At
last! el pasado 2 de mayo de 2015 el púgil norteamericano Floyd Money Mayweather, 47 combates y 47
victorias, se enfrentó al filipino Manny
Pacquiao que tampoco es manco: 64 combates, 57 victorias, 5 derrotas y 2 nulos.
Sí, muy largamente era esperada esta pelea, desde hace más de 6 años, pero
siempre pospuesta por uno u otro motivo (especialmente por las recurrentes declaraciones de
Floyd acusando a Manny de utilizar dudosos métodos en su preparación y
entrenamientos). Pero, por fin, se disputó el combate del siglo XXI en el Casino MGM de Las Vegas. Y alcanzó unas cifras astronómicas, en
cualquiera de los sentidos con los que quisiéramos mirar las estrellas. O si no
pasen y vean. El combate generó unos ingresos calculados en más de 1000
millones de dólares. Los dos púgiles se repartieron una bolsa de 300 millones;
de los cuales Money se quedó con el
60% y Manny con el 40%. Se llegaron a
pagar 140000 dólares por una entrada en la reventa. Y el precio de las 1000 que
1000 afortunados pudieron adquirir en taquilla osciló entre los 15000 y los
7500 dólares. El MGM Hotel desembolsó
40 millones de dólares por albergar la pelea. Y a modo de gráfico, final y
obsceno ejemplo, los tres protectores bucales que Money llevó a la pelea, hechos de oro, diamantes y ¡¡billetes!!, se
valoraron en 75000 dólares. Sí, para
pasar y no ver.
A estas alturas habría llegado el
deporte en nuestros días. Una exageración, un circo se tome como se tome. Aunque... un segundo, quizás haya una explicación. Cuando en mi libro Divino Tesoro.
Casi un ensayo contra la juventud, Ediciones Maia, Madrid, 2012, hablo de
los EEUU y la hegemonía, especialmente, económica y cultural que la nación
americana detenta, desde el término de la 2ª Guerra Mundial, sobre el resto de
países en los que este planeta se encuentra dividido, sugería que habría sido
el Imperio Romano, en sus aspectos imperiales (sobre todo), la realidad que se
habrían fijado estos yankees como modelo a imitar. Ciudadano romano, ciudadano
norteamericano. Sí, el Circo romano: el Deporte norteamericano.
¿O no fue el combate de Money vs. Manny, y las mareantes cifras
que se movieron a su alrededor (¡Están
locos estos romanos!, diría Asterix; y nosotros, ¿no decimos, ¡están locos
estos americanos!?), el más irrefutable ejemplo de que el circo romano se
encontraba por aquellos días del mes de mayo justo al otro lado del charco, en
las desérticas arenas de (¡qué ironía!) Nevada? Imaginemos si no el revuelo y
la expectación que hubiera provocado en el siglo I una pelea entre los dos
mejores y más aclamados gladiadores del Imperio; dos gladiadores que hasta ese
momento jamás se habrían visto sobre la arena, que se habrían cruzado entre
ellos multitud de desplantes y bravuconadas. Sería, sin duda, el combate del
siglo. También la pelea de Money vs.
Manny fue el combate del nuestro. (Que el púgil que resultaría ganador,
después de 12 asaltos, fuera Money y
no el más “coleguita” Manny no
debería dejar lugar, en estos tiempos, a las dudas, aunque esto ya daría pie para otra historia,
sobre los terrenos bursátiles que
andamos “pisando”: minas anti-personas, sí tal vez, pero en otro momento
volveremos sobre esto).
Así que, por ahora, la pelea me
confirmó lo que apuntaba en mi ensayo. Lo que siempre es gratificante. Que los
hechos nos confirmen lo que pensamos. Y que los EEUU y el Imperio que los emperadores romanos montaron desde el año 27 a .C.
hasta 1453, cuando se produce la caída de Constantinopla, se estrechan las
manos en más de un aspecto. Y si entendemos al Imperio entenderemos al Empire. Y entender nunca viene mal. Porque
entendiendo las similitudes podremos, incluso, entender otras cosas que quizás aquellos
locos romanos no captaran del todo. Y
que nosotros, con el tiempo a nuestro favor, ya intuimos más claras. Y que,
entonces, lo que sigue a continuación sirva de posdata a este combate del siglo
XXI y a las formas de hacer y ser de la hegemónica nación norteamericana.
Y me estaría refiriendo al resultado del igualado
combate. Sí, lo ganó Money. Lo hemos
escrito. Y ganó después de que se disputaran los 12 asaltos. También lo hemos
escrito. Luego ganó a los puntos; esto sería, que el resultado de la pelea lo
decidieron las puntuaciones de tres jueces. Y aquí está a mi parecer una de las
madres del cordero. Y a la que voy a referirme porque si lo entendemos, o si
entendemos a la madre, entenderemos muchas otras cosas, y entre ellas entenderemos
al cordero. O sea a los EEUU. Y lo dicho. Los tres jueces dieron ganador de la
igualadísima pelea, ¡por unanimidad!, a Money.
¡Uno de ellos 118-110! Y los otros dos, más comedidos, 116-112. Y para quien no
sepa o no esté muy avezado en esto de las puntuaciones del boxeo trataré de
explicarlas. Y de no resultar farragoso en el intento.
Cada asalto se puntúa sobre un
máximo de 10 puntos. Esto es, el púgil que el juez determina como ganador del
asalto recibe 10 puntos. Y si el asalto ha estado equilibrado, el segundo púgil
recibe otro 10. Pero si no ha sido así, y se dictamina que el segundo púgil ha
perdido el asalto, se le otorga un 9. Y si lo ha perdido muy claramente o le
han untado los morros de lo lindo o ha sido noqueado durante los 3 minutos que
dura el round y después, claro está,
ha proseguido en la pelea, podría recibir un discreto 8. Y si la paliza ha sido
aún más contundente o numerosas las caídas a la lona, un 7. Y así,
sucesivamente…. Luego, y en resumen, los jueces puntuarán cada asalto 10-10 o
10-9 o 10-8… De esta manera un boxeador que haya ganado la pelea, venciendo discretamente todos los asaltos, ganará
con una puntuación de 120-108; o sea 10x12 asaltos=120 puntos y 9x12asaltos=
108 puntos.
¿Y qué podríamos concluir con todo
esto aplicándolo al combate del siglo XXI sobre el que estamos escribiendo
estas líneas? Pues que para los dos jueces que puntuaron la pelea 116-112, Money ganó 8 asaltos y perdió 4
(10x8+4x9= 116); y al revés, Manny
ganó 4 y perdió 8 (4x10+8x9=112). ¡Y para el tercer juez que puntuó 118-110, y
sobre el que no se sabe a ciencia cierta si estuvo presente o no en el Coliseum o, perdón, en el Casino del
MGM, Money ganó 10 asaltos de la
igualadísima pelea y perdió sólo 2 (y añado el sic de los romanos)! Y ya no repito las operaciones por no cansar
al personal.
Y aunque las puntuaciones fueran
descaradamente discriminatorias con Manny,
y en especial ese 118-110 que me suena directamente a robo a mano armada, lo
que destaco de ellas, y que es lo nos enseña una parte del modo en que
estos yankees son y piensan, es que
en una pelea igualada ¡¡ninguno de los tres jueces puntuó ni un solo asalto con
10-10; es decir, y según sus sabios pareceres, ningún asalto terminó en
empate!! Y ésta es una de las madres del cordero. En el imaginario
norteamericano no cabe que una disputa concluya sin que uno de los
contendientes se imponga al otro. Es más, a los escasos combates (por seguir
con esto del boxeo) que acaban con un empate entre púgiles se les llama, ¡puaff!, combates nulos. Vaya, como si no
hubieran servido para nada. Como si los
cortes y las heridas que se habrían infligido estos púgiles no hubieran sido más que leves
rasponazos que se aliviaran con un chorrito de agua oxigenada.
Por eso los empates en baloncesto
se desempatan con una prórroga. Y de ahí que si me preguntaran porqué el fútbol
no entretiene a estos locos
norteamericanos no dudaría en decir que la razón, o una de las razones, y
no la menos importante, sería que los partidos de fútbol acaban muy a menudo con un empate en el marcador. Y todos a la ducha o
a casa. Y a nadie con el empate le pasa nada. Pero si los partidos de fútbol
pueden terminar así, sin que ninguno de los equipos gane o pierda, entonces
¿para qué juegan el partido?, se preguntaría uno de esos locos norteamericanos. Y yo recordaría entonces que en el Circo de los romanos el Emperador, al final de cualquier
combate, y por igualado que éste hubiera sido, siempre apuntaba con el
pulgar hacia arriba o hacia abajo. Esto es, siempre debía haber un ganador y un perdedor.
Nunca se empataba a nada. Como ha sucedido 2000 después en el Circo MGM de Las Vegas, en Estados
Unidos, en el combate del siglo, en la pelea que enfrentó al púgil local, Floyd
Money Mayweather, contra el boxeador
que vino desde las Islas Filipinas, Manny
Pacquiao. Aunque ya puestos y ya que hablamos tanto de Money,
tendré que añadir que yo siempre preferiré la calderilla...
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