Así que esta mañana me despertado con la muerte del GRAN Chiquito de la Calzada. Para mí, el último gran humorista que ha rondado por este país de marras. con un sentido del humor, original, irreverente, surrealista por momentos, y que no desmerecería al lado de las mejores páginas de Miguel Mihura o Carlos Arniches.
Pero la muerte se lo tenía pedido, y cuando la maldita se encapricha con alguien hay que joderse. Ahí será nada el cachondeo que se pueda montar a partir de ahora en los Cielos, con sus andares y sus tonadillas flamencas. Mientras nosotros, aquí abajo, nos quedaremos con su recuerdo y sus chistes emitidos por televisión y hoy al alcance de todos en YouTube. Será casi igual, pero eso: casi.
Y puestos a elegir uno, vuelvo a quedarme (no me gusta repetirme, pero ese chiste es una debilidad) con el mítico, sí, mítico chiste del burro. Lo metí en su día como la 9ª pastilla contra la depresión, aunque bien podría ser la única porque, estoy seguro de que con ella valdría y sobraría para que muchas consultas de psiquiatría cerraran sus puertas por "cese del negocio".
Hace un rato se lo contaba a uno de mis mejores amigos y me daba la razón. Y añadía, y sin canutos, Toni. Touché. Porque, sin duda, sin canutos todo tiene doble mérito.
DEP.
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