
Juro que no iba a escribir
nada. Como me pasó con el caso del Nóbel al bueno de Dylan que, al final, la
“montará”, como tiene que ser, como siempre ha sido él: un bicho raro y único.
Y que se lo pregunten si no a cualquiera que le conozca de primera mano. A Sam Peckinpah, por ejemplo, aunque ya no esté aquí entre nosotros y
tengamos que recurrir a las crónicas del rodaje de Pat Garrett y a las hemerotecas.
Pero...