
Para mí hablar de Perico
Fernández es traerme al recuerdo, y como por arte de magia, la figura del
boxeador tailandés Suansak Muangsurin, el púgil al que se le terminó apodando
la “Sombra del Diablo”. Y con toda la razón. No era para menos. Si el Diablo se
hubiera dedicado al noble arte de las doce cuerdas su estampa no hubiera
diferido...