
Llevo ya bastantes años con
esto de la ópera. Como aficionado, que nadie se vaya a creer otra cosa. Pero
como aficionado, que cada día va a más. Y creo, y espero, que no esto no pare;
quiero decir, esta creciente afición por el bel
canto.
Pero a veces echo la vista
atrás y cuando me pregunto sobre el porqué empezó en mí esta afición, no creo
equivocarme mucho si lo achaco, en una buena medida, a un escrito de la
atinadísima pensadora americana Susan Sontag en el que hablaba sobre la rapidez
que tiene el género operístico para plantear las situaciones y las emociones que
embargan y guían las acciones de sus personajes. Siempre citaría como ejemplo
el Che Gelida Manina, de
Y a mí, que ya por entonces
andaba enfrascado en las lides cinematográficas, este tema me tocó (y me sigue tocando) porque con cuántas dificultades no me habré encontrado a
la hora de plasmar emociones de este tipo en un guión o en una película. Y os
animo a que lo corroboréis cada vez que veis una película o tratéis de escribir un guión. Aunque la ópera hace
de esta dificultad casi una nimiedad, un asunto facilón, y sin que lo sea para
nada, pero la conjunción de la música con las palabras consigue que se obre el
milagro, y que en 4 minutos no nos cueste adivinar que a Rodolfo y a Mimí sólo
la muerte logrará separarles, y sin estar aún del todo seguros de que la burda parca vaya a lograrlo (de ahí las comillas en las que antes he encerrado al "telón").
Luego esta dificultad emocional, digamos, que yo
sentía al ponerme a escribir guiones o a dirigir la misma película y que la
ópera, sus compositores y libretistas, convertían, y nunca mejor dicho en un
asunto de coser y cantar me atrajo y
me atrapó sin remedio y aún hoy continúa teniéndome cogido por los machos.
Pero si ahora tuviera que
concretar y decidir desde cuándo la ópera me tiene enredado con sus historias,
sin duda que no andaría muy descaminado si recurro a la primera representación que vi
de Sí, reconozco que por cosas como esta la ópera continúa teniéndome bien cogido por los machos. Pero yo, tan a gusto. La función puede continuar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario