Y por lo que a mí respecta poco más que añadir. Apenas un par de cosas. Rendir mi más sincera admiración hacia el hombre que se metió entre las doce cuerdas ¡6 veces contra el gran Sugar Ray (quizás, al decir de muchos entendidos, el mejor boxeador de todos los tiempos)!, saliendo victorioso en una de esas peleas y recibiendo una monumental paliza en la última, conocida en los mentideros boxísticos como La matanza del día de San Valentín, y donde Jake, que había jurado aguantar a Sugar Ray 10 asaltos, consiguió que fueran
Ahora ya podrá discutir con Sugar Ray todos los pormenores de esas seis peleas, y todo aquello que más les apetezca. Porque prisas, ninguna. ¿Y tiempo?, todo el del mundo. Allá donde están el “gong” ya no volverá a sonar. Y si lo hace acaso sea para anunciar que la comida está, puntualmente, servida.
En 1980 Scorsese y De Niro rodaron Toro salvaje, una película que se basaba en la autobiografía de Jake. Para muchos, entre los que me cuento, una de las grandes películas de todos los tiempos y, posiblemente, la mejor de las que ha rodado Scorsese. Con ella bajo el brazo Jake podrá presumir ante Sugar Ray. A este nunca la vida le hizo semejante regalo, y si se le recuerda para siempre es sus increíbles e inigualables cualidades sobre el cuadrilátero del noble arte; a Jake sin embargo, más modesto, los buenos aficionados lo retendremos por su coraje, por su terquedad en mirar y en tirar siempre hacia delante, y porque un día un par de jóvenes americanos quisieron inmortalizarle sobre el celuloide y nos ofrecieron la que es también la mejor película que existe sobre el boxeo, con unos créditos iniciales al son del Intermezzo de la Cavallería rusticana, que para qué os cuento (sí, mejor os adjunto el enlace).
RIP, champion, dejó escrito Robert De Niro cuando supo la noticia del fallecimiento de Jake LaMotta. Me apunto. Y este fin de semana volveré a ver y a disfrutar con Toro salvaje. Sin duda que Jake se lo merece.
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