En estos días que se nos vienen encima, y en los que diferentes Premios al Cine irán haciendo sucesivamente acto de presencia con los Forqué, los Goya, los Platinos, los Oscars, etc. quizás sea éste un buen momento para reflexionar sobre estas cosas que se vienen sucediendo a 25 imágenes al segundo.
Porque de lo que siempre nos habríamos quejado ahora parece que ya se ha arreglado. ¿Dinero? Sí, dinerito, aunque ahora, gracias a las valiosas desgravaciones fiscales, lo tendríamos a punta pala. Nada nos falta para gritar, ¡acción!, como es debido.
Pero, ¡cuidadín! Que nada, nada, es un decir, ya que sin oficio ni talento, el dinero es como un reluciente altavoz... para roncos.
Sí, cuando se insiste en no saber y en no querer aprender, porque a listos no nos ganaría nadie, cuando los verdaderos oficio y talento quedan postergados frente a la más osada ignorancia, el dinero sería como ese micrófono que quisiera emplear un cantante afectado por una terible ronquera para hacerse oir en el Bernabeu, por ejemplo, delante de 100.000 enforveridos fans, por ejemplo también. Sus miserías cantarinas quedarían entonces más al descucierto. Y los gallos despiertarían incluso a aquél que siempre ha presumido de dormir de un tirón.
¿Y no está ocurriendo algo de todo esto al Cine Español de nuestros días, cuando los flamantes presupuestos arropan y calientan sus nuevas producciones y aquellas épocas de vacas flacas parecen haber hecho, ¡por fin!, mutis por el foro? ¿Cuando la palabra "digno"- en cuanto adjetivo que presupone ciertas penurias presupuestarias- ya no tiene cabida en este nuevo y ostentoso diccionario nuestro de pasta dura?
Seguramente... El dinero cubre e hincha los presupuestos, sí, pero también desnuda nuestras miserias que, ahora "hinchadas", se nos aparecen más claras- y no preceisamente apetitosas- que nunca. Ya no nos valdría con aquello que siempre solíamos aducir como excusa ante las flagrantes insuficiencia de una película, es que con tan poco dinero, es que... No, ahora lo que hay es suficiente- y si no, a pedir más que diría Sánchez. Pero, sin embargo, lo que seguimos viendo, por desgracia, sobre nuestras pantallas continúa aburriéndonos como ostras. Y además nos hemos quedado sin la excusa monetaria.
Ahora incluso los retakes parecen haberse vuelto a poner de moda. De esta manera, si algo no cuadra o no nos gusta como queda en la mesa de montaje, pues no pasa nada, se vuelve a rodar o se rueda lo que falta nos hace, que por dinero no sea, y tan a gusto. Pero es curioso, por lo visto, ni los retakes nos enmiendarían ls plana. Claro, sin oficio ni talento, sería como si ese cantante, al que hemos aludido líneas arriba, sí, el de la ronquera, no se hubiera quedado conforme con su bochornoso concierto e insistiera en regalaranos un bis para mayor suplicio de los que aún no no nos habríamos ido a casa.
Claro, sin oficio ni talento hasta los retakes serían otra forma, no ya de perder dinero- que, al tener mucho, poco nos importaría- sino de perder el tiempo- que de "tiempo", en cambio, nunca tendríamos bastante.

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