jueves, 22 de diciembre de 2016

EL MEJOR PLANO DEL CINE ESPAÑOL 2016


El año se termina y, en cuanto al cine patrio, pronto empezarán la lista de premios, goyas, forqués, feroces y demás galas  que proclamarán la buena salud de nuestro 7º Arte aunque, también, nos alertarán sobre los peligros de lanzar las campañas al vuelo (jejeje) y de que la lucha, una lucha sin cuartel, a largo plazo, en la que nunca debemos bajar los brazos ni relamernos (jejeje) en las espectaculares y esperanzadoras recaudaciones, continúa…

No voy a insistir en el descorazonar panorama que se nos echa en cara desde la pantalla blanca cada vez que nos metemos en un cine. ¡Qué se le va a hacer! Mientras no sepamos ver, sí, ver (ya que hablamos de cine), el tamaño de ka herida y asumir la gravedad de la gangrena no acertaremos a buscar al cirujano más adecuado (si es que este galeno existe en alguna parte) para taponar la hemorragia, y seguiremos tan campantes, riéndonos como siempre de nuestra propia sombra, con el mismo y deprimente cine nuestro de cada día.

(Porque, ¿alguien, por ejemplo, ha pensado alguna vez en la casi-nula calidad de nuestras Bandas Sonoras?, ¿alguien ha reparado en que sin música no hay cine que valga? Y no me estaría refiriendo sólo a la música que se escucha con los oídos sino a la que también debe sentirse en la piel, entre plano y plano. ¿Sería, entonces, una canallada insertar el tema de Camille- Brigitte Bardot- que Georges Delerue compuso para Le Mepris, de Godard? No lo sé, pero yo lo hago).

 
Aunque también echo el freno. No nos distraigamos. Me niego a seguir emulando al abuelo cebolleta y a su eterna e improductiva mala leche, y me voy a quedar con lo bueno que, si continuamos hablando de cine, siempre lo hay, aunque cada tarde nos cueste más y más esfuerzos dar con las dichosas pepitas doradas.

Así que si en este 2016 me tuviera que quedarme con una (¡sí, la hay!), posiblemente no lo dudara y recurriría a Graffiti, el multipremiado cortometraje de Lluís Quílez. Reafirmarme, de esta manera, en que en los cortometrajes se encuentra lo más atractivo del cine español quizás sea un buen petardo en la línea de flotación de los grandísimos (sic) productores españoles (algún día habrá que meter mano al tema) y no una exageración. Si tenemos ocasión y ganas de ver En la azotea, Timecode o el mismo Graffiti, y compararlas después con los más aclamados largometrajes del año, posiblemente la exageración ya no nos parecerá tanta exageración.

Y aunque con Graffiti, quizás hubiera que matizar más de la cuenta, o más que con los otros dos cortometrajes mencionados, por unos brevísimos e inolvidables minutos, la más pura, valiosa y bella pepita asoma en su celuloide como un parpadeo genial. Y sí, éste será mi plano; me lo guardo como recuerdo del 2016 cinematográfico; el mejor plano del cine español que he visto durante este año que se nos acaba.

Y me refiero, cómo no, al increíble y mágico momento (muy atentos, en el enlace que os dejo abajo el plano se encuentra en el minuto, 26 segundos) en el que el apocalíptico protagonista de la historia cree ver el rostro de una bella mujer entre las ramas heladas de un árbol. Porque bastará un segundo, una leve panorámica para que esa mirada se desvanezca y reaparezcan, en su lugar, las mismas hojas tristes y mustias.

El instante me sobrecoge, y su mínima duración no hace sino reafirmarme en su excelencia, en que la belleza también se inscribe sobre la fugacidad de una fracción de tiempo o de la vida, ¿por qué, no?, sobre el aleteo de unos ojos que, tal vez, nos miren atentamente o que… tal vez, no nos miren o que… tal vez, ni siquiera sean unos ojos.

Que lo disfrutéis.

¡¡¡Feliz Navidad!!!


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario