El pasado sábado 30 de abril el
gigante Aimar Olaizola sufrió la que, posiblemente, haya sido su derrota más dolorosa
en los casi 20 años que lleva batiéndose el cobre por todos los frontones de
Euskadi y alrededores. Esa tarde el joven (aún no ha cumplido 20 años) pelotari
de Arana, Iker Iribarría le apeó del Campeonato Manomanista derrotándole 22-14.
Fue la suya una victoria incontestable. Y la derrota de Aimar, una derrota sin
paliativos, una cruenta bofetada que no tuvo la más mínima réplica. El
campeonísimo, ¿o cómo habría que llamar a un portentoso y gigantesco pelotari,
uno de los más grandes, que atesora las txapelas del Manomanista de 2005, 2007,
2012 y 2013, del 41/2 de 2002, 2004, 2005, 2008, 2011, 2012 y 2013, y del
Campeonato de Parejas de 2008, 2011 y 2016: ¡14 txapelas, en total!?, claudicó
en el Labrit, sacudió sorprendido la cabeza, y después de felicitar al vencedor,
se retiró tambaleándose
(anímicamente, claro) al túnel de vestuarios.
Allí el gigante se sentaría
en el banco, frente a las duchas, y repasaría, seguramente, el partido recién
finalizado. Sí, había recibido una paliza en toda regla. Y no tanto por el
resultado final (habría cosechado anteriormente resultados más abultados en
contra) sino por las casi nulas posibilidades de triunfo que presentó a lo
largo del encuentro. Y esto sí que le habrá cogido desprevenido. Porque si por
algo se ha distinguido Aimar a lo largo de su carrera es por ese espíritu de
“donde pongo el ojo pongo la bala”, tan arraigado al sobrenombre por el se
conoce, el Becadero de Goizueta, por
ese carácter de killer que le ha
hecho ser un deportista tan singular como el “1” , admirado y temido, a partes
iguales, en todos los frontones donde se ha presentado a jugar a mano. Y en los
vestuarios del Labrit, mientras el killer
no encontraba aún consuelo ni respuesta a lo que acababa de ocurrirle, la
tierra empezó a moverse. Es lo que sucede cuando un gigante se tambalea. Aunque
sólo mida un metro ochenta y tres.
Pero, ¿tan fuera de
pronósticos ha sido lo ocurrido ese 30 de abril en Pamplona? Y quizás, si fuéramos
cuidadosos con nuestras respuestas y repasáramos alguno de los últimos partidos
de Aimar, pudiéramos deducir que lo que parecía imposible, no sólo, es posible
sino que entra con todas las garantías “dentro de los pronósticos”.
A mí, y ya sé que es muy
fácil escribirlo ahora, después de la hecatombe del 30 de abril, pero a mí,
decía, la mosca ya me empezó a zumbar los oídos el 4 de mayo de 2014. Hace 2
años. Aquel día se jugaba en el Frontón Bizkaia la Final del Campeonato de
Parejas, Olaizola y Aretxabaleta contra Irujo y Barriola. Resultado final, 22-13 a favor de Irujo pero lo
que más llamó mi atención fue la desidia que mostró Aimar durante el partido,
como si su irrenunciable espíritu de killer
se hubiera tomado unas inesperadas vacaciones. Pero como el mejor escribano
hace un borrón y todos somos humanos pensé que a un mal día cualquiera tiene
derecho.
Pero en Donosti, apenas un
mes después, Retejí Bi le eliminó del Manomanista 2014 con un contundente
22-11. E Irujo le ganaba la
Final del 41/2 en Bilbao, el 14 de diciembre, por un más que
ajustado 22-17. Pero el killer seguía
de vacaciones. Y las yugulares de sus víctimas, sanas y salvas.
Y el 2015 no empezó con
mejores augurios para el bueno de Aimar. El Campeonato de Parejas lo disputa
con Beroiz y ¡no pasan de la liguilla de cuartos de final! El emergente Urrutikpetxea
le gana la final del Manomaniista en Bilbao, 22-17 y en el 41/2 vuelve a perder contra Irujo, el 15 de noviembre de
2015, 22-6. Otro severo correctivo.
Y, por fin, 2016. Aimar gana
con Urrutikoetxea el Campeonato de Parejas derrotando a Rezusta e Irujo, que
tuvo que retirarse por lesión en uno de sus dedos, cuando el marcador les
favorecía 16-10. Todo parece haber vuelto a su sitio. Aimar , en lo más alto
del podio y con la txapela sobre su cabeza. Ha disputado un campeonato más que
solvente y se dispone, con la 14ª txapela en el zurrón y con la moral
recuperada, a afrontar el Manomanista. Mientras nadie parece querer reparar en
el papel que Urrutikoetxea ha jugado en la consecución del Campeonato. Cierto
es que ha disputado el Parejas ocupando los cuadros largos del frontón pero el
gerriko colorado que distingue al vigente Campeón del Manomanista parece que le
da alas. Juega y se mueve por el frontón como los ángeles. Maneja los ritmos
del partido a su antojo. Sabe acortar el frontón situándose al borde del cuadro
4 y enseñar toda suerte de sotamanos, aires y boleas que imprimen a los tantos
una velocidad endiablada. De esta forma, sin duda, es más fácil jugar y…
rematar. Seguro que Aimar lo sabe.
Y por eso el 30 de abril de
2016, cuando debuta en la edición del Manomanista de este año, ¡jugando él
solo!, sabe que la prueba va a ser de fuego. Frente a él Iribarría, que viene
de sacar, literalmente, a pelotazos al otrora prometedor Juanarena, ¡22-2! Y el
killer no está acompañado. Tiene 36
años (hace 37 en noviembre). A lo largo de su carrera ha pasado a muchos
jóvenes por su rodillo particular. Pero ahora lleva tiempo, sí, desde aquel 4
de mayo de 2014, según mis cuentas, moviéndose en la cuerda floja. Puede que lo
que pasó el sábado 30 de abril no se lo esperaba nadie, ¿o sÍ lo esperábamos, aunque
nos dolía dar crédito a nuestras sospechas? Y, como algunas películas del no
tan Far West deberían habernos enseñado
siempre llega por el fondo de la calle algún joven pistolero más rápido que el
gigante, aún con su metro ochenta y tres, pero cansado killer, que aguarda confiado en su despacho bajo sus bien ganadas y
gloriosas 14 txapelas…
Y la pregunta se impone. ¿qué
hará ahora el gigante después de que la tierra haya temblado también bajo sus
pies?
Hola, soy el seguidor de tu blog. Me gustaría decirte que sería igualmente interesante alguna opinión sobre Mikel Goñi. Un panzer dentro y fuera de la kantxa.
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