miércoles, 26 de enero de 2022

LA POESÍA FUE ANTES QUE LA COCA-COLA

¡Cuántas manos nos hemos echado a la cabeza perplejos ante la brillante inventiva de muchos spots publicitarios! Todavía recuerdo aquel anuncio de Coca-Cola, que marcó toda una época y una tendencia hacia la repetición, por llamarlo de alguna manera, en el estilo, textos y locuciones de las artes publicitarias y que, por lo menos a mí, me ha llegado a cansar y hartar por su uso y abuso.

Así que, por si acaso, para hacer memoria aquí os dejo con el mencionado spot. No resulta complicado descubrir detrás de la locución, los esforzados jamacocos de alguna agencia de publicidad argentina.

Pero he aquí que, como últimamente ando también leyendo la genial poesía de Borges, he descubierto en ella, para mi asombro, idénticas repeticiones y aliteraciones, sólo que con mayor calidad y con casi ¡medio siglo de diferencia! Luego primero habría sido la poesía, la poesía (casualmente) argentina, la poesía de Borges, por ejemplo, quien habría bajado la bandera de salida a estas súper repeticiones.

O si no leed esta larga genialidad borgesiana, que a mí sin embargo se me hace siempre muy breve, y pensad que donde el escritor argentino escribe “por”, los multipremiados publicistas de Coca-Cola dijeron “para”:

 

OTRO POEMA DE LOS DONES

Gracias quiero dar al divino
laberinto de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas
que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar
con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros
como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Angel Silesio,
por Schopenhauer,
que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa
que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura
arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarcó
mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno,
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg,
que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales
que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
y una cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído:
gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba,
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez,
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre,
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía.
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines
o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.

(De El otro, el mismo- 1964)

Por lo que estos “brillantísimos” creativos nada demasiado nuevo habrían creado, y nosotros podríamos añadir al superlativo dos hermosas y justas comillas sin que nos tiemble el pulso. Su excelencia casi se resumiría entonces a en un graciosillo e inocente copiar-y-pegar.

Y me vuelve, como el toque de una campanilla anunciando que la comida está lista, aquella boutade de Raymond Chandler, aquella de  “había menos talento que en una laboriosa agencia de publicidad” Así que sin talento propongo, al menos, haya entre estos publicistas un poco más de humildad, y menos de esa arrogancia de la que muchos de ellos andan tan sobrados (sin venir a cuento y sin motivo aparente). 
Leer más...

jueves, 20 de enero de 2022

BRITAIN FOREVER

He soñado, cosa que ha podido suceder porque, últimamente, ando con el sueño un poco loco,, que recibía un montón de quejas por la entrada que el otro día dediqué a lo que podríamos llamar, y que yo de hecho llamaba, el Eje Franco-Alemán; ese extraño híbrido de amores y desavenencias que han cultivado, cultivan y, me supongo, continuarán cultivando estas dos potencias europeas.

Y las protestas me han llegado, cómo no, de las huestes británicas. Que buenos son ellos a la hora de sacar pecho. Y junto a los clásicos, y nosotros qué, o su variante, qué pasa con nosotros, he soñado que me encontraba en mi correo con otras notas no tan educadas del tipo de, de qué hostias vas, Toni, los ingleses son mucho mejor que esos continentales de curasanes y cabezas cuadradas. Luego también soñé con que recibía alguna que otra amenaza sin ninguna gana de tomármela a broma.

Así que he decidido dar marcha atrás, y sin admitir que los improperios me han acojonado, y sí que los anglosajones en general y los habitantes de Gran Bretaña, en particular, también gozan por su histórico y regio talante de un bien ganado reconocimiento, y a pesar del Brexit y de Boris Johnson, merecen, por lo tanto, esta humilde entrada que les dedico con todo, espero, mi esforzado buen hacer.

Para ello he fijado mi atención en la película que el australiano Peter Weir dirigió bajo bandera estadounidense en 2003. Sí, esa: Master and Commander con Russell Crowe, el famoso actor neozelandés, en el papel de Jack Aubrey, violinista aficionado y capitán del navío inglés Surprise que es atacado, durante las Guerras Napoleónicas (no he querido desmarcarme de La Marsellesa, que era la banda sonora de la entrada anterior) por un buque de guerra francés.

El caso es que aquí, es decir durante la película de Weir (siempre exquisito para sus bandas sonoras), suena la  increíble Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, uno de los más importantes compositores ingleses de música sacra nacido en Kent en 1502 y muerto en Greenwich en 1585. O sea, más inglés que Isaac Newton, que los Beatles o que Sherlock Holmes.

Tallis escribió durante su carrera 9 salmos, cantos a cuatro voces para el arzobispo (inglés, faltaría más) Matthew Parker. Y uno de esos 9 salmos, el llamado Third Mode Melody (que en la ficción inspira a l capitán Aubrey) , sirvió para que ya en el siglo XX el infravalorado (al menos para mí) Ralph Vaughan Williams compusiera su estremecedora Fantasía... (al menos para mí), una obra para orquesta de cuerda que Weir usa para ambientar y solemnizar, como sólo los anglosajones saben hacerlo, momentos inolvidables de su film.

Yo aquí os dejo con la versión que Andrew  Davies grabó en la Abadía de Gloucester, el mismo lugar donde Williams estrenó su pieza en 1910. No estremecerse escuchando esta fantasía no tendría perdón de Dios y por eso, y por las decenas de anglosajones que he soñado que se enzarzaban conmigo despotricando por mi anterior entrada, cuelgo este vídeo o sincero perdón musical.
 

Leer más...

sábado, 15 de enero de 2022

PARECIDOS RAZONABLES: SCHUMANN & LA MARSELLESA

No me consta ningún antecedente familiar, ni yo mismo, es decir, por mí mismo, cultivo apego alguno hacia las instituciones militares o los titulares patrióticos del signo que sean, pero siempre me han llamado la atención esas milenarias afinidades existentes entre Francia y Alemania, o viceversa, y que les lleva y les ha llevado en numerosas ocasiones a estrecharse sonrientes las manos.

Hoy, a esto sobre lo que escribo se le llama, más o menos, el Eje Franco-Alemán, posiblemente, la columna que sostiene (en pie) Europa, y casi siempre enfrentada a Gran Bretaña y al conjunto de países que pudieran moverse bajo las órbitas anglosajonas. Aunque de cegatos, sería negar que estas mismas afinidades han dado, históricamente, lugar a furibundas a contradicciones, cuando no a sangrantes desavenencias.

La fulgurante llegada, sin apenas oposición, de los ejércitos del III Reich a la emblemática capital francesa durante la 2ª Guerra Mundial, seguida por ese extraño y silenciado (aún hoy en día) proceso que constituyó el régimen de Vichy durante la 2ª Guerra Mundial son, sin duda, sólo un par de esos callos en los empeines franceses sobre los que siendo mucho más  aconsejable no mirar y pasar de largo, antes que detenerse e hincarles los talones.

Francia y Alemania, como dos buenos amigos, se han colocado, cuando ha tocado hacerlo, de uñas frente a un mismo rival: Gran Bretaña y toda aquella lengua que se exprese en inglés; aunque también como los mejores colegas se han visto, a menudo, enredados en diferentes trifulcas y malentendidos, de los que al final, sin embargo, han salido como habían entrando: chocando esos cinco, mon petit ami,  oui; mein kleiner Freund, ja.

Todo lo cual no hizo que dejara de sorprenderme cuando escuché la Obertura de Hermann y Dorothea, que Robert Schumann compuso inspirándose en el poema épico de Goethe, uno de sus escritores favoritos (alemán + alemán), y en el que se abordaba el destino trágico de dos amantes (Hermann & Dorothea, of course) durante la Revolución Francesa. Porque si la mencionada obertura fue compuesta por Schumann en unos pocos días durante el mes de diciembre de 1851, el músico utilizó en ella, y sin que le temblara el pulso lo más mínimo, me supongo, reconocibles pasajes de la famosísima Marsellesa francesa.

Sobre que Francia y Alemania se quieren y siempre se han querido, no albergo el menor titubeo. Y ahora Schumann me lo corrobora. Sí, es este un mundo curioso. ¿De dónde le habrá venido a le coq (al gallo, oui) su afinidad con la Dammerung (con la aurora, ja)?

Escuchad la bonita obertura de Schumann y luego hablamos,




Leer más...

domingo, 2 de enero de 2022

2022: AÑO BUENO, MUNDO NUEVO

Presiento que este 2022 va a ser, por fin, un "AÑO BUENO".


 Y, por si acaso no sabemos estar a su altura, aquí os añado la versión de la Sinfonía del Nuevo Mundo, con la Filarmónica de Viena, dirigida por Karajan. Porque si esto no nos hace ser mejores y prepararnos para ese mejor y Nuevo Mundo, es que todavía no nos acaban de quitar los tapones del oído:






Leer más...