miércoles, 27 de noviembre de 2024

OTRO BLACK, OTRO FRIDAY

Sí, porque a cuenta de este próximo BLACK FRIDAY me encontré el otro día con un  poema que había salido, Dios sabré cómo, de mi atribulada cabeza. Yo os lo dejo aquí. Dedicado al gran T. S. Eliot por aquello de los "hombres huecos" que en el poema se transforma en "alma hueca". Espero que no se moleste el viejo e imprescindible irlandés.

Pero antes, y para amenizar la lectura, os dejo con un temazo de Robert Wyatt (n. 1945), uno de los emblemas de la que fue llamada escena de Canterbury y baterista de Soft Machine y al que una caída desde un 4º piso, en pleno colocón, le fracturó la columna vertebral dejándolo, hasta el día de hoy, en una silla de ruedas. A pesar de ello grabó el mítico albúm Rock Buttom, del que este año se cumple el 50 aniversario, y del que extraigo el alucinante Little Red Riding Hood Hit The Road que si no es música peligrosa yo, por si acaso, me coloco siempre el chaleco anti balas antes de escucharlo.

Por cierto que me enteré de la existencia del disco gracias a la bonita película Rock Bottom, que recomiendo a tope, nominada en los Premios Forqué como Mejor Película de Animación y que da cuenta de las circunstancias que rodearon al desgraciado accidente que Robert sufrió.

Bueno, pero ¡basta ya de cháchara! Ahí os va todo...


Black Friday,-

a T.S. Eliot

¡Empieza

la nueva temporada!

No se esperan

grandes novedades,

pero es nueva

y es la temporada

que ya está aquí

entre todos nosotros,

consumidores de tiempo, 

los que gastamos a manos llenas

los minutos, las horas,

los segundos que se nos caen

de los dedos, aunque

parezca no importarnos.

Sólo cuando la situación

se vuelva irreversible

nos faltará aire

para que nuestros gritos

se encaramen hasta el cielo. Pero

hasta entonces, tranquilos,

como si nada. La nueva temporada

nos abre los brazos y nos da

la más calurosa bienvenida,

la más inofensiva

como fieles clientes que somos

y que la mantendremos con vida

un año más. Hasta el sold out,

hasta agotar existencias.

hasta consumirnos en este absurdo empeño, 

hasta desear una nueva temporada

que, ¡ojalá!, mejore la presente

que nos habrá dejado

con los bolsillos vacíos

y, lo que es peor,

con el alma hueca.


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lunes, 18 de noviembre de 2024

LORCA: UN ÁNGEL NACIÓ EN GRANADA

Reconozco una cosa: nunca he sido un lorquiano de pro. Me gustaban algunas de sus poesías, y otras se me hacían duritas. Vaya que en mi mesa nunca ha estado junto a los Whitman, Neruda, o Manuel Machado, por citar sólo algunos de los que más me gustan.

Aunque también reconozco una cosa más: cada día la poesía de Lorca me gusta más. Y a él, cada día, le entiendo mejor. Hasta el punto de que el pasado fin de semana se me apareció, mientras leía, donde se citaba el irresistible Cantan los niños, una de las novelas cortas candidatas al Premio Ramiro Pinilla 2025, del que formo parte de su Comité de Lectura, una certeza a la que no pude dar la espalda: Federico García Lorca (Granada, 1898- 1936) fue, en realidad, un ángel, con dos piernas en lugar de dos alas, un ángel-niño; tierno y fiero como suelen ser los niños. Por eso su cruel final se nos antoja tan terrible.

Y es entonces cuando su poesía, leída desde ese punto de vista angelical, cuando sus versos cobran una señera dimensión. Porque su voz baja desde el mismísimo Cielo y, por ello, su acento nos estremece y sus terribles imágenes se nos aparecen de la mano de un ángel-niño disgustado porque se le ha mandado a la cama sin cenar por haber llegado tarde a casa.

Sí, y es esa imagen de ángel-niño la que hace, por ejemplo, que su Poeta en Nueva York se alce como otro grito de Munch, y cobre un valor singular y muy especial; un valor que coloca, sin duda, a ese libro entre los poemarios más alucinantes jamás escritos: el ángel abrumado por el frío acero en punta, el niño perdido y asustado en la inhóspita ciudad de los rascacielos.

Y por eso cuando me encontré el otro día con Cantan los niños supe que el ángel-niño me seguía hablando y contando cosas tiernas (¡Arroyo claroCorazón en fiesta) y amargas (Una rosa de sangre / De mi gran calavera) que, en realidad, son cosas de este mundo pero, que puestas en sus labios angelicales, me parecen eternas, mágicas, como pronunciadas desde otro planeta. Y si no haced la prueba vosotr@s:

           Cantan los niños

Balada de la placeta

Cantan los niños

En la noche quieta:

¡Arroyo claro,

Fuente serena!

 LOS NIÑOS

¿Qué tiene tu divino

Corazón en fiesta?

   YO

Un doblar de campanas,

Perdidas en la niebla.

   LOS NIÑOS

Ya nos dejas cantando

En la plazuela.

¡Arroyo claro,

Fuente serena!

¿Qué tienes en tus manos

De primavera?

   YO

Una rosa de sangre

Y una azucena.

   LOS NIÑOS

Mójalas en el agua

De la canción añeja.

¡Arroyo claro,

Fuente serena!

¿Qué sientes en tu boca

Roja y sedienta?

   YO

El sabor de los huesos

De mi gran calavera.

   LOS NIÑOS

Bebe el agua tranquila

De la canción añeja.

¡Arroyo claro,

Fuente serena!

¿Por qué te vas tan lejos

De la plazuela?

   YO

¡Voy en busca de magos

Y de princesas!

   LOS NIÑOS

¿Quién te enseñó el camino

De los poetas?

   YO

La fuente y el arroyo

De la canción añeja.

   LOS NIÑOS

¿Te vas lejos, muy lejos

Del mar y de la tierra?

   YO

Se ha llenado de luces

Mi corazón de seda,

De campanas perdidas,

De lirios y de abejas,

Y yo me iré muy lejos,

Más allá de esas sierras,

Más allá de los mares

Cerca de las estrellas,

Para pedirle a Cristo

Señor que me devuelva

Mi alma antigua de niño,

Madura de leyendas,

Con el gorro de plumas

Y el sable de madera.

   LOS NIÑOS

Ya nos dejas cantando

En la plazuela.

¡Arroyo claro,

Fuente serena!

Las pupilas enormes

De las frondas resecas,

Heridas por el viento,

Lloran las hojas muertas.


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viernes, 15 de noviembre de 2024

KAFKA EN EL FESTIVAL DE LA RISA

Este año, y van ya 15 ediciones, el Festival Ja! que, dedicado al gratificante mundo de risa como su onomatopeya nos enseña, se viene celebrando en nuestro querido Bilbao durante el mes de octubre ha estado dedicado, en el centenario de su muerte, al escritor... ¡Franz Kafka! Sí, sí, el de La metamorfosis, sí, sí el de El proceso.

Y cualquiera hubiera dicho a priori que semejante genio tuviera alguna relación con la carcajada. Incluso yo no hubiera apostado 1 euro por semejante relación pero como en muchísimas otras ocasiones estaba equivcado, porque cierto que Kafka no es Chquito de la Calzada y nos cuesta imaginárnoslo vestido de arlequín, pero con motivo de la efemérides había decidido leerme su última e inconclusa, El castillo, y en ella me encontré, ¡oh, sorpresa entre las sorpresas!, con un autor con un originalísimo sentido del humor; sí, un humor afilado y caústico, terriblemente irónico y, eso sí, mucho más cerca de la socarronería de Buñuel o del vertiginoso surrealismo que vertebran las páginas de Alicia en el País de las Maravillas que de la limpia risa que pudiera provocarnos Charlot (y eso que Eduardo Torres-Dulce- sí, él junto con el periodista César Coca dirigieron y presentaron la charla que se enmarcó bajo el título de Kafka va al cineya nos advirtió sobre aquello que alguien dijera en alguna ocasión de que "a quien no le gusta Charlot no es una buena persona"; adagio que, sin ningún género de dudas, yo suscribiría).

Pero ahora mismo me bajo de las ramas, y a lo que iba y a lo que voy. Porque, de entrada, no tuve más remedio que reconocer que esa faceta de un Kafka realacionado con la risa me cogió en el pié cambiado. Y por todo esto, y por el imborrable recuerdo que aún conservo de aquel programa de televisión que se llamó ¡Qué grande es el cine! decidí acudír a la mencionada charla que mantendrían César Coca, y el ex-fiscal general del Estado, y asiduo contertulio al mencionado programa, Eduardo Torres-Dulce (¡Dios mío, que diferencias de carácter y, aunque nos suene viejuno, de señorío respecto a lo que actualmente se destila en estos mundos nuestros y, más en concreto, en los mentideros fiscales que llenan con su pestilencia nuestros ojos y oídos allá por donde miremos u oigamos!)

Y me preparé para la ocasión anotando algunas frases extraídas de la lectura de El castillo que, según mi parecer- ¡sorpresas te da la vida!- ligan a Kafka con la sorna más hiriente y demoledora, aquélla que, cierto es también, nace del escepticismo más doloroso. Y llevé los apuntes a la charla aunque, después, no tuve oportunidad de intervenir dado que el tiempo se nos había echado encima y tuvimos que plegar velas y recoger si no queríamos quedarnos a pasar la noche en las dependencias del Auditorio donde la charla había tenido lugar. Lo que no era plan.

Pero como los apuntes aún los conservo, he pensado dejarlos a disposición de este blog, y de todos aquéllos/as que en su momento decidáis echale un vistazo, porque parece increíble, a mí, por lo menos, me lo parece que semejantes extractos hayan salido de la pluma de ese escritor atormentado por excelencia que fue Franz Kafka. O si no vosotros/as diréis:  

“(…) era sólo un mensajero, no conocía el contenido de las cartas que tenía que llevar, pero también su mirada, su sonrisa, su forma de andar parecían un mensaje, aunque tampoco supiera nada de ello”.

 “Desconfía de todo el mundo; aunque, por ejemplo, haya conocido a alguien en innumerables ocasiones como la persona más digna de confianza, en la ocasión siguiente desconfiará de él, si es que no lo considera un granuja.”

“(…) no es alguien que sepa hablar, pero sí gritar y eso a muchos les basta.”

“(…) es muy vivo, lo cual forma parte de su estupidez.”

“Para alguien que sabe leer los documentos oficiales y, en consecuencia, mejor aún los no oficiales.”

“La bendición estaba sobre ellos pero no supieron hacer que descendiera.”

“Si al menos- exclamó la posadera- no lo quisiera siempre todo, como un niño, en forma comestible.”

“Tu forma de ser era tan distinta a la nuestra que, hasta cuando hablabas sinceramente, nos resultaba difícil creerte.”

“Ese funcionario se parece mucho a Klamm; si  tuviera su propia secretaria, su propia mesa y en la puerta su nombre… no tendría ya dudas.”

“Por mucho que animes a alguien que tiene los ojos vendados a que mire a través del pañuelo, nunca verá nada; sólo si le quitas el pañuelo podrá ver.”

“(Sobre Erlanger, secretario de Klamm): se limita a fruncir las cejas y eso le basta para conocer a todos.”

“Dicho exactamente, está muy desesperado; dicho más exactamente, es muy feliz.”

“(…) no es difícil enamorarse de ella cuando se ha ido.”

Sí, un Ja! pero que hiela la sangre, ¿verdad? 
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jueves, 7 de noviembre de 2024

SOBRE INUNDACIONES Y PRESIDENTES

A cuenta de las terribles inundaciones que han afectado a la parte mediterránea de este país nuestro, y sobre todo, a cuenta de los desagradables incidentes que padeció el killer, o our president, Pedro Sánchez en su visita a las zonas afectadas de las que tuvo que salir por piernas, en contra de la tensa tranquilidad que exhibieron Don Felipe y la reina Letizia aguantando el chaparrón y el tipo y dialogando con las víctimas, he llegado a la conclusión de que nuestros políticos tampoco van al cine. Porque, en caso contrario, hubieran sabido lo que se les iba a venir encima y actuado en consecuencia. Sólo hubiera hecho falta que escucharan a Bob "el inglés" hablando después de un refrescante afeitado en esa imprescindible maravilla que algunos llamamos Sin perdón, y el toro no les hubiera cogido. 

Y ahora voy a apuntarme a otro detalle sobre el que no muchos parecen haber caído. Yo, por lo menos, no he oído a nadie comentar nada a este respecto. Y que también tiene su contacto con esto de reyes y presidentes, aunque en un sentido diferente ya que me habría venido a la cabeza a cuenta de las recientes elecciones estadounidenses, a propósito del país que presume, y muchas veces con razón aunque nos duela reconocerlo, de ser una de las democracias más consolidadas y progresistas del mundo-mundial, de resistirse aún a dar permiso o un paso al frente para colocar a una mujer a los mandos de la Casa Blanca. Primero habría sido Hillary Clinton. Y pinchó hueso. Ahora ha sido Kamala Harris. Y con el mismo resultado: hueso también.

Y no dudo que los más sesudos analistas podrán encontrar a este hecho múltiples explicaciones, aunque yo también, ¡faltaría más!, tengo la mía, y sinceramente pienso que las habrá tan buenas como ella, pero mejores, imposible. Así que voy de chuleta, pero me explico que ya va siendo hora. Porque es un hecho que los Estados Unidos no han conocido a la Monarquía como forma de gobierno pero esta Monarquía, como quien no quiere la cosa, abre sus puertas para que una mujer, si le corresponde por línea sucesoria  
y sobre esto no habría que hablar más entonces, que una mujer, decía, se coloque sobre su cabeza la corona que le distinguirá como Reina del país. Y después ya estaría: la ecuación se resuelve de forma muy fácil: si una mujer puede ser Reina, ¿por qué no va a poder ser Presidenta? Y ahí tendriamos a los británicos con Margaret Thatcher. Porque, ¿quién podía decir nada en su contra, y en función únicamente de su sexo, cuando la reina Isabel ha ocupado el trono inglés durante 50 años? Y estirando el chicle, ¿no es, por contra, una casualidad que Francia, la República que acabó con la Monarquía bajo las afiladas garras de la guillotina, no haya conocido tampoco, al día de hoy, una Presidenta?

Con lo cual, y alargando aún más el chicle, me habría venido también a la cabeza que, en contra de lo que tradicionalmente se piensa, quizá la Monarquía lleve adosada a sus presupuestos una refrescante modernidad en tanto que incluiría en sus postulados la tan necesaria igualdad de sexo y que nos pillaría, pero sólo porque no lo habríamos pensado antes, con el pié cambiado. Aunque de esta forma, nosotros España, los españolitos y españolistas que en ella vivimos, podemos vernos agraciados con una suerte inesperada. Y sin que fuera Navidad.

Y pensaría, entonces, en la bellísima princesa Leonor accediendo a la Jefatura del Estado en su condición de Reina legítima. Y no dudaría que si en esos momentos acertamos a abrir las ventanas, la modernidad entraría y nos caerá encima como agua de mayo. La reina Leonor, y lo presiento por todo lo que llevo escrito en esta entrada, nos limpiará como se limpia a los niños de teta- ¿o no es lo que somos por ahora?-  de muchos de los complejos que históricamente llevamos encima y que no nos los quitamos ni con aceite hirviendo. Pero no lo habría que dudar, yo no lo dudo por lo menos, que una reina Madre nos haría, por fin, hombres- y no me refiero al sexo, ¡que todo hay que decirlo!; y seríamos, ¡por fin!, un país de hombres que ha aprendido a vestirse por los pies. ¡Sí, por fin! Y la reina Leonor habría tenido mucho que ver en todo ello, mientras, posiblemente, el flamante País de las Barras y Estrellas continúe esperando a una Mrs. President.

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domingo, 3 de noviembre de 2024

INFANTILIZACIÓN, ¡AQUÍ ESTAMOS!

Superando lo que había previsto en aquel mi primer ensayo o Divino tesoro, casi un ensayo contra la juventud, habría que convenir que en él me quedé corto. Porque no es ya la juvenilización sino la más flagrante infantilización por la que muchos pensadores estarían, hoy en día, echándose las manos a la cabeza.

Aunque, tal vez, no deberíamos desviarnos tanto del primer fenómeno o de la juvenilización como insistir en él con indepencdencia del paso del tiempo que, en teoría, nos debería sacar fuera y situarnos fuera de su alcance. De esta forma tendríamos que si un joven pronuncia, en la jerga de sus años, está chulo, podría considerársele guay, que está en el rollo. Y si años más tarde un hombre hecho y derecho insiste en usar en su conversación, está chulo, guay, etc. podríamos considerarle que sigue, o intenta seguir, en la onda o, y de acuerdo con la sobrevaloración de la que, en nuestros tiempos, gozaba la juventud, y sobre de la que disertaba aquel mi primer "jamacocos", una persona bien dispuesta, guapa (¡fundamental!) y arreglada a estos tiempos nuestros que corren que se las pelan; una persona, en definitiva, que merece la pena conocer y tratar, ¡y sólo por el mero hecho de hablar a la moda o de parecer joven!). Aunque, si trascurridos unos cuantos años más, ese mismo hombre, supongamos ahora con 80 años, continúa repitiéndose y nos suelta un enésimo está chulo, es guay, le apuntaremos con el dedo y diremos, sin temor a equivocarnos, al viejo se le va la chota o es como un NIÑO que aún no sabe que se ha hecho viejo.

Pero desgraciadamente en estas circunstancias infantiles nos estaría tocando vivir. No en vano vivimos entre innumerables micro-conflictos. ¿Qué es sino la rabieta de todo un Real Madrid porque a su "pequeño" Vinicius no le hayan dado el Balón de Oro? Porque no se trataría de una infantilización que apareciera retro-encadenada a una primera juvenilización- lo que, además, representaría un (imposible) retroceso (a lo Benjamin Button)- sino una persistencia, un insólito erre que erre, un seguir-siendo-niños caiga quien caiga, una resistencia a transportarnos a aquella juvenilización que se producía al margen de los años cumplidos o, hablando en plata, ser niños para siempre jamás, sin movernos del pupitre y dejando de lado, apartando de nuestro camino, de nuesro ser-siempre-niños a aquella juvenilización que nos habría tocado, simplemente por una cuestión de crecimiento natural.

Y así, tan pitxis: nos quedamos para siempre-jamás con la baba colgando, es un decir, con los calzoncillos mojados, es otro decir, renegando de la verdadera juventud que se atrinchera detrás de la barrera y nos dejará en paz abrazados una infantilización que, sólo, por sus pretensiones de eternidad, sería anti-natural. Porque, y si no fíjemonos bien, en este caso no podríamos ser consecuentes y reflexivos con lo que nos toca vivir y hacer porque nuestra razón infantil nos estaría impidiendo, precisamente, reconocernos como infantiles. Tal y como les sucede a los verdaderos niños: que no alcanzan a comprender que las razones que rigen sus actos son, necesariamente, infantles.

Y de ahí, esta segunda, y ésta sería la nuestra, concepción de la infantilización como una peligrosísima deriva de la juvenilización sobre la que ya habríamos escrito un rato. Y, entonces, retengo a ésta como una 1ª parte ya comentada, y alargo nuestra atención hacia esa infantilización que tenemos encima, y en cualquier esquina hacia la que se nos ocurra apuntar, como el verdadero emblema de nuestros tiempos que corren que se las pelan pero sin rumbo, como un niño, claro, y a lo loco, unos caracteres asociados sí con los niños de... hasta 10 años como mucho. Y luego compruebo, con un escalofrío recorriéndome la médula, cómo nuestra sociedad (¡ay!) vive y se decanta por esos derroteros. Porque aunque pretendamos y creamos que la nuestra es una sociedad que se afeita, adulta, de eso nada, ni infantil ni juvenil, ya que no conseguimos desterrar esos calificativos que se nos han adosado a la chepa y que parecen (¡ay!, ¡ay!) irnos como anillo al dedo, como a esos infantes recién salidos de la cuna: egoista-insolidario o solidario sólo cuando está de moda solidarizarse-piramidal-caprichoso-de mecha corta-terco (porque si no me enfado y ya no te ajunto)--ególatra (sólo yo y mi ego contamos)-etc. Así que mucho cuidadín, porque si después del niño ya no se espera al hombre, quizá el niño, que nunca sabe estarse quieto, recule, se eche para atrás y se transforme, entonces, en ese salvaje que tanto nos asusta. Porque, no nos engañemos, del niño al salvaje apenas si media ese pasito pa´trás.



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