en la ciénaga que rodea el Bates Motel, y los habitantes de la desolada ciudad alemana, constituyen
las imágenes que esos “gritos” quieren describir musicalmente, y sobre los que
tanto Hermann como Shostakovic querían, por diferentes motivos eso sí, llamar
nuestra atención: los arcos de violines, violas y contrabajos atacando y
quebrando violentamente las cuerdas dispuestas en pacíficas líneas rectas son,
sin duda, los limpios y crispados pentagramas sobre los que discurre el horror.
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