No dejan de sorprenderme las
conexiones que existen entre las manifestaciones culturales que gozan de mi más
rendida admiración. Aunque no por ello cada vez que me encuentro con una de
ellas dejo de sorprenderme aún más si cabe.
El último caso me ocurrió hace
unos días. Más o menos es como sigue. Una de las películas por las que siempre
he sentido una particular afinidad es Distrito
34: corrupción total (lo sé, horroroso título donde los haya; así se las
gastan los “ocurrentes” distribuidores españoles; en inglés se llamó con el más
asequible Q&A, algo así como Questions and Answers). Yo, a efectos de esta entrada sobre conexiones, lo transformaría en Distrito 34: conexión total, y no tendría reparos en reconocer que este Distrito 34, junto a Veredicto final (The Veredict), me parecen las dos películas más logradas de Sidney Lumet e, incluso, por momentos me atrevería a señalar que Distrito 34 gana en la photo-finish a Veredicto por el canto de uno de aquellos viejos duros.
Las excelencias de Distrito 34 son, en mi opinión, numerosas. El personaje que interpreta Nick Nolte, el inolvidable hombre pobre, me parece uno de los policías más conseguidos que he tenido ocasión de ver en el cine. Igual que el joven e inexperto ayudante del fiscal del distrito al que da vida Timothy Hutton y que junto al villano pero frágil e inolvidable Armand Assante y su atractiva y no menos inolvidable novia compondrán uno de esos inquietantes triángulos amorosos a los que yo, por lo menos, no había asistido desde los mejores momentos del cine de Sir Alfred o Encadenados (Notorius), por citar sólo uno. Pero no me extenderé en este tema y sí, en su lugar, recomendaros el visionado de la película para aquellos que no la hayan visto todavía y para todos los que, simplemente, queráis disfrutar de un pedazo de celuloide-sin-desperdicio.
Aunque a lo que iba con lo de
las conexiones tiene su relación con la excelente secuencia de la muerte del
personaje de Assante a los sones de un temazo musical que compone Ruben Blades
y que Lumet utiliza para ilustrar la escena.
Mucho tiempo he pasado en
tratar de averiguar el título de la canción, el álbum donde pudiera estar
incluida, o si pudiera formar parte de la BSO de Distrito
34, si es que esta existe, cosa que, desgraciadamente, parece que no.
Pero el otro día youtube y la
casualidad, que también juega su papel en las redes, me descubrieron por fin que
el temazo en cuestión se llama The Hit
y que forma parte de las canciones de Nothing
but the Truth, el primer disco que el cantante panameño grabó enteramente
en inglés y para el que se rodeó de unos colaboradores que cualquiera diría que
me telefoneó previamente para consultarme. Ahí es nada: mi admirado Lou Reed
que interviene en tres canciones, el mítico Elvis Costello que lo hace en dos y
Sting, el ex The Police, pero que aún
no había perdido el norte en solitario como prueban Nothing Like the Sun, que habría grabado cuatro años antes o The Soul Cages que publicaría al año
siguiente y con el que alcanzaría, aunque no me importe demasiado pero sí que
hablaría de su aún buen estado de forma,, el nº1 en las listas inglesas.
Así las conexiones se suceden
y siguen cogiéndome desprevenido: Distrito
34-The Hit-Ruben Blades-Lou
Reed-Elvis Costello… Como si alguna de mis debilidades y pasiones culturales, musicales en este caso,
estuvieran realmente unidas por unos hilos que, quizás, sólo Dios acertara a
contarme de dónde han salido, porque yo no tengo ni la menor idea.
Por eso, mientras nadie me chive esas certezas, continuaré
plegándome ante el azar, ante aquello para lo que no tengo una explicación
convincente, dejándome llevar emocionado, en definitiva, por cosas como The Hit, de Rubén Blades que me sienta
ante una pantalla donde se proyecta la estupenda película de Sydney Lumet y que
ahora me trae además al recuerdo el gesto adusto e imperecedero de Lou o la eléctrica
energía de Costello. El resto, parafraseando al poeta, ya no sería asunto
mío.
Hola, a mi me pasó que a pesar del sonido muy de la época me parecía una canción maravillosa y esperé al final de los créditos y la shazameé y gracias a tu entrada nos hemos encontrado. Gracias y saludos
ResponderEliminarMe alegro mogollón. La canción (y la secuencia, y la película) no tiene desperdicio.
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