viernes, 24 de noviembre de 2017
BLACK FRIDAY
sábado, 11 de noviembre de 2017
CHIQUITO, SÓLO TU NOMBRE ERA PEQUEÑO
Así que esta mañana me despertado con la muerte del GRAN Chiquito de la Calzada. Para mí, el último gran humorista que ha rondado por este país de marras. con un sentido del humor, original, irreverente, surrealista por momentos, y que no desmerecería al lado de las mejores páginas de Miguel Mihura o Carlos Arniches.
Pero la muerte se lo tenía pedido, y cuando la maldita se encapricha con alguien hay que joderse. Ahí será nada el cachondeo que se pueda montar a partir de ahora en los Cielos, con sus andares y sus tonadillas flamencas. Mientras nosotros, aquí abajo, nos quedaremos con su recuerdo y sus chistes emitidos por televisión y hoy al alcance de todos en YouTube. Será casi igual, pero eso: casi.
Y puestos a elegir uno, vuelvo a quedarme (no me gusta repetirme, pero ese chiste es una debilidad) con el mítico, sí, mítico chiste del burro. Lo metí en su día como la 9ª pastilla contra la depresión, aunque bien podría ser la única porque, estoy seguro de que con ella valdría y sobraría para que muchas consultas de psiquiatría cerraran sus puertas por "cese del negocio".
Hace un rato se lo contaba a uno de mis mejores amigos y me daba la razón. Y añadía, y sin canutos, Toni. Touché. Porque, sin duda, sin canutos todo tiene doble mérito.
DEP.
domingo, 5 de noviembre de 2017
DÓNDE ESTÁ LA CASA DE MI AMIGO
Para Manu Abans
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Yo a Abbas Kiarostami no le conocía personalmente, pero voy
a hacer como que sí, porque algunos artistas, y Kiarostami era uno de ellos, no
te dan la mano para que les puedas tratar de “tú” sino que, en su lugar, hacen
películas, por ejemplo como Abbas, y a través de ellas los que disfrutamos de
la suerte de verlas, nos vamos sintiendo cercanos al hombre que las ha rodado,
familiarizándonos con él, al extremo de que al tercer o cuarto visionado de
alguna de sus películas, ya nos sentimos como en casa, con arrestos suficientes
para tutearle (aunque no nos oiga directamente), y adjudicarle, sin temor a
equivocarnos, un puesto “entre los nuestros”.
O esto es, más menos,
lo que me ha ido pasando a mí con Kiarostami. Primero con A través de los olivos, su sexta película (si no cuento mal), allá
por 1994, después, y sin orden cronológico, con El sabor de las cerezas que le consagró en 1997 con la Palma de Oro en Cannes, pero
después, y ya ganándose un particular huequecito (del que va a costar sacarle)
en mi particular lista de filias cinematográficas, y más aún, humanas, con su
inolvidable Dónde está la casa de mi
amigo, en 1987 (por lo que esta casa
cumple este año 30 años), y con su secuela, cinco más tarde, Y la vida continua, ya en 1992.
Y como esta increíble facultad que atesora el cine de
Kiarostami hace que me sienta tan cercano a él como a mi querido tío Kote, su
nombre de pila Abbas siempre me recordará a otro gran amigo, y al que uno de
sus mejores amigos, llamaba cariñosamente Abans, porque éste era su apellido.
Así que Abbas y Abans. Uno, el amigo desconocido, murió en 2016;
el otro, el amigo conocido un poco antes. Y los dos prematuramente. Siempre
ocurre lo mismo con los amigos de verdad. A Abans le di la mano muchas veces, trabajé
y compartí con él muchos tragos y ratos divertidos. A Abbas no le di la mano
nunca, nunca trabajé con él, nunca nos bebimos un vinito juntos y nunca
llegamos a hablarnos. Pero vi sus películas. En especial Dónde está la casa de mi amigo que es como ese apretón de manos que
nunca nos dimos, como ese currelo en el que nunca nos enfrascamos, como esa
ronda que nunca nos bebimos o esa amistosa charla que nunca compartimos, pero,
aun y así, el más entrañable abrazo que se ha podido tejer con celuloide.
Por eso cuando me acuerdo de uno me acuerdo del otro, y esa
es una magnífica señal que me habla de dos hombres como la copa de un pino. Del
uno lo sé a ciencia cierta porque le traté, del otro lo sospecho y apuesto, por
sus películas, a que no me equivoco: Dónde
está la casa de mi amigo, 30 años después, me lo confirma cada vez que la
echo un vistazo. QDEP. Los dos. Estén ahora sus casas donde estén.
miércoles, 1 de noviembre de 2017
POR DIOS Y POR TODOS LOS SANTOS
Escribo esto para la festividad del 1 de noviembre, Todos los Santos, y creo que fue hace 10
días, sobre el 20 de octubre o por ahí, pero lo que leí, fuera cuando fuera, me
dejó perplejo y, ¿por qué no decirlo?... acojonado.
¿O acaso la piedra se cayó sola y solo porque la argamasa
que la sostenía al techo se secó y dejó de servir como argamasa, y el turista se
plantó justo debajo de su trayectoria porque en algún sitio tenía que estar, y
entonces todo coincidió para desgracia del hombre y de sus familiares y amigos
más cercanos?
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Un turista de 52 años había fallecido mientras contemplaba
los interiores de la Santa
Croce , la bonita iglesia florentina, al desprenderse de sus
cimientos una piedra que fue a estrellarse fatalmente contra su cabeza. Cuando
las asistencias se personaron en el templo para socorrerle ya no había nada que
hacer. La muerte había sido casi instantánea.
Y enseguida a la perplejidad y al acojono que me produjo la
noticia vino a añadírsele una perpleja, y acojonada también, reflexión personal
porque algunos, entre los que insistimos en creer en Dios o, al menos, en que
Algo que nos trasciende y que se encuentra más allá de todas estas
circunstancias temporales que nos rodean y con las que, ¡maldito remedio!, no
nos queda más opciones que convivir, existe y… puede, no sé cómo, vernos por
aquí abajo.
Y asumo, ya desde que las películas de Bergman me lo
enseñaron, en que este Dios, desde que Eva mordisqueó la manzana del Árbol de la Ciencia , no aparece por
ningún lado, no nos habla y guarda, erre
que erre, un completo silencio. Pero es que además, como si su mutismo e
invisibilidad Le parecieran poca cosa, muchos de los consecuentes de sus
comportamientos, ¡tiene que ser Él!, nos dejan con la boca abierta en un
sentido (asombro) o en otro (desconcierto y estupefacción). Sí, y eso ya me
cuesta más. Aunque también intento asumirlo poco a poco. A regañadientes…
Porque cuando leo noticias como ésa sobre la desgraciada
muerte del turista que había ido a la Santa
Croce a visitar a Dios ¡a su propia casa! (Dios tiene varias
distribuidas por el mundo y la
Santa Croce es una de ellas), a rendirle sus más humildes y
amables respetos, y al que lejos de honrarle con su presencia (sería demasiado
pedir, lo sé), permite directamente o le arroja un ladrillazo a la cabeza (sin
mediar palabra, como siempre), que se ha desprendido de las vigas de su casa, causándole
la muerte, me parece, por decir algo, una de esas bromas macabras sobre las que
ese personaje de Hitchcock (eso sí, ¡más cine!) decía que, por un lado, tiene
gracia, aunque por el otro, maldita la gracia que tiene.
Sí, porque este Dios, ¿qué demonios es? A su Hijo nunca se le vio reír en los 33 años que nos
cuentan los Evangelios. Y a Él menos todavía. De hecho la risa ha sido anatema
para la comunidad católica hasta hace bien poco; un rictus más propio del Ángel
Caído, del Diablo que siempre andaría riéndose por cualquier cosa. De hecho a
los sacerdotes no se les ha permitido asistir a funciones de teatro y otros
espectáculos de feria hasta antesdeayer.
Entonces, a lo que voy: si la piedra de la Santa Croce no se desprendió
para servir de hazmerreír en cualquier fiesta celestial, entonces, ¿qué pasa? ¿Que este Dios es un
cachondo?, ¿un descerebrado con mucho talento?, ¿y que, a pesar de que se diga
lo contrario, nos toma a todos nosotros, sus criaturas, hombres y mujeres, por
el pito de un sereno, su entretenimiento favorito?
Y así, ¿todo ocurre porque sí?
Entonces, tal vez, los que creamos algo en Algo, tengamos
que admitir que ese Algo, ¡y todas las demás cosas detrás de Ello!, también podrían
ser porque sí. Y no darle más vueltas. Y si no, ¿por qué se me ha ocurrido precisamente
a mí esta entrada en este blog? Pues
porque sí, y punto pelota.
Quizás sólo apostillaría un detallito al hilo de lo que
llevo escrito, que este mundo me coge siempre desprevenido, y que apenas si
acierto a retirarle una esquina de la tapa sin poder, o sin atreverme, a retirarla
por completo, porque seguramente, como escribe el poeta y como yo repito muchas
veces, For us there is only the
tryng./The rest is no our business.
Sí eso: para nosotros, levantar la esquina de la tapa; lo
demás, lo que contiene realmente el frasco, no es asunto nuestro. Y, ahora sí, por
Todos los Santos amén y punto pelota.
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