sábado, 17 de diciembre de 2022

EL BORONO (1) Y EL COSMOPOLITA (2)

Podría decirse que el populismo es el movimiento que agrupa a los boronos  (en el buen sentido del término, que también lo tiene) y que se enfrenta a sus “enemigos” naturales, los cosmopolitas, y déjesenos ahora emplear esta luminosa palabreja.  Y que nadie se piense que una facción es mejor que la otra. Cierto que el borono puede creer que El Greco es el hermano mayor de Las Grecas, lo que puede hacer sonreír maliciosamente al engreído cosmopolita, pero también sería cierto que, muy posiblemente, el borono sepa cuántos huevos pone una gallina al mes y el cosmopolita, ante esa misma cuestión, apenas se encoja de hombros y reconozca que “pasa”, que esa pregunta a quién coño le importa; o sea, y a lo que voy, que ni puta idea; o sea, y a lo que también voy, que ninguno es mejor que el otro, ni el borono ni el cosmopolita que únicamente serían, a estos efectos, diferentes.

Entonces no-problema, que diría Terminator. La diversidad nunca lo crea por sí misma. El problema siempre viene después. Cuando nos empeñamos en asimilar la diferencia con un molesto callo en el pie que siempre nos pone de mal humor y dispuestos a saltar a la mínima. Pero el borono y el cosmopolita sólo son distintos y ambos, en cuanto pasaran a referirse a la nación que les vio nacer y dar sus primeros pasos, también tendrían ideas distintas sobre ella, pero nunca pondrían en duda las máximas con las que se regula un país que presume de democrático, con la clásica separación de poderes, el sufragio universal, las elecciones libres, o la misma y por todos respetada organización territorial.

Ahora bien, ambas facciones deben tener muy claro el terreno que pisan y sobre el que se mueven y no invadir las aceras por las que transita el otro más o menos finolis. Y pondría un ejemplo para aclararnos. El borono se sentirá más fácilmente tentado a dejarse maravillar por los astros del celuloide o del deporte o por los protagonistas de los tabloides más amarillos que el sol y simplemente, se me ocurre, por la distancia desde la que él observa al estrellado; una distancia que, normalmente, lo ubica en un punto desde el que ese cosmopolita se presenta para él casi inalcanzable, como un coto(matamoros) cerrado, para entendernos.

Y así el borono deberá tener en cuenta y no cerrar embobado los ojos, que entre esas personas estrelladas también suelen encontrarse actitudes no del todo recomendables: doping, vida disoluta,mayores dosis de egoísmo, juergas sin otra vocación que alimentar las risas más sinsorgas, insolidaridad, etc. y si el borono no actúa de esta forma y se ajusta bien las gafas, pagará, témome, las consecuencias.

¿Cuáles consecuencias? Y tiro otro ejemplito. Por estos lares de la Piel de Toro tuvimos enredando hace unos años al difunto Jesús Gil, ex alcalde de Marbella entre otros méritos y uno de los retratos más completos del populismo. Era Don Jesús durante su primera época al pie del cañón un tipo simpático, ameno y gracioso… muy popular, en una palabra, pero que no supo echar el freno a tiempo y así, en cuanto puso su zapato y plantó su huella sobre el terreno que los cosmopolitas definen y defienden (con uñas y dientes) como su terreno, las gracietas del borono dejaron de tener la mínima gracia (y valga la redundancia).

Y una de aquellas gracietas bien pudo ser presidir uno de los clubes de fútbol más poderosos de la nación o el Atlético de Madrid. Otra, el codearse y hacerse íntimo de Paolo Futre, jugador de su equipo y una de las megaestrellas del balompié en sus dorados años, compartir sus correrías y confundir por ello a un empleado, el primero de la empresa pero empleado al fin y al cabo, con un hijo mimado. Ya después vendría lo de Marbella. Seguramente uno de los centros dorados del cosmopolitismo y, no contento con ello, y yendo más allá, totalmente desbocado y salido de madre, coquetear y rozar, el muy pillín él, las faldas del poder y curiosear sobre lo que podría esconderse debajo de ellas.  

 Lo que ya fue, a todas luces, demasiado. El cosmopolita puso pie en pared al grito de ¡hasta aquí hemos llegado, Don Jesús!, ¡que usted, y no se olvide de ello, es un auténtico borono! Y tras la bronca, borrón y cuenta nueva: Don Jesús, despojado y apartado del poder, sus seguidores, ante el desconcierto que se dibuja en sus labios, se apartan de él y le dejan de lado como a un apestado y, finalmente, un infortunado, como todos, infarto termina con su vida. Y después, si le he visto, no me acuerdo. Sin duda que ésta es la cruel estrategia que suelen poner en práctica los cosmopolitas para quitarse de encima a aquellos boronos, que osan “mancillar” sus exclusivos terrenos de juego (y valga otra redundancia, Don Jesús), pagar con ello la osadía que han cometido al plantarse donde nadie les ha llamado.

Pero el populismo nunca ha sido amiguete de “aprender a la primera”. Y hasta es posible que nadie lo sea, incluidos los cosmopolitas, así que ahora algunos de aquellos andan enredando y apiñados en torno a las siglas de VOX, el partido de la ultraderecha española. Y si Don Jesús levantara la cabeza…pero  no lo hace porque nadie lo ha hecho hasta ahora, y por ello ocupan su lugar (entre otros) Don Santiago (Abascal), propietario de un pequeño comercio textil y de unos bonitos terrenos donde pacen varios caballos de su propiedad (curioso: también Don Jesús era un apasionado de estos animales), o el bueno de Iván de Espinosa de los Monteros, sobre el que no cabría añadir gran cosa si consideramos que su rimbombante apellido ya nos lo sitúa en el mapa, o imaginémonos si no a una Isabel Espinosa de los Monteros, en vez de a la inaccesible y cosmopolita Isabel Presley.

Aunque todo esto, o sea, el populismo y el auge que ha experimentado en nuestras tierras occidentales durante los últimos años no supondría mayor problema, aunque el Brexit inglés o el trumpismo americano, por citar dos casos del populismo más furibundo y “exitoso”, no sean moco de pavo. Pero en España la cuestión adquiere y se vestiría con otros tintes, sin duda más peligrosos. Porque si el populismo ni en EEUU ni en Gran Bretaña (ni tan siquiera en los revueltas fronteras latinoamericanas) ponen al país en la picota, en España no ocurriría lo mismo. Aquí el populismo azuza los mismísimos mimbres sobre las que se vertebra el país, el modelo territorial con el que éste ha decidido regirse. Y esto ya a nadie le hace reír. La amenaza de tirar casi todo por la borda, retroceder y tener que volver a empezar desde el “cero-carolo” sobrevuela nuestras cabezotas; una alucinante realidad que, día a día, va teniendo mayores visos de hacerse una realidad a secas.

Y entonces se me escurre en la memoria la boutade de Ortega. Sí, España, un país con una mala salud de hierro. Y esto, si bien, tranquiliza a muchos, a la vista de los últimos dimes-y-diretes, o sin ir más lejos, de las últimas e impresentables trifulcas ocurridas en el Congreso, ¿debemos estar realmente tan tranquilos? Porque también me vendría a la memoria el viejo cuento del ¡viene el lobo!, ¡qué viene el lobo, y nunca viene, hasta que vino y se zampó de golpe (¿de estado?) a todas las ovejas; o aquel otro que estaba enfermo, que siempre estaba enfermo y siempre salía de la cama o adelante… hasta que un mal día dejó de salir y se vistió con el traje sin bolsillos.

Encendamos, pues, las alarmas si nos parece bien, que nadie nos sujeta las manos. Tenemos Libertad. Somos una Democracia. Y esto es lo verdaderamente importante. Porque, a partir de aquí, todo se puede discutir. Eso sí, con una imprescindible condición: que aprendamos a reconocernos en el otro; o sea, el borono en el cosmopolita y el cosmopolita en el borono. Y de esta forma, tendremos en las refriegas (que nunca deben faltar porque también ellas nos hacen avanzar) el respeto y las buenas maneras que tanta faltan nos hacen y que tanto echamos de menos, porque el cosmopolita habrá aprendido que las gallinas ponen 1 huevo cada día, y el borono sabrá que El Greco nada tiene que ver con Las Grecas, sino que fue un pintor llamado Doménikos Theotokópoulos, que vivió en la Isla griega de Creta hasta los 26 años, que desarrolló posteriormente, durante su época de madurez, un estilo muy personal y que falleció en Toledo en 1614 a la edad de73 años.

(1) A efectos de este artículo, borono = bruto, patoso, bocazas, ignorante pero creyéndose el más listo de la clase o  sin importarle serlo (ignorante, se entiende), acomplejado, pero Dios me libre, siempre-en-la-intimidad, también bravucón y echado para adelante, suele preferir el trago corto al largo, ¡ah! y la belleza se la pasa por la entrepierna. 
(2) A efectos de este artículo, cosmopolita = sobrado, perfecto ¿por qué no?, por encima del bien y del mal, por encima, por supuesto, del resto de los mortales, solidario pàra qué, todo lo conoce y lo que no, no interesa, el más guapo de la fiesta, el encantado de haberse conocido (nunca podría pasar sin él mismo), sibilino por momentos, mal pensado casi siempre, habla tres idiomas, dice que habla cinco, sin complejos, por supuesto, siempre preferirá el trago largo al corto (con un cortos ya hay bastantes en este mundo, podría defenderse); ¡ah y guapo, fundamental!   

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