lunes, 25 de julio de 2016

26-J: SÍ VA MÁS: UN ANEXO


Me iba a callar o, por lo menos, no escribir más sobre este disparate político en que estos indocumentados y asiduos habitantes del Congreso nos están metiendo desde hace meses. Pero como siempre, la rectificación ha llegado hasta mi puerta y antes de los días decisivos me ha llamado. Y no he tenido más remedio que abrir, escucharla y plegarme a sus siempre convincentes consignas, y donde ya dije Diego decir ahora, digo. O al revés. (El refranero no es lo mìo: lo sabéis).


Así que añado ahora un anexo a esta España ¿semipiternamente? electoral a cuenta de unos versos que he leído y extraído de las Hojas de hierba, de Walt Whitman, con las que ando enredado desde hace casi dos años. Y tan a gusto. (También lo sabéis).

El poema lo escribe Whitman en 1873 en un momento en que los Estados Unidos están sufriendo una gravísima crisis económica derivada de la quiebra de la banca de Jay Cooke, y en unas deprimentes circunstancias a las que no he podido dejar de sacar ciertas y tristes semejanzas con estas otras que estamos viviendo nosotros aquí y ahora. Por ello, la rectificación y el anexo. Me han salido a bote pronto.
 

Porque al igual que Whitman, y después de tanto desatino, creo que nosotros también debemos mantener intactas nuestras esperanzas (esas que nadie debería poder sustraernos ni en las peores circunstancias) en que el futuro que se nos abrirá después de estos vergonzosos meses in albis, de tantas y tantas impresentables declaraciones y bochornosos riffi-raffes entre aquellos y aquellas destinados a ser un día nuestros gobernantes, será un panorama más halagüeño, amable y sosegado.

Lo habría escrito el poeta en sus versos finales, bien puedo confiar en ti, patria, en tu suerte y en tus días./¿Quién sabe si no son estas las lecciones que te convienen?/Acaso de ellas surja tu canto futuro, tu trinar jubiloso,/destinando a colmar el mundo.

Y yo lo suscribo. Me apunto. Después, eso sí, de los merecidísimos tirones de orejas. Y espero, parafraseando a Whitman, que de tanto desatino y desbarajuste surjan finalmente “esas lecciones que más nos convienen”. Y me agarro a ellas. Todas cuelgan del irremplazable racimo de la esperanza.

Y el poema en cuestión. No tiene desperdicio.

AL VAGAR POR LA MAÑANA[1]

Al vagar por la mañana,

salido de la noche y de sus pensamientos sombríos, a ti te tengo

en el pensamiento:

¡por ti suspiro, armoniosa Unión!, ¡por ti, divino pájaro cantor!,

por ti, patria, sumida en días aciagos, acuciada por la arteria y la

consternación, por todas las bajezas, por todas las traiciones,

y este simple prodigio he contemplado: el zorzal que alimenta a

su polluelo,

el zorzal cantor, cuyas notas de alegría y fe extática

no dejan de ratificar al alma, y de solazarla.

Ahí pensé, y sentí

que si gusanos, serpientes y larvas repugnantes pueden

convertirse en dulces cantos espirituales,

si los bichos se transmutan así, y para eso se utilizan, y así son

bendecidos,

bien puedo confiar en ti, patria, en tu suerte y en tus días.

¿Quién sabe si no son estas las lecciones que te convienen?

Acaso de ellas surja tu canto futuro, tu trinar jubiloso,

destinado a colmar el mundo.






[1] En Hojas de hierba, de Walt Whitman, Edición bilingüe de Eduardo Moga, Galaxia Guttenberg, Círculo de lectores, Barcelona, 1996, p.1023.

No hay comentarios:

Publicar un comentario