jueves, 19 de enero de 2017

PSICOSIS & SHOSTAKOVICH, + PARECIDOS RAZONABLES


Escuchad estos dos fragmentos musicales. No os llevará mucho tiempo y creo que merecen la pena.

El primero corresponde al célebre tema principal compuesto por Bernard Hermann para la no menos célebre Psicosis, de Alfred Hitchcock,
 
 
 
Psicosis se estrenó en los cines de EEUU el 16 de junio de 1960. Las fechas tienen en este caso su importancia, porque la segunda pieza, que os propongo escuchar, es el magnífico Cuarteto nº8, de Dimitri Shostakovich, y en concreto, para los objetivos de esta entrada, su célebre 2º movimiento.

 
Shostakovich compuso su octavo cuarteto durante los días 12, 13 y 14 de julio de ese mismo año, 1960. Durante ese verano Shostakovich había viajado a Dresde por motivos laborales, y la visión de la ciudad alemana, ¡15 años después de los devastadores bombardeos que sufrió por parte de la aviación aliada!, aún le causaron una imperecedera impresión.

Así el Cuarteto nº8 responde a esos sentimientos. Shostakovich dedica la partitura: a todas las víctimas de la guerra y del fascismo. Sus acordes y desacordes, por usar ahora el título de la película de Woody Allen, no dejan lugar a las dudas, y creo que los parecidos razonables que se pueden establecer entre estas dos excelentes y casi coetáneas partituras (¿o no nos resulta ahora sorprendente la afinidad de sus fechas de composición?) no pueden pasarnos desapercibidos.

El horror cinematográfico, el frágil y perturbador Norman Bates, en el caso de Hermann, y el horror real de Shostakovic entre las ruinas de Dresde se estrechan temblorosos las manos.

Hermann y Shostakovich me parecen, sin duda, dos artistas de primer orden. Con sus trabajos para Psicosis y el Cuarteo nº8 consiguen que la orquesta, sus cuerdas “chillen” literalmente afiladas, sin consuelo ni final aparente. Los pensamientos desquiciados de Norman Bates, sus víctimas brutalmente acuchilladas y hundidas en la ciénaga que rodea el Bates Motel, y los habitantes de la desolada ciudad alemana, constituyen las imágenes que esos “gritos” quieren describir musicalmente, y sobre los que tanto Hermann como Shostakovic querían, por diferentes motivos eso sí, llamar nuestra atención: los arcos de violines, violas y contrabajos atacando y quebrando violentamente las cuerdas dispuestas en pacíficas líneas rectas son, sin duda, los limpios y crispados pentagramas sobre los que discurre el horror.

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