En estos momentos, bueno,
durante muchos momentos durante este mes he tenido delante de mí la hoja del
calendario donde una glamorosa e inalcanzable Audrey Hepburn besa el mentón
de William Holden en una fotografía de estudio realizada durante el rodaje de Sabrina, la película que Billy Wilder dirigió
en 1954.
Y como sigo queriendo rendir
honores al título de este blog, o
sea, a lavueltaylatuerca, pues eso, me he puesto a darle una vuelta a lo
que esa fotografía contiene y lleva consigo: la imagen congelada en blanco y
negro de una superstar hollywoodense
en el cenit de su carrera, cuando aún del Star
System podía hablarse con pleno sentido (ya faltaba poco para que su nombre
y significado se diluyeran en los modernos derroteros por los que el cine iba a
enfilar muy pronto).
Porque con esta foto del
calendario se me ocurre pensar que a estas estrellas pertenecientes, con todos
los derechos y virtudes, al limitado y privilegiado universo del Star System, y de las que Audrey es un
ejemplo palmario como pocos, les sucede algo que no siempre es reconocido por esos
cómodos gacetilleros que se dedican a llenar páginas y páginas de revistas
cinematográficas hablando siempre más de lo mismo y, por si tuviéramos poco
(eco), repitiéndolo a continuación, como si quisieran lanzarnos un maldito
yu-yu, una premonición que, de aquí a unos años, el sonotone nos va a ser
imprescindible y va a reposar sobre de nuestras mesitas de noche.
Por eso siempre intento no
ser un disco rayado. Aunque sólo sea por llevar la contraria. Aunque, por si
acaso, ruego a quien se lo parezca que me lo diga e ipso facto pondré todos los esfuerzos en des-rallarme. Lo juro. Y
lo que pasa con las estrellas, lo que aquí me sugiere el rostro de Audrey, en
esta hoja del calendario, y que sería el motivo último de esta entrada, es que Audrey
Hepburn no es Sabrina, por mucho que encarne a ese personaje en la película de
Billy Wilder. No es Sabrina quien besa a William Holden en la foto del
calendario, o no es la primera que lo hace, porque antes que Sabrina apoye sus labios en el mentón de William
Holden lo ha hecho la propia Audrey Hepburn. Y sólo después de que ésta lo haga, lo podrá hacer su personaje, Sabrina. Sólo después...
Lo que nos lleva a una
incontrovertible cuestión. En el mundo del Star System, la estrella en
cuestión, en nuestro caso de hoy y de esta hoja del calendario, Audrey Hepburn,
siempre está por delante y por encima del personaje que interpreta la propia star. La estrella siempre se adelantará
al personaje. Por eso Audrey Hepburn nunca podrá interpretar a una sanguinaria asesina
a sueldo, por ejemplo, una sicario que desmembrara los cuerpos de aquellos que
contravinieran las órdenes de cualquier clan mafioso que pudiéramos imaginar, ya
que por delante de ese personaje de asesina a sueldo se situaría el propio personaje
de Audrey Hepburn, el personaje que Audrey Hepburn, ruede o no ruede una
película, está interpretando siempre,
el personaje de star, y este
personaje hace imposible que Audrey Hepburn pueda dar un paso al frente que le
haga confundirse bajo los rasgos de una fría y despiadada asesina a sueldo de la Mafia.
Sí, ésta es una de las
limitaciones que tiene eso de ser estrella.
No todo va a ser jauja. En su caso, y por delante del personaje que les vaya a
tocar interpretar en la película que se dispongan a rodar, estará ya el
personaje que ellas interpretan siempre, hayan oído o no el motor de la cámara
o la voz del director diciendo, ¡acción!
Por lo que ésta se me antojaría
que podría ser, sin duda, una de las razones por las que las carreras
profesionales de estas estrellas es, en muchas ocasiones, más ingrata de lo que
a muchos se les pudiera pasar por la mollera. Fijaos, la estrella siempre debe
rendir pleitesía, antes que a nada o a nadie, a su propia persona. Se debe
asimismo. Y no hay marcha atrás. Por eso Audrey Hepburn se pliega a los deseos y
caprichos antes que de ningún otro, de la mismísima Audrey Hepburn. O Clark Gable, de Clark Gable, o Harrison Ford, de Harrison Ford, o Brad Pitt, de Brad
Pitt, y paro. Con lo que posiblemente no sea del todo agradable esto de ser
esclavo de uno mismo, de la propia imagen que uno siempre, guste o no, lleva
contigo y de la que, por lo tanto, le resultará imposible desembarazarse a no
ser que… No, no lo digo. Tal vez Marilyn me oyera. O tal vez lo hiciera James
Dean. O Monty Clift. O tantos otros que nos dejaron antes de tiempo.
Sí, y mejor que no nos oigan
y continúen criando malvas o descansando tranquilitos o escuchando esta bonita
canción que The Kinks les dedicó a
todos ellos, a todos los que componen ese tentador pero peligroso campo de
sueños que es el Star System, y que a
cambio de una segunda vida inmortal te sustrae puñetero esta común al resto de
nosotros, más corriente y ramplona, sin duda, pero también menos peligrosa y,
normalmente, más larga.
Sí, la hoja del calendario me
dio para pensar estas cosas. ¿Que soy un coñazo, que estaba o estoy muy, o
súper aburrido? Puede ser, pero a mí me gusta; pensar en estas cosas, quiero
decir… (jeje).