Que Bilbao haya sido elegida,
más en concreto, San Mamés, su mítico sí, estadio de fútbol, como sede de las
finales del European Rugby de 2018; esto es de la Champions Cup y de la Challenge
Cup de Rugby, es algo que me colma de alegría,
que diría un hortera.
Pero para quien todavía
albergue alguna duda sobre la importancia del evento, le diré que tome buena
nota, entre otros detalles que, a diferencia del fútbol, en el que las finales
de la Champions y de la Europa
League , se celebran en estadios y en fechas diferentes, con
el Rugby las tendemos a las dos en el mismo estadio y en días consecutivos.
Primero, como aperitivo, la Challenge y después,
como plato principal, la Champions.
Será un magnífico fin de
semana, allá por el mes de mayo del año próximo, como para frotarse las manos,
hoteles a tope, un gentío de aficionados poblando las calles y llenando los
bares en sana armonía (¡me apuesto lo que sea y con quien sea!) y a pasárselo
como enanos, llegue quien llegue a las finales. Habrá cuatro equipos, y cada
uno tendremos nuestras preferencias, pero todos serán bienvenidos a nuestro
Botxo y nos harán disfrutar como pocas competiciones deportivas en el mundo lo
saben hacer. Dentro y fuera de San
Mamés.
Pero es que además de todo
esto auguro, y pongo la mano en el fuego si alguna falta hace, que los
aficionados que lleguen desde sus respectivos países para animar, nos darán
toda una lección de civismo, de saber ganar y… de saber perder, que es la
lección que más nos cuesta que nos entre en la cabeza, y a la, por si esto
fuera poco, más gente faltó el día en que se impartió en clase.
Aunque los aficionados al
rugby sí que estuvieron, formales, y tomando notas, y nadie puede quitarles,
desde entonces, las alegres ganas de cachondeo, ni cortarles el grifo: beben
cerveza como cosacos pero… saben beber; tiñen las gradas con el colorido de sus
bufandas y banderas, y con los curiosos atuendos con los que, a menudo, se
disfrazan pero saben que los colores no son nunca pinturas de guerra; hacen resonar los cimientos del campo con sus
cánticos y algaradas pero saben que con la música no se ofende a nadie, y es
más, alguno te recuerda que hace un porretón de años se nos dijo que la música
amansa a las fueras; y sobre todo esto, y más allá de esto, después de que el
partido haya concluido, haya sido el resultado el que haya sido, haya ganado el
uno o el otro, vaya estas extrañas
cosas que siempre ocurren cuando dos equipos se enfrentan sobre un mismo
terreno de juego, eso (que me pierde la emoción), después de que el partido
haya finalizado, después de los 80 minutos reglamentados (si no hay prórroga),
después del reparto de las consiguientes medallas y trofeos, todos los que
quieran, sin distinción de cánticos, bufandas y preferencias, se reunirán en
una tasca de la ciudad para seguir bebiendo juntos
más birras, celebrar el sagrado Tercer
Tiempo y congratularse de haber formado parte del espectáculo. Esto sí que
es, de verdad, lo importante: haber sido partícipes, desde la grada o desde el
césped, del partido, porque esto, ni la victoria ni la derrota podrán quitárselo
nunca a nadie.
Vamos, lo mismo que se lee en
esos bonitos versos de Kipling que encabezan la salida de los vestuarios, la
imponente entrada a
Sí, un resumen tan perfecto
de lo que cualquier deportista o aficionado debería llevar tatuado en el alma,
que no se me ocurre añadir ni una coma. Sólo repetirlo para mis adentros y
hacer que las palabras dejen de ser meras palabras sobre una pared y se
conviertan en palabras de carne y hueso.
El Rugby nos enseña alguna de
estas cosas. Durante la
Temporada 2017/18 veremos en el círculo central de los campos
donde se disputen las eliminatorias previas a la Final de la Champions ,
la leyenda Run To The Finals 2018. Bilbao.
Un magnífico reclamo para nuestra ciudad. Y ya por el mes de mayo, aquí en San
Mamés, tendremos la impagable oportunidad de tomar nota, de conocer otros
modos, otras formas de acercarnos a esto que llamamos deporte, y que no tienen
desperdicio, porque con ellas aprenderemos que en el deporte nadie sobra, que
todos ganamos con el espectáculo…, aunque todos perdemos también, y no nos
olvidemos del detalle, si, tozudos e insensatos, nos empeñamos en confundir un
resultado con un patada a traición en los c.
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