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Resumo: ¿por qué Shakespeare
continúa siendo universal e, incluso, castellanamente conocido y leído, y a
Cervantes, ¡y en su país natal!, le conocen sí pero no le “hojea” ni dios,
según claman y atestiguan los eruditos (que de éstos sí que tenemos unos
cuantos; posiblemente, demasiados) y las eternas, tristes, últimas y siempre
desoladoras encuestas?
Se me ocurre una cosa: ¿tendrá
algo que ver con todo este despropósito el hecho de que “seamos como somos”, o
sea, nunca-jamás profetas en nuestra tierra, o sería más acertado que
huyéramos, y como de la peste, de estos lugares comunes (vade retro semper!), y echáramos mano, o añadiéramos otros
argumentos para tratar de explicar lo que resulta tan palmario y evidente:
¡Shakespeare a muerte!, ¡Cervantes manco y caput!?
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Y se me ocurre más todavía: ¿resultará
el inglés en el que hablaba y escribía Shakespeare tan extraño y distante del
que hablan y escriben los angloparlantes del siglo XXI como lo es para
nosotros, castellanoparlantes de ese mismo siglo, el primoroso castellano de
Cervantes?
Quizás, tirando por ahí, pudiéramos
hallar algunas respuestas a los sonrojantes resultados de los cuestionarios con
que los mass media nos torturan cada
cierto tiempo y en los que el bueno de Cervantes aparece, entre los españoles,
no sólo manco sino apaleado y ninguneado.
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Es a partir de ahí cuando el traducido Sir William siempre disputará,
entre nosotros, españoles a pie de calle, la carrera por la notoriedad con una
inalcanzable velocidad para el puro y original y lentorro Don Miguel.
Cito por no aburrir un par de
casos. A ver qué tal nos suenan. Propongo una disputa, como en un vulgar concurso
televisivo y/o radiofónico al uso, y para que ésta sea justa, el mismo tema
para ambos autores, para Shakespeare y Cervantes: el tan socorrido love o amor. Sin límite de tiempo. Que lo
tenemos de sobra. Primero leamos, venido desde Strafford-Upon-Avon, a Sir William
Shakespeare:
¿A un día de verano compararte?
Más hermosura y suavidad posees.
Tiembla el brote de mayo bajo el viento
A veces demasiado brilla el ojo
solar y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.
solar y otras su tez de oro se apaga;
toda belleza alguna vez declina,
ajada por la suerte o por el tiempo.
Pero eterno será el verano tuyo.
No perderás la gracia, nila
Muerte
se jactará de ensombrecer tus pasos
cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.
No perderás la gracia, ni
se jactará de ensombrecer tus pasos
cuando crezcas en versos inmortales.
Vivirás mientras alguien vea y sienta
y esto pueda vivir y te dé vida.
¡Pero ojo, en la versión traducida por Manuel Mújica Láinez!
A Dulcinea del Toboso
¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinea,por más comodidad y más reposo,
a Miraflores puesto en el Toboso,
y trocara sus Londres con tu aldea!
¡Oh, quién de tus deseos y librea
alma y cuerpo adornara, y del famoso
caballero que hiciste venturoso
mirara alguna desigual pelea!
¡Oh, quién tan castamente se escapara
del señor Amadís como tú hiciste
del comedido hidalgo don Quijote!
Que así envidiada fuera, y no envidiara,
y fuera alegre el tiempo que fue triste,
y gozara los gustos sin escotes.
¡Pero ojo, éste a pelo y más original que los helados de queso!
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¿Y cuál es su razón? ¡Que soy judío! ¿No tenemos ojos los judíos? ¿No tenemos manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No comemos lo mismo? ¿No nos hieren las mismas armas, no sufrimos las mismas dolencias y nos curan los mismos remedios? ¿No sufrimos en invierno y en verano el mismo frío y el mismo calor que los cristianos? Y si nos pincháis, ¿no sangramos? si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos?, si nos envenenáis, ¿no perecemos? y si nos ofendéis, no vamos a vengarnos? Si en todo lo demás somos iguales, también en eso lo seremos.
Segundo, los molinos de Don Quijote sin subtítulos:
(…) En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de
viento que hay en aquel campo, y así como Don Quijote los vió, dijo a su
escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a
desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o poco
más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y quitarles a todos
las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que esta es buena
guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de
la tierra. ¿Qué gigantes? dijo Sancho Panza.
Aquellos
que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener
algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos
que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos
parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra
del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de
las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en
oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual
batalla. Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a
las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna
eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba
tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni
echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en
voces altas: non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es
el que os acomete. Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas
comenzaron a moverse, lo cual visto por Don Quijote, dijo: pues aunque mováis
más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe que dio con él Rocinante. ¡Válame Dios! dijo Sancho; ¿no le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no los podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza? Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón, que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada. Dios lo haga como puede, respondió Sancho Panza. Y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba; y hablando en la pasada aventura, siguieron el camino del puerto Lápice (…)
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Así que me temo
que en estas que estamos en el cuarto centenario de Cervantes seguiremos
estándolo en el quinto y en el sexto. Aunque yo, por si las moscas, aquí os incluyo
el original y sin subtítulos monólogo de Shylock, y lanzo al aire las últimas
preguntas, ¿será este inglés para los anglosajones del siglo XXI tan pesado
como lo es el castellano de Cervantes para nosotros? Juraría que no pero me
gustaría dar otra vuelta de tuerca al tema y saber porqué. Si la respuesta me
sorprende y es afirmativa, tampoco me quedaría con la boca cerrada y re-preguntaría,
por qué. Pero mientras localizo y contacto con algún colega proficiency o con algún viejo profesor del
colegio o con algún amable comentarista de esta entrada y les formulo estas
preguntas, aquí os dejo con las sabias, originales y sin subtitular, palabras
de Shylock, por si algún nativo del Bre-exit
consulta, de vez en cuando, este mismo blog
y quiere también darme una respuesta que será, sin lugar a dudas, muy
bienvenida:
(…) And what's his
reason? I am a Jew. Hath not a Jew eyes? Hath not a Jew hands, organs,
dimensions, senses, affections, passions? Fed with the same food, hurt with the
same weapons, subject to the same means, warmed and cooled by the same winter
and summer, as a Christian is? If you prick us, do we not bleed? If you tickle
us, do we not laugh? If you poison us, do we not die? And if you wrong us,
shall we not revenge?
If we are like you in the rest, we will resemble you in that.
If we are like you in the rest, we will resemble you in that.
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