
Harto estoy de que nadie se
caiga del guindo. Como si los “popes municipales” de la cultura pusieran el
precio a las entradas de los espectáculos en general porque a alguien, que
pasaba por ahí, se le ocurrió decir “tanto” y todos, como borregos, hubieran
asentido:, “¿tanto?, de acuerdo muchachos, tanto”.
Y esto lo saco ahora a cuenta
de los 65 euracos que hubo que pagar por escuchar en el Teatro Arriaga...