Me parece que el cine, como cualquier otra manifestación artística que se precie o, en nuestro lamentable estado de cosas, se "menosprecie", está bien asentado y sujeto a las circunstancias sociales en las que tiene lugar. Y me temo que, hoy en día, éstas no pintan, precisamente, bien. O por decirlo, o escribirlo a la tremenda, habría que reconocer la brutal y de proporciones aún, desconodidas que está adoptando este fenómeno al que muchos aluden como "deshumanización"; o, también con otras palabras, la progresiva (¡ay!) pérdida de valor que el ser humano está sufriendo en este mundo nuestro-de-cada-día, lo cual no dejaría de verse denunciado y reflejado, principalmente y por su amplia, y valga la redundancia, visibilidad, en los diferentes medios de comunicación que nos rodean, nos avasalan literal o virtualmente.
Aunque lo verdaderamente, y no tanto preocupante, sino lo siguiente, sería el hecho de que esta circunstancia a nadie parece importarle demasiado. Como si nadie se sintiera aludido por la afirmación, como si los deshumanizados, claro que estarían incrementando sus filas y asociados pero, de momento, a mí ni me toca ni me tocará semejante calificativo. Y son, entonces, los demás, los otros que yo no soy, los que deben apechugar con las consecuencias y los platos rotos.
Claro, las circunstancias más peligrosas y destructoras casi nunca se exponen a simple vista. Por algo esta vista es simple y el fenómeno, del que damos cuenta en esta entrada, tan increíblemente retorcido y sibilino como la más dañina y diminuta de las moléculas que habitan conforman estos mundos nuestros.
Por eso, y para resultar más claritos que un cuaderno nuevo, debemos recurrir a otros fenómenos que tendríamos más a mano, más sabidos y comprendidos, para poder entender aquellos otros menos sabidos y comprendidos, por su ya aludida "oscuridad" con la que, habitualmente, se presentan. Sí, la deshumanización por ejemplo.
Y de esta forma, para comprenderla mejor, quisiera echar mano del Cine como de ese otro fenómeno que todos conocemos y sobre el que todos tenemos algo que decir. Vamos, el Cine como el fútbol. Pero, ¿cómo relacionamos, entonces, esta deshumanización que nos corroe, y sobre la que muy poquitos parecen darse cuenta de la extremadamente peligrosa deriva que lleva, con el Cine, con el 7º Arte? Y responder a esta pregunta, sería el motivo que me ha hecho redactar las presentes líneas. Sí, ¡y que a ambiciosos no nos gane ni Blas!
Y procedería, en primer lugar, a una muy subjetiva, ¿cuál no lo sería?, división de los modos en que se nos presentan los relatos cinematográficos. Así, y en uno de los platillos de la balanza, tendríamos lo que podríamos llamar Cine de Argumento o Cine de Acción, ya que en él es la acción la que lleva y maneja la batuta. Casi podría admitirse que el resto de los ingredientes, con los que se cocina una película, no cuentan tanto como la Acción o cuentan menos que Ella. Es la Acción la jefa del cootarro. Ella ordena y manda. Y lo demás, díganse los Personajes, la Iluminación, la Música, el Diseño de Producción, donde incluiríamos el Decorado, el Atrezzo, el Vestuario, el Maquillaje, etc., se pliegan a sus dictados y obedecen sin decir ni "mu".
Y por dejarlo aún más claro que el más radiante día del verano, ¿a qué tipo de películas estaríamos refiriéndonos? Y por ejemplo citarís a cualquiera de las entregas de las que consta el célebre Indiana Jones. En ellas el argumento, el qué-me-cuentas, la obligación de pasar un buen rato a toda costa, se impone como el timón que guía la travesía. Y conste que no hablo ni de mejor ni de peor. Conste que sólo escribo que en esas películas (5 como 5 eran los lobitos: En busca del arca perdida, Indiana Jones y el templo maldito, Indiana Jones y la última cruzada, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal y la última, por ahora, Indiana Jones y el día del destino), es el Argumento, la Acción aquello que ordena y manda. Hasta el punto que el resto de atributos que producen, literalmente, la película en cuestión, quedan relegados muy, muy atrás, y los espectadores bien pueden, entonces, centrarse en una única cuestión, en esa Acción de marras que, si está lo suficientemente bien urdida y tramada, podrá comerse como plato único, porque los espectadores-comensales saldrán del cine con el estomago lleno y sus cabezas y sus bolsillos, satisfechos. No, no se ha perdido el tiempo. El dinero, el precio de la entrada, bien gastado está, bien invertido estuvo,
Entonces, ¿nos vamos aclarando o nos hemos perdido en el último cruce? No es complicado: Cine de Acción, y todos los elementos que conforman la película girando en torno a Ella, como si de un majestuoso Sol se tratara. Aunque luego nos queda, por omisión, el otro tipo de cine. Sí, el mismo al que anteriormente hemos aludido (muchos lo llaman así, luego no pretendo colgarme ninguna medalla) como Cine de Personajes. En este el centno de gravedad, sobre el que pivota la Película, no es tanto la Acción como los Personajes. Los Personajes, y los Actores que les prestan cuerpo (y alma) por supuesto son, ahora, en este tipo de películas el centro sobre el que giran el resto de elementos que conforman la mencionada película. ¿O no hemos oído muchas veces aquello de "una película realizada al servivio de...- y aquí poner el nombre del actor o actriz protagonista"- o "una película diseñada para mayor gloria de...- y aquí, lo mismo: poner el nombre del actor o actriz protagonista".
Y para aclararnos, con este segundo grupo, en el Cine de Personajes entrarían aquellas películas que, en el Hollywood de la época dorada, estaban al servicio del Star System. Por ejemplo, La reina Cristina de Suecia (Greta Garbo), La carta (Bette Davis), Alma en suplicio (Joan Crawford), Un lugar en el sol (Montgomery Cliff/Elizabeth Taylor), Rebelde sin causa (James Dean), Enamorarse (Meryl Streep/Robert De Niro), etc. y etc. Es decir, aquéllas en las que el Personaje (y repito para los que hayan llegado tarde, el Actor o la Actriz) es el elemento fundamental de la ficción, el motivo que hace que los otros elementos, Dirección, Cámara, Fotografía, Diseño de Producción, Vestuario, Montaje, Música, etc. y etc. se pongan en pie y a su lado.
Y es que en este Cine de Personajes, a diferencia de lo que ocurría en el Cine de Acción no importaría tanto lo que sucede, o sea el argumento, o sea la Acción, como a quién le sucede (a la Estrella, al Personaje claro) y cómo le afecta todos esto que le sucede. Y continuaríamos sin entrar en valoraciones. Nos seguimos olvidando de lo bueno y de lo mejor, de lo malo y de lo peor. Y nos centramos en lo que estas películas son, a efectos de la clasificación que queremos proponer: Cine de Acción, Cine de Personajes.
Así, por estos derroteros, escrito sea con todas las reservas a las que una clasificación tan amplia nos pueda arrastrar, se ha producido el Cine que hemos visto durante tanto años como un Siglo, el que tanto nos ha entusiasmado mientras ocupábamos una de las butacas frente a la gran pntalla de proyección. Entonces, aclarados, ¿no? Sí, pero, ¿a cuenta de qué nos hemos metido en semejante fregado, en semejantes clasificaciones?
Y me retrotriago a los inicios de la presente entrada. A la cuestión que la ponía en marcha. Y lo recuerdo: la deshumanización que, hoy en día, cabalga a sus anchas y que parece no tener otros visos, otros planes que crecer y crecer hasta... ¡¿terminar engulléndonos a todos sin darnos cuenta?! Y habría sido en la previsión de ser tachado de catastrofista, aguafiestas o abuelo-cebolleta por lo que habría recurrido a un espectáculo tan popular y conocido como es el Cine, para que Él nos muestre esa deshumanización que venimos sufriendo y no alberguemos, de este modo, duda alguna sobre su realidad, sobre que esta deshumanización es tan cierta como que a la noche le sigue el día.
Porque, ¿acaso no nos damos cuenta de que el Cine de Personajes, en estas jornadas que (mal)vivimos, ha sido literalmente engullido y triturado por el Cine de Acción?, ¿no acertamos a ver que, de esta manera, también el Cine se ha deshumanizado, que ahora es la Acción quien ordena y manda, maneja a los Personajes a su antojo como aquella corriente de agua zarandeaba y hundía en el fondo de una inofensiva corriente al Soldadito de Plomo, del gran Hans Christian Andersen?, ¿no vemos que los Personajes también se hunden en la Acción, sin que de Ella puedan beber más que el agua que terminará con sus vidas, dado el alocado, ingente, abusivo, trepidantísimo aluvión de acciones a las que deben enfrentarse y que les deja sin aliento; eso Sin aliento, como otro ejemplo de aquel Cine de Personajes que rindió pleitesía a un primerizo Richard Gere, y que pierde, por ello mismo, por el abrumador revoltijo de una-acción-detrás-de-otra en el que se ve envuelto, la fundamental alma, ese órgano con el que únicamente la Humanización puede ser corroborada?
Pero hoy, por desgracia, este Cine de Personajes parece haber hecho mutis por el foro. Claro no ha podría haber ocurrido de otro modo. La deshumanización lo ha desterrado a la isla más recóndita y desierta (y sin tesoro que valga). Y espero haberme hecho entender: lo habría dicho antes: hoy sólo importa lo-que-pasa, el presente siempre continuo y en vertiginosa continuidad. Y ahí se queda todo. ¿Y los Personajes? En el Cine de Acción no importan. ¿Y el Hombre? En la Vida parece que tampoco importa.
Y que nadie se rague demasiado las vestiduras (¿o sí?), porque en estas cruentas circunstancias el hombre sin importancia o sin atributos, robándole las palabras a Robert Musil, tendría aquello que se merece, aquello de lo que, deshumanizado y sin haberse enterado de la fiesta, se ha hecho acreedor: del Cine de Acción. Puro y duro. Del presente continuo. Del siempre-pasa-algo. Y aquí paz y después, gloria. O, ¿no asistimos una y otra vez, cuando hoy vemos una película, yo sí por lo menos, a una estrepitosa catarata de muchas cosas-que-pasan, y que arrastra a los Personajes y les deja detrás, en su vulnerabilidad (recordad que estarían jugando "fuera de casa", en el campo del Cine de Acción) de importar apenas como una parte de ese espectáculo, que hoy nos atruena los oídos bajo el imperio de la Acción? O, ¿qué es, por ejemplo, La doncella, la mltipremaida película del coreano Park-Chan-woo, más que un enorme y exagerado catálogo de situaciones que termina absorbiendo al Personaje, a la doncella en este caso, y aburriendo al apuntador ante ese aluvión de circunstancias que se nos viene y se nos cae encima, ante esa falta de verdaderos Personajes a los que hoy, como al Hombre verdadero, nadie parece echar en falta?
¡Claro, y qué dudas deberían cabernos! Por ahí podríamos situar uno de los motivos del éxito de este Cine de Acción o Cine de Argumento. Por su fiel concordancia con la misma deshumanización en la que vive y de la que vive, y a pesar- o por eso mismo- de las manifiestas e increíbles insuficiencias que muestra como cine, únicamente, de acciones, cine sin personajes, cine sin carnes ni huesos. ¿O qué son, si no, el Parque Jurásico, de Spielberg, o el mismo Batman firmado por Tim Burton, y no soy tan cruel como para citar su alucinante Charlie y la fábrica de chocolate, por recurrir a dos películas de indudable éxito comercial?
Y entonces, qué. ¿Nos cruzamos de brazos o buscamos un solución a semejante entuerto? Entre paréntesis dire´que ayer mismo, ¡casualidad, lo juro!, un hombre me comentó en la calle, a propósito de Oppenheimer, la flamante película candidata a todo en la próxima edición de los Oscar, y que yo aún no he visto, Toni, ¡es que pasan tantas cosas que me vuelvo loco!- las cursivas, mías, por supuesto. Sí, muchas cosas, amigo, un argumento endiablado. Sí, purito Cine de Acción. Y, llegados a este punto, yo propondría una auténtica entente cordiale. John Ford nos lo apuntaba. Más alto, quizá. Más claro, imposible. Decía, menos más, el sabio irlandés: una buena película es algo fácil de hacer.: sólo se trata de incluir a personajes simpáticos en situaciones interesantes.
Sí ésa es la clave: Cine de Acción o de Argumento (situaciones interesantes), pero ¡sin olvidarnos del Otro, del Cine de Personajes (personajes simpáticos)! Y así no sólo conseguiremos una buena película sino que, atendiendo a los Personajes, a los seres humanos, alcanzaremos un segundo objetivo, más importante aún si cabe, el más importante de todos en estos tiempos de zozobras humanas en el que vimos. Porque con ello habremos dado un paso decisivo hacia la recuperación de la maltrecha, pero imprescindible, humanización. Y además, y ya que parece que tanto insistimos en esto de los negocios y el diinero por encima de todo, a un precio más que razonable y asequible: el importe de una sencilla entrada de cine. Porque, ¡qué dudas deberían cabernos que apoyando este Cine Completo que propuganamos desde esta entrada: ese Cine de Acción que no se olvida del Cine de Personajes, y deshechando al Incompleto, al sólo Cine de Acción que no cuenta con los Personajes, habremos dado un importante impulso para que la Humanidad, que formamos entre todos, vuelva a estar de moda y resulte (ya que hablamos de cine) el más sonado taquillazo de la Temporada, un auténtico blockbuster con todas las de la ley!
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