Porque creo que, en contra de las opiniones más agoreras, la utilidad hoy en día de un cineclub es mayor de la que ha podido ser en cualquier otro momento de estos más de 100 años que el cine lleva entre nosotros. A simple “leída” puede parecer un poco descabellado este comentario, incluso producto de una mente alucinada por el más efectivo de los opiáceos. Pero trataré de defenderme. Como gato panza arriba, si es preciso.
Aunque confío en que no haga falta. Los gastos no me gustan. Al contrario, me asustan. No comparto su terco silencio. Claro, yo que hablo por los codos. Por eso espero que no necesite enseñar las uñas y, simplemente, pueda recurrir a un comentario en este mismo blog, en el que disertaba sobre I vitelloni, de Fellini y escribía, entre otras cosas, “Ved o volved a ver La strada”.
Porque ésa es una de las más preci(o)sas utilidades
de un cineclub: conseguir que mientras vemos una película,
al instante ya estemos pensando en ver o volver a ver otra. Porque, a
diferencia de las salas comerciales al uso, el cineclub predispone a los
espectadores que entran en él, y se van a enfrentar a la película que esa tarde
se proyecta, a un cierto y sagrado ejercicio de “comerse el tarro”, por decirlo
en plata.
Por eso escribía al principio de esta entrada que la utilidad de un cineclub es, hoy por hoy, más fundamental que nunca cuando pensar está más pasado de moda que las maracas de Machín . O si no, que alguien me “chive” otra actividad que nos ayude a eso, a pensar y con ello y, por si esto fuera poco, nos ayude también a disfrutar… Sí, no veo ningún dedo levantado… Así que, estando ya en familia, os diré que yo mismo después de I vitelloni, volví a ver La strada; y no contento con “E`arrivato Zampanó!” escuché, después, en youtube la Suite que Nino Rota compuso para la película. Toda una sobredosis de emoción en vena. Una gozada.
Así que, ¿todavía alguien se atrevería a sostener
que un cineclub no vale para nada, que está apolillado? Porque para que
nadie se quejara daría, todavía, un paso atrás. A chulo nadie nos va a ganar. Y
admitiría “pulpo” como animal de compañía. Porque el cineclub estaría tan desgraciadamente
apolillado como lo está ese darle “vueltas al tarro” durante estos tristes días
en que, “gracias” a los mass media, a
las redes sociales, tenemos tantísimos datos entre las manos que hasta se nos
olvida pensarlos. Vaya, que sólo “sabemos”
recitarlos como un interminable (y este sí, viejo) listín de teléfonos,
desconociendo las relaciones que existen entre esos números y los “diálogos”
que podemos establecer entre ellos y, sobre todo (the last but not the least), las metaenseñanzas (¡toma ya!) que
podemos extraer de estas relaciones.
Y si esto, en estos tiempos huecos como el tronco de
un alcornoque, no es “valer-para-algo”, que
baje Dios y nos lo diga a la cara mientras yo os deseo,
URTE
BERRI ON!!!
😄
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