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Para Norberto (él ya sabe porqué)
Cuando me han preguntado por mis directores de cine favoritos, cosa que tampoco han hecho tantas veces, tampoco mi opinión es tan “sagrada”, yo siempre he respondido que Alfred Hitchcock y Federico Fellini, y no precisamente por ese orden, sino sin orden ni concierto; o sea que lo mismo me da uno primero que otro, porque para mí los dos son “los más grandes”, los que “más grandes películas” han rodado a lo largo de sus carreras.
Pero por otro lado también he defendido siempre que una
gran película debe tener un gran final; un final que se recuerde y que no te importe volver a ver una y otra vez, disfrutándolo a tope. En este
sentido Fellini cumple con la regla. Los finales de Roma, El Casanova, 8 ½, Satyricon,
Los clowns, La strada, etc. etc. no tienen desperdicio. Y el nudo en la
garganta lo tienes garantizado mientras visionas esas secuencias o las revisas mil
veces si hace falta.
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Y es que el final de 39 escalones siempre me ha tocado la fibra como pocas cosas lo han hecho, con el fantástico personaje de Mr. Memory, un buen hombre, un profesional que trabaja en un
espectáculo de variedades gracias a su prodigiosa memoria y en cuya cabeza la organización
de espionaje llamada, precisamente, los 39
escalones ha introducido unos informes secretos, haciéndoselos memorizar, para evadirlos, inocentemente, junto a su persona de Inglaterra.
Sin embargo la Policía, persiguiendo al clásico culpable-inocente
de Hitchcock, acordona el teatro y el tiroteo con los espías
termina matando a Mr. Memory. No obstante, mientras el hombre expira es
preguntado por los 39 escalones a lo que como el impecable
profesional que es, responde que se trata de una organización de espías que pretende evadir de Inglaterra importantísimos secretos militares. Dicho lo cual,
orgulloso, pregunta, ¿es correcto, señor? A lo cual, tras elogiar su sorprendente memoria, Robert Donat responde que sí. Y Mr. Memory sonríe, le da las gracias y muere… Sin duda, a Mr. Memory su arte le cuesta la vida. ¡Quién da más!
Sí, me encanta, y cada vez que lo veo, me digo que ese final de los 39 escalones quizás sea el mejor final de Hitchcock, el que más me gusta; y seguro que el que más me ha emocionado desde que lo vi por primera vez... hace ya un porrón de años.
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