El otro día me animé a ver Carol, la película de Todd Haynes,
multipremiada y multiaclamada; para muestra un botón o muchísimos botones
porque parece que a todos estos gacetilleros les gusta subirse a la chepa del
caballo ganador:
"Cada
plano, siempre de una exactitud abrumadora (...) Cada secuencia, sencillamente,
vibra. (...) Es una película inmensa en su perfección; deslumbrante hasta el
agotamiento." Luis Martínez: Diario El Mundo
"Una
obra maestra total y absoluta que narra la historia de amor entre Cate
Blanchett y Rooney Mara, ambas sublimes (...) Ovación general [en Cannes 2015],
y lágrimas de este cronista." Philipp Engel: Fotogramas
"Si
la narrativa de Haynes te deja con la boca abierta, las maravillosas
interpretaciones de Cate Blanchett y de Rooney Mara están al mismo nivel. Es
una película con tanto estilo como verosimilitud, la crees y la sientes"
Carlos Boyero: Diario El País
"Haynes
consigue un extraño milagro –dar la impresión de que no falta ni sobra un plano
en todo el metraje–, hay que añadir un asombroso trabajo del punto de vista
(...) desde ya un referente ineludible del melodrama contemporáneo."
Sergi Sánchez: Diario
"Dos
enormes actrices (...) La puesta en escena y la piel de la película son de una
elegancia inmensa (...) no se asoma a la pantalla ni el menor síntoma de algo
que no sea buen gusto, sensibilidad y grandes pasiones" .Oti
Rodríguez Marchante: Diario ABC
"'Carol' es estética, pero también ética.
Es gran cine. Es amor y pasión. Es Sirk, redivivo y actualizado."
Javier Ocaña: Diario El País
"Un
verdadero y precioso regalo. (...) Resulta difícil atrapar en palabras la
belleza dura pero delicada de un filme como 'Carol' (...) Puntuación: ★★★★★ (sobre 5)" Quim Casas: Diario El Periódico
Y si nos ponemos a contar los premios para
qué andarnos por las ramas:
2015: Premios Oscar: 6 nominaciones incluyendo
mejor actriz (Cate Blanchett)
2015: Globos de Oro: 5 nominaciones incluyendo
mejor película drama y director
2015: Premios BAFTA: 9 nominaciones, incluyendo
Mejor película
2015: Festival de Cannes: Mejor actriz (Rooney
Mara)
2015: Premios David di Donatello: Nominado a
mejor film extranjero
2015: American Film Institute (AFI): Top 10 -
Mejores películas del año
2015: Independent Spirit Awards: Mejor
fotografía. 6 nominaciones
2015: Critics Choice Awards: 9 nominaciones
incluyendo mejor película y director
2015: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor
film, director, guión y fotografía
2015: Críticos de Los Angeles: Mejor banda
sonora.
2015: Sindicato de Actores (SAG): Nom. actriz
(Blanchett) y actriz sec. (Mara)
2015: Sindicato de Guionistas (WGA): Nominada a
Mejor guión adaptado
2015: Premios Gotham: Nominada a Mejor película,
guión y actriz (Cate Blanchet)
2015: Satellite Awards: Mejor banda sonora. 5
nominaciones
2015: Asociación de Críticos de Chicago: 6 nom.
incluyendo Mejor película.
Acojonado. Vamos, una de esas joyitas del 7º
Arte, “imprescindible”, y que salen muy de vez en cuando, que añadiría
cualquiera de estos críticos; para
acogotar al personal y dejarle con un palmo de narices, que añadiría yo. Aunque
en esto ya ando con el culo más que pelado, y si nunca es oro todo lo que
reluce, hablando del cine norteamericano qué os puedo contar que no sepáis.
Pero ante tanta unanimidad crítica y
festivalera incluso a mí se me presentaron las dudas razonables. ¿Y si era Carol realmente una obra maestra? ¿Si no
verla podría ser constitutivo de un flagrante delito contra el buen gusto
penado con una maratoniana sesión continua de películas de Cantinflas?
Así que a ello fui y como Carol se encontraba, además, entre la
lista de películas disponibles en el videoclub de Imagenio pues la duda ofendía y me apeteció echarla un vistazo. Lo
hice el otro día… Y el chasco fue monumental. Se ve que no, que no aprendo. Que
para estos yankies las películas son como las preferentes. Todo se trata y se
resume en vender, en venderlas como sea; envolver el producto en un papel de
regalo tan increíble que haga que hasta el detalle más pueril nos resulte
alucinante. Y todos a mirar, con los ojos como platos.
Sí, sí, Carol,
la puesta al día de Douglas Sirk, interpretaciones como nunca se han visto,
Cate Blanchett impresionante, pero con Rooney Mara sin irle a la zaga, y la
música de Carter Burwell, ¿a cuántos espectadores ha hecho llorar a moco
tendido?... Y blah, blah, blah y blah…
Porque lo que yo vi durante dos horas, y lo
vi muy atento (no fuera a perderme ni uno de esos prometidos momentos “imprescindibles”)
fue una cosa muy diferente.
Desde su primera secuencia Carol me resultó cargante como una
mochila repleta de ladrillos. Todd Haynes y la película con él se deslizaba y
caía de lleno, con plenísima conciencia de estar contando algo bigger than life, en esos terrenos de
pretenciosidad y engolamiento tan propios de esos realizadores que se sitúan
por encima de aquello que están narrando, que se piensan a sí mismos como algo
también bigger than life. Y eso es
un craso error. O al menos lo es para mí. Porque convierte a la película en una
continua demostración de las habilidades y conocimientos de su director (¡cómo
filma!, ¡cómo narra Todd Haynes!). Y a los personajes en vacuas marionetas en
sus manos. Cate Blanchett, sobreactuada hasta el ahogo. Rooney Mara, más
ajustada pero todavía cargante e increíble, o sea que no me la creo, en su
papel de dependienta ocasional a la que parece no sorprender ni un ápice que Carol
se haya enamorado de ella ¡a principios de los años 50´ del siglo pasado!
Y el pobre Kyle Chandler, ¿qué contar de él?
en su papel de marido de Carol, personaje insuficiente y desgraciadamente, para
los intereses de la película, indefinido, cosa imperdonable en un personaje que
requiere una poderosa presencia, una fuerza y convicción en sus acciones
realmente amenazantes y suficientes para que hacernos verosímil el miedo de Carol
a perder a su hija. Pero no, Kyle no funciona nada de eso existe sobre la
pantalla.
Y la música que nos hacía llorar, ¿para qué seguir
hablando también de ella? Burnwell confundido entre pentagramas del lugar
común, entre notas cientos de veces escuchadas, convertido en un perrito faldero
de Michael Nyman, y olvidado por completo de sus excelentes (éstos sí) scores para los Coen Brothers, en Muerte entre las flores o Barton Fink.
Por supuesto algo, algo de todo esto, nunca
le pasó a Douglas Sirk que si, por ejemplo, en Imitación a la vida se adentraba por esos mismos vericuetos del bigger than life, montando la de dios es
cristo en los funerales de Juanita Moore, la anegada sirvienta de Lana Turner,
a los sones de ¡Aretha Franklin!, tenía el exquisito cuidado y gusto de
situarse a un lado (cosa que me parece que al bueno de Haynes es demasiado
pedir), detrás de la multitud, fuera de las tablas y dejar, así, que la
película fluya sola, naturalmente, que emocione
naturalmente.
Claro, que quizás todo esto me pase a mí y a dos más. Y nos encontremos entonces perdidos. Porque, ¿dónde buscar brújulas, críticas que nos orienten sobre las películas que hacen que darse una vueltilla por el cine merezca o no la pena? Y en mí caso más todavía ahora que el añorado José Mª Latorre nos ha dejado. Es una situación de triste desamparo, de cierto Robinson Crusoe. Pero quizás eso mismo sea lo que ahora más que nunca nos deba hacer mirar hacia adelante con valentía y confiar más que nunca en nuestro propio criterio, ese que se ha ido formando durante tantos años y tantas películas y se ha ganado el derecho a opinar con el más justo criterio. Y censuremos la sobreactuación de Cate Blanchett en Carol, contra viento y marea, contra los Oscars y contra tantos críticos que ya no tienen porqué acoquinarnos, con las cuentas corrientes tan bien forradas deshaciéndose (tal vez sea esta la última razón de su bonanza económica) en alabanzas con una perfomance que se toma a sí misma, a Carol, tan en serio que acaba cansando más que una docena de polvorones ingeridos a pelo y sin un miserable vaso de vino que echarse al gaznate.
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