sábado, 17 de diciembre de 2022

EL BORONO (1) Y EL COSMOPOLITA (2)

Podría decirse que el populismo es el movimiento que agrupa a los boronos  (en el buen sentido del término, que también lo tiene) y que se enfrenta a sus “enemigos” naturales, los cosmopolitas, y déjesenos ahora emplear esta luminosa palabreja.  Y que nadie se piense que una facción es mejor que la otra. Cierto que el borono puede creer que El Greco es el hermano mayor de Las Grecas, lo que puede hacer sonreír maliciosamente al engreído cosmopolita, pero también sería cierto que, muy posiblemente, el borono sepa cuántos huevos pone una gallina al mes y el cosmopolita, ante esa misma cuestión, apenas se encoja de hombros y reconozca que “pasa”, que esa pregunta a quién coño le importa; o sea, y a lo que voy, que ni puta idea; o sea, y a lo que también voy, que ninguno es mejor que el otro, ni el borono ni el cosmopolita que únicamente serían, a estos efectos, diferentes.

Entonces no-problema, que diría Terminator. La diversidad nunca lo crea por sí misma. El problema siempre viene después. Cuando nos empeñamos en asimilar la diferencia con un molesto callo en el pie que siempre nos pone de mal humor y dispuestos a saltar a la mínima. Pero el borono y el cosmopolita sólo son distintos y ambos, en cuanto pasaran a referirse a la nación que les vio nacer y dar sus primeros pasos, también tendrían ideas distintas sobre ella, pero nunca pondrían en duda las máximas con las que se regula un país que presume de democrático, con la clásica separación de poderes, el sufragio universal, las elecciones libres, o la misma y por todos respetada organización territorial.

Ahora bien, ambas facciones deben tener muy claro el terreno que pisan y sobre el que se mueven y no invadir las aceras por las que transita el otro más o menos finolis. Y pondría un ejemplo para aclararnos. El borono se sentirá más fácilmente tentado a dejarse maravillar por los astros del celuloide o del deporte o por los protagonistas de los tabloides más amarillos que el sol y simplemente, se me ocurre, por la distancia desde la que él observa al estrellado; una distancia que, normalmente, lo ubica en un punto desde el que ese cosmopolita se presenta para él casi inalcanzable, como un coto(matamoros) cerrado, para entendernos.

Y así el borono deberá tener en cuenta y no cerrar embobado los ojos, que entre esas personas estrelladas también suelen encontrarse actitudes no del todo recomendables: doping, vida disoluta,mayores dosis de egoísmo, juergas sin otra vocación que alimentar las risas más sinsorgas, insolidaridad, etc. y si el borono no actúa de esta forma y se ajusta bien las gafas, pagará, témome, las consecuencias.

¿Cuáles consecuencias? Y tiro otro ejemplito. Por estos lares de la Piel de Toro tuvimos enredando hace unos años al difunto Jesús Gil, ex alcalde de Marbella entre otros méritos y uno de los retratos más completos del populismo. Era Don Jesús durante su primera época al pie del cañón un tipo simpático, ameno y gracioso… muy popular, en una palabra, pero que no supo echar el freno a tiempo y así, en cuanto puso su zapato y plantó su huella sobre el terreno que los cosmopolitas definen y defienden (con uñas y dientes) como su terreno, las gracietas del borono dejaron de tener la mínima gracia (y valga la redundancia).

Y una de aquellas gracietas bien pudo ser presidir uno de los clubes de fútbol más poderosos de la nación o el Atlético de Madrid. Otra, el codearse y hacerse íntimo de Paolo Futre, jugador de su equipo y una de las megaestrellas del balompié en sus dorados años, compartir sus correrías y confundir por ello a un empleado, el primero de la empresa pero empleado al fin y al cabo, con un hijo mimado. Ya después vendría lo de Marbella. Seguramente uno de los centros dorados del cosmopolitismo y, no contento con ello, y yendo más allá, totalmente desbocado y salido de madre, coquetear y rozar, el muy pillín él, las faldas del poder y curiosear sobre lo que podría esconderse debajo de ellas.  

 Lo que ya fue, a todas luces, demasiado. El cosmopolita puso pie en pared al grito de ¡hasta aquí hemos llegado, Don Jesús!, ¡que usted, y no se olvide de ello, es un auténtico borono! Y tras la bronca, borrón y cuenta nueva: Don Jesús, despojado y apartado del poder, sus seguidores, ante el desconcierto que se dibuja en sus labios, se apartan de él y le dejan de lado como a un apestado y, finalmente, un infortunado, como todos, infarto termina con su vida. Y después, si le he visto, no me acuerdo. Sin duda que ésta es la cruel estrategia que suelen poner en práctica los cosmopolitas para quitarse de encima a aquellos boronos, que osan “mancillar” sus exclusivos terrenos de juego (y valga otra redundancia, Don Jesús), pagar con ello la osadía que han cometido al plantarse donde nadie les ha llamado.

Pero el populismo nunca ha sido amiguete de “aprender a la primera”. Y hasta es posible que nadie lo sea, incluidos los cosmopolitas, así que ahora algunos de aquellos andan enredando y apiñados en torno a las siglas de VOX, el partido de la ultraderecha española. Y si Don Jesús levantara la cabeza…pero  no lo hace porque nadie lo ha hecho hasta ahora, y por ello ocupan su lugar (entre otros) Don Santiago (Abascal), propietario de un pequeño comercio textil y de unos bonitos terrenos donde pacen varios caballos de su propiedad (curioso: también Don Jesús era un apasionado de estos animales), o el bueno de Iván de Espinosa de los Monteros, sobre el que no cabría añadir gran cosa si consideramos que su rimbombante apellido ya nos lo sitúa en el mapa, o imaginémonos si no a una Isabel Espinosa de los Monteros, en vez de a la inaccesible y cosmopolita Isabel Presley.

Aunque todo esto, o sea, el populismo y el auge que ha experimentado en nuestras tierras occidentales durante los últimos años no supondría mayor problema, aunque el Brexit inglés o el trumpismo americano, por citar dos casos del populismo más furibundo y “exitoso”, no sean moco de pavo. Pero en España la cuestión adquiere y se vestiría con otros tintes, sin duda más peligrosos. Porque si el populismo ni en EEUU ni en Gran Bretaña (ni tan siquiera en los revueltas fronteras latinoamericanas) ponen al país en la picota, en España no ocurriría lo mismo. Aquí el populismo azuza los mismísimos mimbres sobre las que se vertebra el país, el modelo territorial con el que éste ha decidido regirse. Y esto ya a nadie le hace reír. La amenaza de tirar casi todo por la borda, retroceder y tener que volver a empezar desde el “cero-carolo” sobrevuela nuestras cabezotas; una alucinante realidad que, día a día, va teniendo mayores visos de hacerse una realidad a secas.

Y entonces se me escurre en la memoria la boutade de Ortega. Sí, España, un país con una mala salud de hierro. Y esto, si bien, tranquiliza a muchos, a la vista de los últimos dimes-y-diretes, o sin ir más lejos, de las últimas e impresentables trifulcas ocurridas en el Congreso, ¿debemos estar realmente tan tranquilos? Porque también me vendría a la memoria el viejo cuento del ¡viene el lobo!, ¡qué viene el lobo, y nunca viene, hasta que vino y se zampó de golpe (¿de estado?) a todas las ovejas; o aquel otro que estaba enfermo, que siempre estaba enfermo y siempre salía de la cama o adelante… hasta que un mal día dejó de salir y se vistió con el traje sin bolsillos.

Encendamos, pues, las alarmas si nos parece bien, que nadie nos sujeta las manos. Tenemos Libertad. Somos una Democracia. Y esto es lo verdaderamente importante. Porque, a partir de aquí, todo se puede discutir. Eso sí, con una imprescindible condición: que aprendamos a reconocernos en el otro; o sea, el borono en el cosmopolita y el cosmopolita en el borono. Y de esta forma, tendremos en las refriegas (que nunca deben faltar porque también ellas nos hacen avanzar) el respeto y las buenas maneras que tanta faltan nos hacen y que tanto echamos de menos, porque el cosmopolita habrá aprendido que las gallinas ponen 1 huevo cada día, y el borono sabrá que El Greco nada tiene que ver con Las Grecas, sino que fue un pintor llamado Doménikos Theotokópoulos, que vivió en la Isla griega de Creta hasta los 26 años, que desarrolló posteriormente, durante su época de madurez, un estilo muy personal y que falleció en Toledo en 1614 a la edad de73 años.

(1) A efectos de este artículo, borono = bruto, patoso, bocazas, ignorante pero creyéndose el más listo de la clase o  sin importarle serlo (ignorante, se entiende), acomplejado, pero Dios me libre, siempre-en-la-intimidad, también bravucón y echado para adelante, suele preferir el trago corto al largo, ¡ah! y la belleza se la pasa por la entrepierna. 
(2) A efectos de este artículo, cosmopolita = sobrado, perfecto ¿por qué no?, por encima del bien y del mal, por encima, por supuesto, del resto de los mortales, solidario pàra qué, todo lo conoce y lo que no, no interesa, el más guapo de la fiesta, el encantado de haberse conocido (nunca podría pasar sin él mismo), sibilino por momentos, mal pensado casi siempre, habla tres idiomas, dice que habla cinco, sin complejos, por supuesto, siempre preferirá el trago largo al corto (con un cortos ya hay bastantes en este mundo, podría defenderse); ¡ah y guapo, fundamental!   
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jueves, 1 de diciembre de 2022

PABLO MILANÉS, DEP MAESTRO




Dicen que nunca hay que irse a la cama sin haber aprendido algo nuevo. Yo  ayer, último día de noviembre, descubrí la increíble canción de Pablo Milanés El breve espacio en que no está,, y me aprendí su letra. Particularmente memorables me parecen las estrofas, mas le gusta la canción/que comprometa su pensar y, sobre todo sus tres finales (lo último siempre lo mejor), no es perfecta/mas se acerca a lo que yo/simplemente soñé. ¡Maestro, DEP!
Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...
Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio
de lo que dá.
Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.
Todavía no pregunté «¿te quedarás?».
Temo mucho a la respuesta de un «jamás».
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta
mas se acerca a lo que yo
simplemente soñé...


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miércoles, 23 de noviembre de 2022

ROCK AROUND THE CLOCK


Hay una impagable frase debida a Woody Allen que yo la repito en estas entradas bastante a menudo. Quien me conoce, la sabe. Pero para quien no me conozca, se la repito, y con mucho gusto. Más o menos dice lo siguiente, hasta un reloj estropeado da dos veces bien la hora al día. Y me encanta. Y comprendo con ella en mente y poniéndola en práctica que nadie puede quedar aparte, que a nadie se debe menospreciar. Todos sirven. Todos cuentan. Todos, sin excepción. merecemos la pena. Incluso los “estropeados”.

Y para dejar una breve constancia de a qué me refiero con esto de "estropeados", os voy a citar algunos ejemplos. Y del ámbito deportivo esperando con ello hacerme entender con mayor facilidad. Porque, ¿quién hubiera dicho que Lionel Messi sería, posiblemente, el mejor jugador de fútbol de la Historia, con su apenas 1,70 cms, 72 kgs,- no en vano uno de sus apodos sería La pulga- y los problemas físicos asociados a la enfermedad hormonal que le fuera diagnosticada de niño, y que aún arrastraba cuando ficha por el Barca y se viene a Europa, con apenas 13 años, desde su querida Argentina? ¿No se le podría haber colgado entonces, sin temor a equivocarnos, el letrero de “estropeado” o, por lo menos,  de no apto para jugar al fútbol? ¡Y qué confundidos hubiéramos estado, nosotros tan listillos! O echemos una ojeada a su inigualable palmarés: único futbolista con siete Balones de Oro, seis premios FIFA, la Federación Internacional de Fútbol, al mejor jugador del mundo y seis Botas de Oro. Además de ser  el primer futbolista y primer argentino en recibir un Laureus (el Oscar del Deporte), y ser incluido en el Dream Team del Balón de Oro... y sigue porque, mientras escribo esto, Leo aún no ha chutado ni regateado por última vez.

Y también sería, seguramente, el mismo cartel que se le habría colgado a Dennis Rodman, el de “estropeado” quiero decir, cuando éste pretendió ocupar, jugando al basket, el puesto de ala-pivot con sus escasísimos para la mencionada posición 1,98 cms. Y sin embargo, siete veces (1992-1998) jugador con mayor promedio de rebotes por partido; jugador con mayor número de rebotes conseguidos (1992-1994, 1998); con mayor número de rebotes ofensivos (1991-1994, 1996-1997); con mayor número de rebotes defensivos (1992, 1994, 1998), y todo esto sin dejar de mencionar que el “pequeño”  o “estropeado” Rodman comparte el récord de la NBA, la mejor liga de basket del mundo, con 11 rebotes ofensivos en un partido, logrando esta hazaña en dos ocasiones durante las Finales de 1996. Además de haber conseguido 238 dobles-dobles en una Temporada; esto querría significar, para los no iniciados, más de 10 puntos y 10 rebotes per partita, y terminando con ese estratosférico triple-doble conseguido el 16 de enero  de 1996 en un partido contra los 76ers de Philadelphia: 10 puntos, ¡21 rebotes! y 10 asistencias.

Y ahora, volteando la tortilla pero sin salirnos de las canchas de la NBA, haríamos subir a la palestra al “estropeado” Magic Johnson con sus excesivos a todas luces 203 cms. para ocupar el puesto de base y, no obstante, haber logrado el Oro Olímpico en los Juegos de Barcelona/92 formando parte del mítico Dream Team, haber sido 5 veces campeón de la NBA; 3 veces jugador más valioso (MVP) en las Finales; 3 veces jugador más valioso de la Temporada; 4, líder en número de asistencias; amén de record de asistencias en los play-offs en toda una carrera con ¡2346!, y uno más: record de  asistencias en un solo cuarto con ¡14 pases de canasta! ¿Alguien da más? Para ser un “gigantón” a Magic no se le daba nada mal eso de jugar de base, de "chiquitín", ¿verdad? Como a Rodman eso de jugar de ala-pivot a pesar de ser un “canirro”.

O sea que de todo aquello de "ni tan bajo ni tan alto" o de “estropeado”, cero patatero. Tanto Rodman como Johnson fueron capaces de dar (más que) perfectamente la hora a pesar del patético refrám o de sus "estropeadas" condiciones y dejarnos a los demás con la boca abierta y la babita colgando viéndoles por la tele.

Y para acabar y por no hacerme interminable, citaría un último reloj “estropeado”. Jokin Altuna, genio en ese deporte made in Euskadi que llamamos Pelota a Mano. Jokin disputó hace unos días una escalofriante final en la modalidad del 4 ½. (1 contra 1 y jugando hasta el cuadro 4 1/2 del frontón). Y perdió. 22-21. Por el pelo de un calvo, sí. Pero a estas alturas, con sus 25 años Jokin ya atesora 2 títulos en el Manomanista, la modalidad estrella de la Pelota, donde se juega 1 contra 1 y en todo el frontón; 1 título en la modalidad de Parejas y ¡7 finales consecutivas, con 3 títulos incluidos entre ellas, en el mencionado 4 ½!  Y todo esto con sus “estropeados”, raquíticos o justitos 1,80 cms y 75 kgs de peso para la práctica de un deporte donde la fuerza y robustez han sido siempre caracteres necesarios, condiciones sine qua non para ser un mocetón y realizar una decente carrera dentro de los frontones. El mismo Joseba Ezkurdia, el flamante ganador de la imborrable Final a la que aludíamos al inicio de este párrafo, y en un gesto que le honra, no sentía remilgos a la hora de calificar a Jokin como el no.1, el capo de la Pelota a Mano.

Y por todo esto, y es a lo que iría con Woody Allen, mucho cuidadín a la hora de emitir esos juicios tremendos y categóricos que tan rápidamente pronunciamos y a los que tan acostumbrados estamos a escuchar. Porque nadie desmerece porque sí, o porque nos dé la gana. Todo quisqui se merece su oportunidad por muy marciano que nos suene a los demás (tan listillos) concedérsela. Porque no encontraremos nunca un reloj (o un ser humano) que no sepa dar la hora /(o el callo) bien dos veces al día, por lo menos. Por todo esto (y más), gracias, Woody. Por todo esto (y más) que ¡suene la música!, ¡ el Rock Around the Clock, por supuesto!,

















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jueves, 10 de noviembre de 2022

LA MAMÁ Y LA PUTA, ENTRE EL COMPROMISO Y LA ANARQUÍA

La mamá y la puta, la película que Jean Eustache dirigió en 1973, y que volví a ver hace unos días en el incomparable cineclub FAS (de hecho esta entrada no deja de ser una reproducción del artículo que escribí para su blog), da para hablar muchas cosas; quizás demasiadas (no en vano la duración actual de la cinta, impecablemente restaurada, supera los 200 minutos). Por ello me cortaré y me circunscribiré a aquello que más me ha llamado la atención de este último visionado.
Y es que la película de Eustache supone la defunción definitiva de una manera de hacer cine, de la nouvelle vague en concreto y su formar de plasmar y mostrar a las personas y personajes que llenan su celuloide. Y es también, y como suplemento necesario a todo ello, la defunción de esa alegría histérica que emanaba de las películas de Godard y de Truffaut (sobre todo aquellas en las que interviene su alter ego o Jean-Pierre Leaud, protagonista, y no casualmente, de la cinta de Eustache). Y, sobre todo, es el candado que cierra esa dulzura de vivir que alumbraría y agitaría el Mayo del 68 y que hizo pensar a muchos que a las cosas se les podría dar la vuelta. Y es por ello también la historia de un doloroso fracaso. El fracaso que nos dice que siempre tendremos que elegir entre la mamá y la puta, entre el compromiso y el desapego. Y que esta elección encierra trampa y nunca será satisfactoria. Porque las dos opciones, o mejor escrito, Marie y Veronique, nos enseñan sus traicioneras trampas que arrojan, en el plano con el que Eustache pone final a su película, y por eso mismo importantísimo plano, al disoluto y derrotado Frederick al suelo contra un pequeño armario ante la mirada triunfante de Veronique.

Porque para mí La mamá y la puta es, sobre todo, una película sobre eso, sobre el compromiso. O sobre la falta de compromiso, por la que clama Veronique en su memorable y largo discurso, que será la moneda corriente con la que abonamos nuestras deudas y caprichos a partir de entonces, y sin que a nadie parezca importarle lo más mínimo. Y es que el Mayo del 68, más allá de sus 31 días, terminó su tiempo dando la espalda al compromiso sobre el que había basado su nacimiento y caracteres, y abrazando una especie de anarquía donde todo valía y que, sin embargo, no nos llevaba a ninguna parte. Como el devenir de los años nos ha enseñado y nos enseña. La lectura ridícula, que realiza Fredrerick, de la crítica de la comprometida película de Germi La clase obrera… no deja lugar a las dudas. Mejor, piensa este hijo del 68, follar cuanto se pueda, con esa madre (Marie) que le cuida y arropa como a un hijo (es impagable la visita que hace a su boutique y su manera disimulada de espiar, como un chiquillo, a una clienta que, en esos momentos, está desvistiéndose en el probador), y esa puta-enfermera que se junta desesperadamente con todo aquello que se mueve y que, por fin, se ha enamorado de este insustancial hijo del 68, al que el compromiso le incordia como una piedrecita en el zapato.

Y si al final Fredrerick acaba comprometiéndose ante la insistencia de Veronique, pegando un portazo a las correrías (¡ese fugaz tránsito que los personaje de
Band Apart realizan al “comprometido” museo del Louvre), a la diversión-sin-más (tantos fragmentos del Free Cinema) que compusieron su paso por ese Mágico Mes de Mayo, no pensemos con ello en ningún clásico Happy End sino, más bien, en un punto-y-seguido que por lo que experimentamos en nuestras propias carnes no es ni mucho menos Final…, ni mucho menos Feliz.

PDs,-

(1) Y otra impagable enseñanza: La mamá y la puta, entre algunos otros títulos, nos hizo creer a muchos que el realizar una película estaba al alcance de cualquiera, de aquel o de aquella que se lo propusiera con relativa terquedad. Y que, a partir de ahí, todo era posible.

(2) Y una más: que me encantan las buenas y largas películas. Aquéllas en las que se siente al tiempo trascurrir mientras los más perezosos y agotados espectadores van abandonando lentamente sus butacas. Yo lo siento por ellos. De verdad.

(3) ¿O podría entenderse, acaso, el cine de Woody Allen sin
La mamá y la puta? ¿Esos paseos sobre el Hudson que al anochecer toman Woody Allen y Diane Keaton sin los encuentros a orillas del lago que realizan Frederick y Veronique?

(4) Y ahora sí, la última: pero sin olvidarnos que, como dijo aquél, mucho antes que el compromiso está siempre la honestidad.

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domingo, 23 de octubre de 2022

PLATÓN VIVE


En 2001, que ya ha llovido desde entonces a pesar del cambio climático, terminé de escribir un guión al que titulé
En la tierra prometida; el guión, como tantos guiones y tantas otras cosas no han llegado a realizarse... todavía, pero el guión terminaba de esta forma:

"(...) Los dos se abrazan sobre la toalla. En la playa reina la algarabia propia de esos momentos de felicidad absoluta.

En la banda de sonido vuelve a oirse el tema musical “Sé de un lugar” de Triana.

*** FIN***

EN LA TIERRA PROMETIDA”

Y como tampoco debe resultar complicado de intuir, en aquella época yo andaba muy enganchado con la música Triana, y en concreto y más allá de su archiconocida Tu frialdad, me encantaba Sé de un lugar. Y de hecho si me decidí a escribir el guón de En la tierra priometida fue porque esperaba poder introcucir en ella el tema de Triana, creando un evidente paralelismo entre mi tierra prometida y ese lugar mágico, perfecto e imposible, me temo, al que Triana se refiere con su canción.

Claro que después, y como tantos otros proyectos y como ya he adelantado, el guón encalló en el cajón de las ideas postergadas, no gustó lo suficiente, falló la financiación o no me acuerdo. El caso es que el proyecto no llegó a materializarse.

Pero el caso es que más de 20 años después, visionando las películas que optarán a los Premios José María Forqué, me he encontrado con la notable Girasoles silvestres, de Jaime Rosales, y cuál no sería sido mi sorpresa cuando comprobaba que la película de Rosales finaliza sobre un plano general en el que la estupenda Anna Castillo paseando con Alex, su pareja actual y con sus hijos, se alejan de cámara ¡bajo mismos acordes de Sé de un lugar!, de Triana.

¿Una casualidad? OK. La concedo. Pero no sin darle alguna vuelta de más. Por algo este blog se llama como se llama y por algo yo cada día estoy más convencido de los “tesoros” que guardaba la mente de Platón, el filósofo de la Grecia Antigua que defendía el Mundo de las Ideas, y al que luego Aristóteles se le puso enfrente y quiso ponerle en sus sitio.

Aunque sin lograrlo del todo… Y menos aún, definitivamente... O, por lo menos a mí, no habría acabado de convencerme la superioridad que el filósofo de Estagarita ostentaría sobre Platón a lo largo de muchos (¿demasiados?) siglos.

Porque tratando de explicarlo deprisa y corriendo el Mundo de las Ideas platónico sería Aquel Mundo donde los hombres tienen acceso a todo, absolutamente a todo. Y lo que habría ocurrido es que al pasar o caer desde ese Mundo de las Ideas a este Mundo Real, o sea, a nuestro Mundo el impacto habría sido tan brutal y tremendo que el ser humano se habría olvidado de todo, o mucha parte, de aquello que ya habría aprendido. Por ello, un recién nacido sería un ser ignorante y a medida que va creciendo NO ES QUE APRENDA SINO QUE RECUERDA LO QUE YA SABRÍA Y HABRÍA OLVIDADO.

Por eso para Platón aprender es recordar. Lo que no es cualquier menudencia porque, en un primer momento, el hombre, por muy listo que se crea, no inventaría nunca  nada sino que, simplemente, hallaría algo que habría perdido por culpa de su maltrecha memoria.

Esto me encanta. Porque la Educación, en este caso, se trataría principalmente, de aprender a recordar. Y a más Educación, más Aprendizaje y mayores y mejores Recuerdos. Y al homo sapiens se le bañaría con una capita de humildad y se le restaría buena parte de su albornoz de orgullo-aquí-estoy-yo. Porque ahora el que sabría más, sería simplemente el que más recuerda. Las Ideas no serían nuestras. Viven más allá de nuestros hogares y cerebros.

Picasso lo decía bien clarito: yo no invento nada; yo sólo encuentro. Porque, según él, y según Platón, y según yo mismo (modestia súper aparte) las ideas no pertenecen a  nadie. Ellas están en su prístino Mundo  y es nuestra labor traerlas a escena para que todo el Mundo pueda aprovecharse de Ellas sin que nadie pudiera reclamarlas como patrimonio suyo porque de ningún modo lo sería. Nadie se definiría como su autor. Y sí, y a lo sumo, como su recordador.

Por ello cuando vi la película de Rosales y desempolvé mi guión de En la tierra prometida supe que el empleo de la música de Triana no fue una creación que debiera atribuírseme, de igual forma que tampoco Rosales debería adjudicarse ninguna (original) paternidad. Terminar una película con las notas de Sé de un lugar sería alguna Idea escondida en algún rinconcito del platónico Mundo de las Ideas esperando que alguien algún día la recordara.

Yo me acordé de ella en 2001. Pero ahí me quedé: en el papel escrito. 20 años después Jaime Rosales ha conseguido ir más lejos. Ha rodado, montado y terminado su última película en la que, ahora sí, la canción de Triana suena y emociona a todos los oídos sensibles, y para que yo no me atragante de envidia. Simplemente la Idea estaba ahí y Rosales se habría dado más prisa para bajarla del Mundo de las Ideas, traerla a este Mundo nuestro para mejorar sus aptitudes y hacer de Él un Mundo que merezca, un poco más, la pena, que se parezca, un poco más, al idílico y magnífico lugar de Triana.


 
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viernes, 7 de octubre de 2022

JAZZ-ON FOREVER

Han sido tantos años que me faltan dedos para contarlos. Pero el esfuerzo nos “pone” y la prerseverancia es, sin duda, una de nuestras grandes virtudes. Quizás aunque no lo parezca sea la mayor de todas ellas: la cabezonería.

Que se lo pregunten sino a Gorka y Tato, alma mater, de este maravilloso proyecto que ayer jueves 6 de octubre, por fin, vio la luz bajo el bonito nombre de JAZZ-ON ARETOA, en la calle Urazurrutia, nº5, bajo, 48003 Bilbao, Vizcaya (tel. por si hace falta, 946790671), donde los lugareños de buena memoria recordarán que se situaba estación de autobuses que nos llevaba desde el Botxo a Donostia, y vicevesa.

Sí, ¿cuántos años han sido de esfuerzos, de sinsabores, de reuniones que parecían que no nos iban a levar a ninguna parte, vueltas en la cama e insomnios, etc.? Pero cuando algo se termina paree que los “malos rollos” se difuminan como por arte de magia y, ante nuestros ojos, solo queda el proyecto finiquitado, los sueños que de él podemos extraer. Tantos sueños como realidades.


La espera, el tiempo ha merecido la pena. Bilbao cuenta ya con un local dedicado en exclusiva al universo del jazz donde los buenos aficionados podremos disfrutar de excelentes conciertos (de esto se encargarán Tato y Gorka, sin duda).

Y el tiempo nos dará, además, la razón.. No podría hacerlo de otra manera. Cualquier otra actitud sería una flagrante injusticia. Porque con el JAZZ-ON podríamos recurrir, sin que no temblara, el pulsa  aquella mítica frase con la que definía al Halcón maltés, de la peli de John Huston, posiblemente esté hecho con el material con el que se tejen los sueños. Y ese material es indestructible.

Ayer el JAZZ-ON dio su particular banderazo de salida con la presentación de Perspectiwa, el último y soberbio trabajo de Malwina Masternak. Quienes tuvieron la fortuna de acudir al concierto saben que JAZZ-ON no se trata sólo de un exquisito y necesario capricho sino que, además, su único objetivo será perdurar mientras una nota de Mr. Miles Davis resuene en nuestros oídos. O de Coltrane. O de Monk. O de tantísimos otros y otras imprescindibles.

ACTUACIONES TODOS LOS JUEVES, VIERNES Y SÁBADO

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miércoles, 14 de septiembre de 2022

A BIENTÔT, MAÌTRE

El último maestro se nos ha marchado. Él era el ultimo cahier, el jefe y el último de aquellos jovenes salvajes y talentosos que cambiaron nuestra forma de ver el cine. Truffaut nos descubriría que existe un Hitchcock más allá de aquel "mago del suspense" con el que algunas mentes adormecidas querían hacernos comulgar. Rohmer nos trajo la comedia también mucho más allá de Hawks o Eustache nos regaló la incomparable La Mamain et la  Putain. Y así podríamos tirar hasta el infinito, el lugar que ahora, tened por seguro, ocupa Jean-Luc; el jefe, el que más sabía. El cine de antes y el de después le tiene a él marcando y custodiando la frontera. Quizás fuera un cascarrabias (¿quién no lo sería, hoy en día, después de salir de una sala de cine?), pero también ha sido y será irrepetible. Y como él mismo pedía en una de sus famosas boutades, quisiera ser inmortal y después morir. Sin duda, el jefe lo ha conseguido (¿o no es un jefe quien ha logrado filmar en 270 apabullantes minutos las Histoire(s) du cinema?)

Y si para muestra valiera un botón aquí os dejo con su particular y memorable adaptación de El  retrato oval, de Poe, que pusiera en imágenes en Vivre sa vie.



 

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martes, 13 de septiembre de 2022

LOS NEGOCIOS Y EL REGAAETON


Tengo un móvil que es una chapucilla. Apenas si cuesta 20€. Apenas si vale para llamar y recibir llamadas,… y enviar SMS, que no
Whatsapp. Pero a mí me vale. Bastantes líos tengo con otras cosas como para liarme aún más con un Smartphone que pienso que acabaría, definitivamente, por volverme loco.

Pero el caso es que una de las formas que sí tengo para conseguir que mis SMS resulten más cálidos y acogedores es insertar en ellos como coletilla final un pequeño emoticono. Aunque como mi móvil tampoco dispone de un gran surtido de ellos, he terminado por utilizar el “rostro que sonríe y guiña un ojo” que es, asimismo, una manera que tengo yo para saludar o despedirme de los amigos y conocidos;  una inocente inserción con la que espero (sé que es mucho esperar) alegrar el día a quien lo reciba.

Bueno, pues esto es y es a lo que voy, que desde hace algunos días estoy recibiendo los numerosísimos y  clásicos SMS de Movistar anunciándome sus distintos estrenos, promociones y ofertas pero…  ¡que finalizan con el mismo emoticono que me “guiña un ojo”!

Desconozco el motivo de esta nueva y burda “estrategia” de Movistar. Puede que se trate de hacerme la pelotilla. Puede que la súper multinacional de la comunicación trate de hacerse mi colega utilizando este recurso del "guiño". La verdad no tengo ni la más remota idea. Pero utilizar un detalle que metí sólo para despertar una sonrisa, como anzuelo para captar más clientes (en este caso, yo mismo) y, así, engordar sus ya abultadas cuentas de resultados, me resulta patético por su cándida grosería; propio de un equipo de comerciales que se afeitan y se arreglan con mucho cuidado, que tienen pelo para dar-y-regalarr y que, por las noches, aún se apuntan al botellón más potente y que más cerca les pille de casa. Sí,  los más "sesudos" brokers y la chavalería se dan la mano. Las finanzas y los juguetitos campan a sus anchas. Los negocios se perpetran al son del más marchoso regaaeton. Pero con unas consecuencias nada juveniles.


Así me parece que Movistar debería tener presente que yo tengo ya 57 tacos y que estas burdas añagazas me resbalan y me hacen pensar antes en manos de quién estamos o en manos de quién está este mundo cogido, antes que en apuntarme a la oferta. Creo que los amigos, o los clientes de verdad, deben hacerse de otra forma.

Pero yo no puedo evitarlo y me echo a temblar. Sin duda, mejor me vendría un abriguete con borreguito o, mejor todavía, una suculenta reducción en la disparatada cuota mensual que, religiosamente, abono a la susodicha compañía. Entonces seguramente el emoticono con “el rostro guiñando un ojo” sí que tendría algún sentido y me animaría a pensar que, de repente, vivimos en un mundo más adulto y razonable.  
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lunes, 5 de septiembre de 2022

DICE UN BUEN AMIGO MIO...

Para Juan

Bueno, dice o me lo decía el otro día que el mejor quinteto de jazz que ha habido en la Historia es The Quintet, el quinteto que, liderado por Miles Davis a la trompeta, claro, completaban Wayne Shorter con el saxo, Tony Williams (¡con 17 tacos!) a la batería, Herbie Hancock al piano y el no menos increíble, Ron Carter a los mandos del contrabajo.

Puede, ¿quién podría afirmarlo con exactitud?, que esto sea una simple boutade. Para gustos, me responderéis, están hechos los colores (y los sonidos, claro), pero yo no me andaría con demasiados rodeos sobre todo cuando tienes la ocasión de escuchar esta versión de Footprints que te deja como alelado, sin respiración. Hay sobre el escenario tanta seriedad, tanto talento, un solo apocalíptico e irrepetible de Wayne Shorter que, como bien me añadía mi colega que, además es un excelente trompetista, ¡no le des más vueltas, Toni! Esto es en lo que Davis andaba enredado a finales de los 60´ y todavía no ha sido superado.

Vosotros diréis después de escuchar la pieza. Yo sólo pegaré un telefonazo a mi amigo y le contestaré, de acuerdo, Juan,  tú ganas, ¿dónde tengo que firmar? 



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jueves, 18 de agosto de 2022

APRENDIENDO A ESCRIBIR (y II)


Me parece que a la anterior entrada sobre Aprendiendo a escribir (I) le faltaría una sibilina coda en la que muchísimos escritores patrios no reparan como se merece, bien porque no quieren o bien porque me temo que no saben, lo que me hace pensar que las cosas, a estos efectos literarios, nos vayan como nos están yendo; o sea, y según mi modesto punto de vista, de calamidad en calamidad, salvo honrosísimas excepciones. 

Por ello a esta sibilina coda yo la calificaría , directamente, como el terror que sienten los autores (o una amplísima mayoría de ellos, por lo menos) hacia todo aquello que suene a trascendencia como si, en lugar de ubicar esta trascendencia como aquello que hace que nuestro trabajo (y valga la redundancia) resulte trascendente y, por lo tanto, perdure en el tiempo (¿y no sería esto algo que todos los artistas quieren conseguir con sus obras?), la apartan en su lugar de un manotazo, asustados por la seriedad que parece llevar consigo la palabra; seriedad que no dudan ipso facto en asimilar (erróneamente, claro) con aburrimiento y con el coñazo más supino y duro.

Lo que no deja de parecerme una chorrada. Porque la intrascendencia siempre se ahoga en su propia intranscendencia, en su puro cortoplacismo, en la anécdota, en la, más o menos ocurrente, ocurrencia (y valga otra redundancia), en el slogan que sepulta a la idea, y que atinadamente denunciaba la brillante Susan Sontag, lo cual resultaría, además, de una facilísima comprobación acudiendo a las páginas de cualquier calendario. Lo que perdura, por un lado; de lo que no se acuerda ni dios, por otro. Y de mi cosecha añadiría un par de ejemplos ad hoc, para aclarar lo que aún está borroso.

Y, por ejemplo, si quisiéramos disertar sobre el juego, ¿adónde acudiríamos?, ¿a Los bingueros, aquella película de Ozores con Esteso y Pajares?, ¿o a El jugador, el relato que pergeñó en una agitada noche Dostoievski? Porque la primera el tiempo la habría colocado en la estantería de las mamarrachadas, y a olvidar cuanto antes. Pero, por el contrario, la novela del escritor ruso quedará siempre como algo atemporal (yo mismo me la acabó de comprar más de 100 años después de haber sido escrita). Sí, fácil es comprobarlo acudiendo a la presencia de la obra en el calendario. Vale, vale, de acuerdo me diréis. En este caso la calidad manda. No somos tan zoquetes. Los bingueros es intrascendencia en estado puro y El jugador, una novela como la copa de un pino porque, sin duda y entre otras virtudes, sus páginas son páginas trascendentes.

Pero yo ahora voy más allá. Sí, otra vuelta a la tuerca. Y lanzo al aire, como un guante que cualquiera pudiera recoger, una pregunta, ¿POR QUÉ? ¿Por que Los bingueros, y dejando aparte asuntos que pudieran relacionarse con la calidad, es la nadería que es, y El jugador, la obra maestra que es? Y no me cabrían prendas en reconocer que una parte importante de los motivos reside en que en la obra de Dostoievski, el juego es una excusa para contar algo que está más allá de los casinos y de las ruletas de juego. Sí, El jugador trasciende el juego, la anécdota, el Mac-Guffin hitchcockiano y, así, sus palabras, sus líneas y párrafos se hacen en su trascendencia universales. Mientras tanto, el juego, la anécdota en Los bingueros son el alma mater de la película y ésta no se desembaraza de ello por lo que no cuenta nada más que la anécdota. Los bingueros (¡como tantas y tantas obras españolas!) no "trascendentaliza" y su esencia (sic) queda en eso: en decenas de dimes-y-diretes, en una serie de gracietas que, dependiendo del estado de ánimo que llevemos encima, nos hará reír más o menos, pero al que el tiempo, ¡y que nadie lo dude!, acabará borrando y atizando una soberana patada-en-el-culo como único obsequio al que su triste intrascendencia se habría hecho acreedora.

William Faulkner, en el acto de recogida de su primer Premio Nóbel, allá por el año 50 del siglo pasado, pronunció unas palabras que se refieren a esta necesidad de trascendencia que debe tener, o aspirar a tener, cualquier obra de arte; unas palabras, sin desperdicio, que todo aquél que deseara aspirar a ser escritor (o artista, sin más) debería llevar tatuadas en la piel. No en vano el discurso está considerado uno de los mejores discursos escuchados durante la ceremonia del Nobel. Creo que el hombre, terminaba diciendo en él Faulkner aquel 10 de diciembre de 1950, no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque tiene un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia. El deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen el privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón, recordándole el ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la piedad y el sacrificio que han sido la gloria de su pasado. La voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y prevalecer. Esto es, prevalecer, perdurar, TRASCENDER.

Obviamente, el subrayado y las mayúsculas finales son cosa mía. Para que estéis atentos, más que nada ya que continuaré refiriéndome a Cita en Samarra, la primera novela de John O´Hara, con la que enredaba en la anterior entrada. Y a ella continuaré remitiéndome en esta sibilina coda echando, para ello, mano de la excelente introducción a la figura de John O´Hara y a su obra, que la Edición Planeta-Maestros Norteamericanos (IV) pone a nuestro alcance, y que durante los próximos días me propongo leer.

Porque la novela no se trata (todos los paréntesis son de mi cosecha), como a primera vista, pudiera parecer, de un cruce de asesinatos más o menos justificados (anécdota Intranscendente) sino "de la historia del encuentro de un hombre con la muerte" (trascendencia- recordemos el relato de Maugham que incluí en la anterior entrada). Luego, en la misma introducción se apunta "Muchos escriben como viven- intranscendentemente, diría yo; pero pocos sienten como escriben- trascendentemente". Y se añade al hilo de lo expuesto "La tragedia del hombre contemporáneo viene expresada siempre en un máximo de presencia (intranscendentemente, apuntillo yo) y un mínimo de significado (trascendente, re-apuntillo yo)". Y más todavía, "Vivir (intrascendentemente) devino más importante que el sentido de la existencia (trascendente) y morir (intrascendentemente) preocupa más que el sentido de la muerte (trascendente). Y todavía: "Frente a los meros narradores de fábulas o eventos propios y ajenos (más anécdotas intrascendentes), el (verdadero) escritor nos dará siempre su otra verdad, su biografía desde dentro (la trascendente). Al hacerlo así, no nos revela particulares intimidades que sólo a él conciernen (más anécdotas siempre intrascendentes), sino su universal condición humana (trascendente).

Y espero que con esto se me haya entendido un poco. o nos quitamos lo miedos y las vergüenzas de encima, y apelamos por la perenne trascendencia o seguiremos emborronando hojas y hojas sin mayor trascendencia que el ir afinando nuestros lanzamientos de bolas de papel al cesto de la basura donde, si por alguien no se había enterado todavía, las canastas no suben al marcador.





 

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