jueves, 28 de junio de 2012

LOS LUGARES COMUNES (Y EL FÚTBOL)


LOS LUGARES COMUNES (Y EL FÚTBOL)

No me hacen gracia los lugares comunes. Ya sé que, posiblemente, no sea esa su intención, o sea, la de hacer reír pero, aún y así, no me hacen ninguna gracia. Casi me incomodan. Me resultan desmoralizantes porque, en el fondo (o no tan al fondo), son un signo inequívoco de pereza mental. De no pensar porque no nos da la gana. Y este blog es, quizás y por encima de cualquier otra cosa, un blog contra los lugares comunes. Ellos podrían atribuirse el rol de enemigo a batir. Porque no sólo son mentiras disfrazadas de verdades sino que son mentiras que, en virtud de ese disfraz (o sea, de la costumbre, de la pereza mental a la que aludía antes), nadie se atreve a poner en duda. ¡Y yo quisiera dudar de una mentira!

Pongo un ejemplo para que se me entienda. Hablaba antes de “enemigo a batir”, y a cuenta de que se está disputando la Eurocopa de Polonia y Ucrania, hablando, por una vez, de fútbol y del partido de semifinales que España disputó ayer contra Portugal y que, en este país, vio todo el mundo, incluso los que dicen que no lo vieron, me choco de frente contra un perfecto caso de “lugar común”. El partido, ya se sabe, se resolvió en la tanda de penaltis. Y el fútbol es un magnífico manual de lugares comunes. Uno de los mejores. ¿No escuchamos hasta el hartazgo que la tanda de penaltis es una lotería? Y nadie dice nada. Alucino. Ya que si esa mentira fuera verdad y no una verdad disfrazada, supongo que los equipos no pondrían pegas a elegir entre la cara y la cruz de una moneda y tirarla después al aire. Quien hubiera acertado, a la final. Y el que fallara en su predicción, para casa. Y punto y pelota.

Y sin embargo me temo que ninguno de los dos equipos aceptaría semejante arreglo. Los dos querrían tirar los penaltis porque saben que decidir el ganador tirando una moneda al aire SÍ ES UNA LOTERÍA, pero la tanda de penaltis NO. EN LA TANDA DE PENALTIS GANA EL MEJOR, el que dispone de mejores lanzadores, el que elige los más adecuados según su estado de forma física y psíquica, el que mejor dispone el orden en que esos lanzadores tirarán sus respectivos penaltis o el equipo que cuenta con el portero más experto o más lúcido para esos cruciales momentos y, en fin, de OTRO MONTÓN DE PEQUEÑOS DETALLES (incluso de la portería sobre la que se ejecutan los penaltis o de si has elegido ser el primero o el segundo en chutarlos- ¿acaso no elige siempre Nadal ceder el saque al adversario para empezar él restando? UN POCO O UN MUCHO PERO TODO CUENTA).

Y termino. La semifinal de España contra Portugal se decidió en la tanda de penaltis. Y los penaltis clasificaron a España para la final del domingo. Y no, no fue un asunto de suerte o de loterías (del Estado). Simplemente España fue mejor en esa faceta última del juego. O cometió menos errores que el contrario. O no tan graves. Porque Portugal se enredó en uno bastante gordo. O, al menos, así lo creo yo. Dejó que Ronaldo tirara el quinto penalti de la tanda. El quinto, el decisivo (¿ah, Ronaldo, el engreído, el que quiere el Balón de Oro por encima de todo y de todos- ¿está Messi por ahí?) porque el quinto penalti siempre vale para algo: para ganar el partido, para perderlo o para empatar y seguir tirando más penaltis. Siempre vale para algo pero SI SE TIRA porque es un lanzamiento que puede no tirarse. Que fue lo que pasó. Y pregunto, ¿qué hubiera ocurrido si el mejor lanzador de Portugal, o sea Ronaldo, hubiera tirado el primer penalti, más discreto y sin tanto bombo como el quinto? España había iniciado la tanda. Y Xabi Alonso falla el primer lanzamiento. Si Ronaldo hubiese sido el primero, hubiera chutado y marcado, posiblemente, el resto de los lanzamientos no habrían sido lo mismo. ¿Quién sabe? Quizás España se hubiera descentrado y Portugal hubiera alcanzado la final. Nunca podrá decirse. Pero el caso es que Portugal y Ronaldo cometieron un error. Y los errores se pagan. Y España está en la final. ¿Suerte, lotería? ¡Por favor, seamos serios y… menos comunes!


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jueves, 21 de junio de 2012

DIVINO TESORO: LO FÁCIL Y LO DIFÍCIL


Que se me permita inaugurar este blog con una (inofensiva, espero) autorreferencia. Y es que hace apenas un par o tres semanas se ha publicado el libro Divino Tesoro. Casi un ensayo contra la juventud en el que he estado trabajando casi tres años. El ensayo va, de momento, por buen camino y eso que, como escribo en la contraportada y parafraseando la canción, “corren malos tiempos para la lírica”. Pero qué le vamos hacer. Nunca seremos dueños del tiempo. Ni debemos nunca pretender serlo, porque me temo que, en ese caso, el fracaso más doloroso aporrearía nuestras puertas y no nos dejaría dormir en paz. Incluso, se me ocurre, si el más avezado relojero rompiera su más preciado cronómetro con la intención de frenar el tiempo y después se sentara a esperar vería que, al cabo de unas horas, el cielo se ha oscurecido y que a él le han entrado unas tremendas ganas de cenar.

Así que, de momento, me soporto por el buen camino de las ventas. Ya no podré incluirme en aquel viejo chiste que contaba cómo dos amigos se reencuentran después de muchos años sin verse y uno le dice el otro:

- ¡Coño, tío, cuánto tiempo! ¿Qué haces?

- No gran cosa- responde el segundo- Escribí una novela.

- Ah, sí, ya la compré.

- ¡Ah, fuiste tú!

Pues bueno, esto parece que no va a ocurrirme aunque tampoco parece que vaya a convertirme en un Tolkien a la española. Aunque tampoco ésa era mi intención. De hecho el libro tiene su pequeña dificultad. No es, digámoslo ya, un libro de lectura fácil y rápida. Abundan, por ejemplo, las frases largas. Y los paréntesis. Algunos me han comentado, incluso, que han optado por saltárselos. Ellos se lo pierden. Porque a mí los paréntesis me gustan, y son importantes. Cumplen una función. Vienen a representar la figura de un Pepito Grillo que estuviera sobre mis hombros y me quisiera añadir una coletilla a aquello que escribo o que trato de explicar. De tal manera que animo al lector, que abra mi ensayo, a leer las frases con paréntesis dos veces: una, con el paréntesis y la otra, sin él. Con lo que la lectura del ensayo será más lenta y reposada, que fue una de las intenciones que tuve al redactarlo. Nada de prisas. ¡Huyamos de las precipitaciones y de los juicios atolondrados! No caigamos en los tiempos jóvenes y nos rompamos la crisma por no haber sabido mirar, antes, a los lados. Sí, quizás éste pudiera ser un buen resumen del libro. Sí, y quizás sea ésta también una de las razones por las que abundan las frases (intencionadamente) enrevesadas. Para que el libro cueste… leerlo (comprarlo, no: vale 12€). Porque yo, por lo menos, estoy harto de lo fácil. Porque, en este mundo, lo fácil es mentira. Lo fácil es el opio del pueblo. Lo fácil es Sálvame de luxe. Lo fácil es decir, fútbol es fútbol y quedarse tan ancho. Yo me quedo con Goethe. Y así puedo terminar esta primera incursión blogera con aquella leyenda (urbana) que cuenta que el escritor alemán siempre daba a leer a su doncella aquello que había terminado de escribir y después le preguntaba:

- ¿Qué le ha parecido?

Y ella contestaba:

- Muy claro, Herr Goethe, está todo muy claro.

A lo que el genio alemán decía:

- Está bien. Entonces habrá que oscurecerlo un poco.

Y así he escrito Divino Tesoro. Con la intención de que no todo esté claro desde el principio. Porque, ¿de dónde nos habrá venido esa arrogante manía de querer entenderlo todo a la primera y de pensar, a continuación, que si no lo hemos logrado es que lo incomprendido es, en el fondo, una tontería que no tiene la mínima importancia?

Una pausa y al loro.
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miércoles, 20 de junio de 2012

UNA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS… Y FINALES

De lo se trata en este blog es de comerse, pura y llanamente, el tarro; una invitación a pensar. Por eso podría ser también un anti-blog, o un contra-blog. Como una alarma que se dispara y suena contra los cacos. Contra los frívolos, o contra los que piensan que 2+2 siempre suman 4. Éste será nuestro reto, porque las circunstancias nos lo están poniendo bastante difícil: pensar y discurrir (y discutir también, ¿por qué no?, acaloradamente a ser posible) sobre TODO lo que ocurre a nuestro alrededor. Será nuestro particular "Renacimiento". Y hacerlo con sentido, con mucho sentido. Y esto nos diferenciará de otros blogs, tertulias radiofónicas, o espacios televisivos sólo aptos para echarse una insustancial cabezada. Cualquier línea u opinión valdrá la pena, si merece la pena. Y eso es algo que sólo tú podrás decidir. Una gran responsabilidad que, quizás, Poe te ayude a resolver. En las primeras páginas de su estupendo Los crímenes de la Rue Morgue nos dice: "Del mismo modo que el hombre fuerte disfruta con su habilidad física, deleitándose en ciertos ejercicios que ponen en acción sus músculos, el analista (o sea nosotros) goza con esa actividad intelectual que se ejerce en el hecho de desentrañar."

¡Desentrañemos, entonces! ¡Y seamos irreverentes, osados, originales! ¡Que el "lugar común" sea el plácido destino adonde nunca se nos ocurriría viajar! ¡Demos otra vuelta a la tuerca y despertemos a los que a pesar de tener los ojos muy abiertos están, aún, profundamente dormidos! Y que la salud (mental) nos acompañe. Este planeta nos lo está pidiendo a gritos.


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