LOS LUGARES COMUNES (Y EL FÚTBOL)
No me hacen gracia los lugares comunes. Ya sé que,
posiblemente, no sea esa su intención, o sea, la de hacer reír pero, aún y así,
no me hacen ninguna gracia. Casi me incomodan. Me resultan desmoralizantes
porque, en el fondo (o no tan al fondo), son un signo inequívoco de pereza
mental. De no pensar porque no nos da la gana. Y este blog es, quizás y por
encima de cualquier otra cosa, un blog contra los lugares comunes. Ellos
podrían atribuirse el rol de enemigo a batir. Porque no sólo son mentiras
disfrazadas de verdades sino que son mentiras que, en virtud de ese disfraz (o
sea, de la costumbre, de la pereza mental a la que aludía antes), nadie se
atreve a poner en duda. ¡Y yo quisiera dudar de una mentira!
Pongo un ejemplo para que se me entienda. Hablaba antes de “enemigo
a batir”, y a cuenta de que se está disputando la Eurocopa de Polonia y Ucrania,
hablando, por una vez, de fútbol y del partido de semifinales que España
disputó ayer contra Portugal y que, en este país, vio todo el mundo, incluso
los que dicen que no lo vieron, me choco de frente contra un perfecto caso de
“lugar común”. El partido, ya se sabe, se resolvió en la tanda de penaltis. Y
el fútbol es un magnífico manual de lugares comunes. Uno de los mejores. ¿No
escuchamos hasta el hartazgo que la tanda de penaltis es una lotería? Y nadie
dice nada. Alucino. Ya que si esa mentira fuera verdad y no una verdad
disfrazada, supongo que los equipos no pondrían pegas a elegir entre la cara y
la cruz de una moneda y tirarla después al aire. Quien hubiera acertado, a la
final. Y el que fallara en su predicción, para casa. Y punto y pelota.
Y sin embargo me temo que ninguno de los dos equipos
aceptaría semejante arreglo. Los dos querrían tirar los penaltis porque saben
que decidir el ganador tirando una moneda al aire SÍ ES UNA LOTERÍA, pero la
tanda de penaltis NO. EN LA TANDA DE PENALTIS GANA EL MEJOR, el que dispone de
mejores lanzadores, el que elige los más adecuados según su estado de forma
física y psíquica, el que mejor dispone el orden en que esos lanzadores tirarán
sus respectivos penaltis o el equipo que cuenta con el portero más experto o
más lúcido para esos cruciales momentos y, en fin, de OTRO MONTÓN DE PEQUEÑOS
DETALLES (incluso de la portería sobre la que se ejecutan los penaltis o de si has
elegido ser el primero o el segundo en chutarlos- ¿acaso no elige siempre Nadal
ceder el saque al adversario para empezar él restando? UN POCO O UN MUCHO PERO
TODO CUENTA).
Y termino. La semifinal de España contra Portugal se decidió
en la tanda de penaltis. Y los penaltis clasificaron a España para la final del
domingo. Y no, no fue un asunto de suerte o de loterías (del Estado).
Simplemente España fue mejor en esa faceta última del juego. O cometió menos
errores que el contrario. O no tan graves. Porque Portugal se enredó en uno
bastante gordo. O, al menos, así lo creo yo. Dejó que Ronaldo tirara el quinto
penalti de la tanda. El quinto, el decisivo (¿ah, Ronaldo, el engreído, el que
quiere el Balón de Oro por encima de todo y de todos- ¿está Messi por ahí?) porque
el quinto penalti siempre vale para algo: para ganar el partido, para perderlo
o para empatar y seguir tirando más penaltis. Siempre vale para algo pero SI SE
TIRA porque es un lanzamiento que puede no tirarse. Que fue lo que pasó. Y
pregunto, ¿qué hubiera ocurrido si el mejor lanzador de Portugal, o sea
Ronaldo, hubiera tirado el primer penalti, más discreto y sin tanto bombo como
el quinto? España había iniciado la tanda. Y Xabi Alonso falla el primer lanzamiento.
Si Ronaldo hubiese sido el primero, hubiera chutado y marcado, posiblemente, el
resto de los lanzamientos no habrían sido lo mismo. ¿Quién sabe? Quizás España
se hubiera descentrado y Portugal hubiera alcanzado la final. Nunca podrá
decirse. Pero el caso es que Portugal y Ronaldo cometieron un error. Y los
errores se pagan. Y España está en la final. ¿Suerte, lotería? ¡Por favor,
seamos serios y… menos comunes!