Y todo se me ha venido a la cabeza mientras leía ese bonito poema de Sánchez Rosillo que se llama Las palabras que he escrito y he pensado al momento en Lou Reed (¡siempre él!) y
en esa increíble canción que se titula My
House, porque en ambos, en el poema y en la canción, se habla de "casa" y encuentro un sosiego, una generosidad, una paz de
domingo similares; un encontrarse a gusto consigo mismo y con los demás, con ese instante increíble al que nada pedimos porque nada le falta.
Primero, el poema:
Las palabras que he escrito no son mías,
aunque también a mí me pertenezcan.
Yo escuché, y dije luego
con mi voz y a mi modo lo que oí.
Qué raro patrimonio.
Al fin y al cabo, soy
un indigente rico, un rico pobre.
Y esta hacienda pequeña que es tan grande
nadie me la disputa
y hasta se me atribuye con frecuencia
su entera propiedad.
Hace ya muchos años que trabajo
con ilusión en ella,
y desde que la cuido procuré
esparcir a su tiempo la semilla
en surcos bien dispuestos.
Y en medio de los campos, poco a poco,
levanté como supe con mis manos
esta casa que veis.
No es suntuosa, desde luego, pero
podrá encontrarse acaso
alguna estancia en su interior que sea
cálida y habitable.
Intento en lo posible mejorarla
y le voy añadiendo
de tarde en tarde alguna dependencia.
Se halla a disposición de todo el mundo;
en verdad es de todos.
No hay aquí cerraduras; siempre están
las puertas bien abiertas.
Y ahora la canción. Vosotros diréis.
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