Todavía estoy rumiando la jugada y
el gol que nos ha metido el Barcelona antes de comenzar la Final de Copa de este año.
Porque si jugar el partido en su propio estadio no es un gol tempranero que
baje Dios y que diga lo contrario. Pero meterse en estos jardines y con estos
cuatreros trae estas consecuencias. Se quiso traer la Final a Bilbao, a nuestro
flamante y recién inaugurado San Mamés y nos hemos encontrado con lo que ahora
tenemos. Por eso no debemos tener dudas de que se peleó por conseguir la Final para Bilbao. Éstas son
las cosas que tiene buscarles las cosquillas a los abusones. Quienes hemos
pasado y jugado miles de recreos en patios de colegio “unisex” nos lo sabemos
de memoria. El resultado de la lucha no deja lugar a las dudas. La Final no sólo no se jugará
en San Mamés sino que se disputará en el campo que nunca quisimos, en el campo del
rival, del “abusón” de turno: en el Nou Camp. Si no queríamos taza, tomad, taza
y media. Pero no nos achantemos antes de tiempo. Que el gol encajado no cuenta.
Porque el árbitro aún no ha hecho sonar su silbato. Seguimos 0-0. Y velando
armas. Que nadie duerma en Barcelona…
Nessun Dorma!
Porque que no atiendan a tus
razones legítimas es un detalle que debe tenerse en cuenta pero continuar tan
campantes, como si nada hubiera ocurrido,
es poner la mejilla para que te aticen otro tortazo. Y este segundo tortazo,
por pardillo. Quiero decir que si la
Final nos la han birlado (los cuatreros, digámoslo ya) y se
la han llevado a Barcelona no vamos a ser tan canelos de echar a correr para
reservar habitaciones, al precio que a ellos más les apetezca, en los hoteles
de Barcelona, en los “albergues” del señor Gaspart; y a comer y a cenar y a
beber en Las Ramblas y Canaletas… ¡Eso no! Si quieren “forrarse” que se pongan
un abrigo. Humildes y pobres… seguramente. ¿Apaleados?, ¡jamás! Que nadie duerma en Barcelona…
Nessun
Dorma!
Y por eso propongo una insumisión. Y
al enemigo, ni agua. Que ningún hincha del Athletic que viaje a Barcelona a
presenciar la Final
duerma en un colchón en Barcelona. Y para ello barajo dos
posibilidades: salir muy temprano y animosos desde Bilbao, o más descansados y
prudenciales, pillar alojamiento en alguna de las bonitas ciudades y pueblos
aragoneses, cercanos si se quiere a la frontera catalana, despertarnos bien
entrado el día y arrear hasta el Nou Camp para darlo todo por el equipo. Que nadie duerma en Barcelona…
Nessun
Dorma!
Porque habrá que emprender el viaje
bien pertrechados. La comida y la bebida en Barcelona, ni tocar. El almuerzo,
los bocatas, el kalimotxo y la bota de vino nos lo llevamos puesto. Y después
de la Final ,
tanto si se ha perdido como si se ha ganado, para casa. Si el resultado ha sido
una derrota, a ahogar las penas y la mala suerte, y los postes si los ha habido
en algún rinconcito tan lejos de La
Masía como de Marte, pero con la bebida más a mano que la Plaza Moyúa. Y si el resultado
ha terminado con una victoria histórica, a regresar a bocinazos al Botxo, como
si nos persiguiera el mismísimo Atila. ¡Y a preparar la Gabarra ! ¡Y a alborotar
las calles de Bilbao! ¡Y a pensar que por unos días el mundo entero cabrá en
nuestras Siete Calles! ¡Y que Dios también se vistió, por esta vez, con la
camiseta rojiblanca! ¡Y que los abusones y los cuatreros, en esta historia, se
han llevado, por fin, su merecido! Que
nadie duerma en Barcelona…
Nessun
Dorma!
¡Así vencere(mos)!
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