miércoles, 14 de septiembre de 2022

A BIENTÔT, MAÌTRE

El último maestro se nos ha marchado. Él era el ultimo cahier, el jefe y el último de aquellos jovenes salvajes y talentosos que cambiaron nuestra forma de ver el cine. Truffaut nos descubriría que existe un Hitchcock más allá de aquel "mago del suspense" con el que algunas mentes adormecidas querían hacernos comulgar. Rohmer nos trajo la comedia también mucho más allá de Hawks o Eustache nos regaló la incomparable La Mamain et la  Putain. Y así podríamos tirar hasta el infinito, el lugar que ahora, tened por seguro, ocupa Jean-Luc; el jefe, el que más sabía. El cine de antes y el de después le tiene a él marcando y custodiando la frontera. Quizás fuera un cascarrabias (¿quién no lo sería, hoy en día, después de salir de una sala de cine?), pero también ha sido y será irrepetible. Y como él mismo pedía en una de sus famosas boutades, quisiera ser inmortal y después morir. Sin duda, el jefe lo ha conseguido (¿o no es un jefe quien ha logrado filmar en 270 apabullantes minutos las Histoire(s) du cinema?)

Y si para muestra valiera un botón aquí os dejo con su particular y memorable adaptación de El  retrato oval, de Poe, que pusiera en imágenes en Vivre sa vie.



 

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martes, 13 de septiembre de 2022

LOS NEGOCIOS Y EL REGAAETON


Tengo un móvil que es una chapucilla. Apenas si cuesta 20€. Apenas si vale para llamar y recibir llamadas,… y enviar SMS, que no
Whatsapp. Pero a mí me vale. Bastantes líos tengo con otras cosas como para liarme aún más con un Smartphone que pienso que acabaría, definitivamente, por volverme loco.

Pero el caso es que una de las formas que sí tengo para conseguir que mis SMS resulten más cálidos y acogedores es insertar en ellos como coletilla final un pequeño emoticono. Aunque como mi móvil tampoco dispone de un gran surtido de ellos, he terminado por utilizar el “rostro que sonríe y guiña un ojo” que es, asimismo, una manera que tengo yo para saludar o despedirme de los amigos y conocidos;  una inocente inserción con la que espero (sé que es mucho esperar) alegrar el día a quien lo reciba.

Bueno, pues esto es y es a lo que voy, que desde hace algunos días estoy recibiendo los numerosísimos y  clásicos SMS de Movistar anunciándome sus distintos estrenos, promociones y ofertas pero…  ¡que finalizan con el mismo emoticono que me “guiña un ojo”!

Desconozco el motivo de esta nueva y burda “estrategia” de Movistar. Puede que se trate de hacerme la pelotilla. Puede que la súper multinacional de la comunicación trate de hacerse mi colega utilizando este recurso del "guiño". La verdad no tengo ni la más remota idea. Pero utilizar un detalle que metí sólo para despertar una sonrisa, como anzuelo para captar más clientes (en este caso, yo mismo) y, así, engordar sus ya abultadas cuentas de resultados, me resulta patético por su cándida grosería; propio de un equipo de comerciales que se afeitan y se arreglan con mucho cuidado, que tienen pelo para dar-y-regalarr y que, por las noches, aún se apuntan al botellón más potente y que más cerca les pille de casa. Sí,  los más "sesudos" brokers y la chavalería se dan la mano. Las finanzas y los juguetitos campan a sus anchas. Los negocios se perpetran al son del más marchoso regaaeton. Pero con unas consecuencias nada juveniles.


Así me parece que Movistar debería tener presente que yo tengo ya 57 tacos y que estas burdas añagazas me resbalan y me hacen pensar antes en manos de quién estamos o en manos de quién está este mundo cogido, antes que en apuntarme a la oferta. Creo que los amigos, o los clientes de verdad, deben hacerse de otra forma.

Pero yo no puedo evitarlo y me echo a temblar. Sin duda, mejor me vendría un abriguete con borreguito o, mejor todavía, una suculenta reducción en la disparatada cuota mensual que, religiosamente, abono a la susodicha compañía. Entonces seguramente el emoticono con “el rostro guiñando un ojo” sí que tendría algún sentido y me animaría a pensar que, de repente, vivimos en un mundo más adulto y razonable.  
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lunes, 5 de septiembre de 2022

DICE UN BUEN AMIGO MIO...

Para Juan

Bueno, dice o me lo decía el otro día que el mejor quinteto de jazz que ha habido en la Historia es The Quintet, el quinteto que, liderado por Miles Davis a la trompeta, claro, completaban Wayne Shorter con el saxo, Tony Williams (¡con 17 tacos!) a la batería, Herbie Hancock al piano y el no menos increíble, Ron Carter a los mandos del contrabajo.

Puede, ¿quién podría afirmarlo con exactitud?, que esto sea una simple boutade. Para gustos, me responderéis, están hechos los colores (y los sonidos, claro), pero yo no me andaría con demasiados rodeos sobre todo cuando tienes la ocasión de escuchar esta versión de Footprints que te deja como alelado, sin respiración. Hay sobre el escenario tanta seriedad, tanto talento, un solo apocalíptico e irrepetible de Wayne Shorter que, como bien me añadía mi colega que, además es un excelente trompetista, ¡no le des más vueltas, Toni! Esto es en lo que Davis andaba enredado a finales de los 60´ y todavía no ha sido superado.

Vosotros diréis después de escuchar la pieza. Yo sólo pegaré un telefonazo a mi amigo y le contestaré, de acuerdo, Juan,  tú ganas, ¿dónde tengo que firmar? 



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